El que fue un prestigioso escritor irlandés cumple cien años… como inmortal. El genio que dio vida al vampiro más famoso de todos los tiempos sigue muy presente en la actualidad. ¿A quién no le suena el nombre de Bram Stoker?
Su obra Drácula es probablemente la más exitosa de las que se hayan escrito sobre el tema. No en vano, llegó a un público que otros como John William Polidor, con El Vampiro o Johann Wolfgang Goethe, con Fausto, no consiguieron llegar.
Como curiosidad, hay que destacar que el nombre de Drácula se debe al patriarca de los descendientes de Vlad Tepes, que se hacia llamar Dracul; y su personalidad está basada en la de un amigo del escritor y actor, llamado Henry Irving.
A pesar de que se trata de una obra de ficción, Stoker se cuidó mucho de documentarse sobre historias de folclore y mitología en Europa sobre vampiros. La idea, sin embargo, se dice que fue fruto de una pesadilla; hecho que podría ser plausible, debido al insomnio que padecía de niño y su gran imaginación, que utilizaba para tratar temas relacionados con la magia, los rituales y el ocultismo.
Drácula salió a la luz en el año 1897, sin embargo, la idea original ya se había iniciado antes, concretamente 16 años atrás. Siete años, por su parte, tardó, el escritor irlandés, en darle forma.
La obsesión de Stoker por los vampiros le acompañó hasta su muerte. Algunos comentan que, justo antes de morir, se llega a decir que cuando se encontraba el escritor en su lecho de muerte, miraba, con horror, a una de las esquinas del cuarto mientras pronunciaba en rumano «vampiro». Al menos, eso es lo que afirma el director de la cátedra Bram Stoker, Viktor Grovas; impartida en la Universidad del Claustro de Sor Juana en México.