Cuando venimos a Londres nos concienciamos de que vamos a tener que afrontar ciertos momentos complicados, y más los que venimos de pueblo. Situaciones que vemos en películas y que creíamos que nunca nos iban a pasar. Pero nos equivocábamos. Algunas son divertidas, otras son embarazosas, y luego, hay otras que rozan lo absurdo. ¿Con cuántas de estas situaciones te identificas?
1. Cuando llegas a Londres y no estás lo suficientemente preparado
Has escuchado el tópico de que «en Londres siempre llueve y hace mal tiempo«, pero vamos a ver, es verano. Un poco de sol hay seguro. Abres la maleta y metes camisetas de verano, pantalones cortos, ropa fresquita y una rebeca por si las moscas. Cuando llegas te das cuenta de que tenían razón. El verano en Londres no existe y terminas por gastarte el dinero de medio mes en el Primark.
2. Cuando te toca la parte de la ventana en el metro
Llevas dos semanas y no has salido de casa por la lluvia. Decides armarte de valor y adentrarte en el infernal mundo que es el metro. Una vez asimilas que está lleno de gente, que apenas puedes respirar y que tienes que luchar por entrar en el vagón antes de que cierren las puertas, te toca en el final del vagón son su correspondiente ventana. Probablemente sea la sensación más parecida a hacer paracaidismo.
3. Andar por las calles saturadas como pollo sin cabeza
Ir andando por el centro de Londres es sinónimo de ir empujando a la gente, intencionadamente o no. Y es que cuando pensabas que al salir del metro se acabaría la sensación de ser una sardinilla en lata, te plantas en medio de Oxford Street y te das cuenta de que es ahí donde comienza en juego.
4. Cuando identificas a un español
Otro de los hechos innegables cuando vas al extranjero es la inmensa alegría que te da encontrarte a un compatriota. Y es que, aunque vayas con la mentalidad de no juntarte con españoles cuando escuchas tu mismo idioma no puedes disimular.
5. Cuando alguien te pregunta algo en inglés demasiado rápido
Los primeros días son los más duros, eso está claro. Pero si alguien te te hace una preguntas un poco más rápido de lo que estás acostumbrado, dará igual cuántos capítulos de Juego de Tronos hayas visto en Netflix o cuánto tiempo lleves en Londres.
6. Cuando no llamas lo suficiente a tu familia
Cuando te mudas a Londres te das cuenta de que no tienes tiempo físico para ver todo lo que tenías pensado. Entre los sitios turísticos, los parques, los mercados, y por supuesto, los pubs, llegas a casa justo para meterte a dormir. Entonces es cuando tus padres se encargan de hacerte saber que no les prestas la suficiente atención. Terminan cada conversación con «ya nos pedirás dinero, ya…»
7. Cuando el cambio y comisión arruinan tu cuenta bancaria
De los creadores de la frase «en Londres siempre llueve» llega «Londres es carísimo«, una verdad como un templo. Por si no fuese suficiente el excesivo nivel de vida de la capital, la comisión y el cambio de la moneda se encargan de que te eches a llorar cada vez que mires tu cuenta bancaria.
8. Comer pasta y arroz todos los días para ahorrar
Te prometiste comer mejor una vez llegases a Londres, aunque el propósito nunca llega más allá de la primera semana de cada mes. Después de haber comprado verduras, carne, fruta, legumbres y hacer platos la mar de elaborados, sobrevives a base de pasta y arroz en cantidades industriales.
9. Cuando te das cuenta de que estás empezando a utilizar sus expresiones
Cuando pasas la barrera del primer mes, te das cuenta de que estás empezando a utilizar las mismas expresiones que los ingleses. A partir de ese momento tu respuesta siempre es okay y todo te parece cool.
10. Cuando entras a Poundland y te gastas más de lo que pensabas
Poundland es como entrar en el paraíso del dulce. Además de comprar películas, adaptadores, y otras cosas útiles para la vida diaria, no puedes resistir la tentación de gastarte los cuartos en chocolatinas, bolsas de patatas y demás marranadas que guardarás en el cajón de la mesilla de noche. Siempre bien a mano.