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5 curiosidades sobre la Familia Real británica

La reina Isabel II junto a Felipe de Edimburgo./De Lorna Roberts. Shutterstock.com
De Lorna Roberts. / Shutterstock.com.

Presentes desde antes incluso de la fundación de Inglaterra y del Reino Unido, la Familia Real Británica pasa por ser una de las entidades más representativa del país y quizás la institución más valorada. Hoy desde EL IBÉRICO os traemos una lista no exhaustiva sobre algunos enigmas e intrigas en torno a esta que, de haberse dado ciertas circunstancias, hubieran podido incluso reescribir la historia del país:

 1. Emparentados con Vlad “El Empalador

Fiel al carácter reservado que tradicionalmente ha caracterizado a la Familia Real, este es un hecho que, hasta hace poco, se prefería no tratar. Pero el proceso de apertura de la misma en las últimas décadas y un trabajo intensivo de los historiadores han confirmado lo que siempre había sido un secreto a voces; que la actual Monarquía Británica está emparentada con Vlad Tepes, el antiguo príncipe de Valaquia, cuya sangrienta forma de castigar a sus enemigos y traidores inspiraron al famoso “Drácula” de Bram Stoker.

El vínculo entre los actuales miembros de la Familia Real Británica y el sanguinario príncipe tienen un origen muy concreto, y el enlace nace cuando María de Teck, descendiente del mencionado príncipe, se casó con Jorge V, abuelos de la actual Reina Isabel II. Además, hay otros aspectos que le relacionarían con el “vampirismo”, el más concreto de ellos la presencia en la familia de la enfermedad conocida como porfiria, una dolencia que afecta a la producción de hemoglobina y que entre otros síntomas provoca sensibilidad a la luz del sol, comportamientos erráticos o incluso una orina de color oscuro, todos ellos mitos asociados a dichos personajes fantásticos. Algunos de los familiares afectados son desde el Rey Jorge III hasta más recientemente Guillermo de Gloucester, primo hermano de la Reina Isabel I.

En la actualidad. el vínculo entre ambas familias parece aceptarse de forma más abierta, especialmente por el príncipe Carlos, el cual no tan sólo posee una casa de campo en Viscri, una aldea rural de Transilvania, sino que también participa de forma más o menos activa en una organización benéfica que busca preservar la identidad cultural de la región. Paralelamente, Rumanía no ha perdido la oportunidad de captar turistas británicos a dicha región, y sabiendo de la gran aceptación de la Familia Real en su país ha puesto en marcha varias campañas de promoción turística bajo un lema con una pizca de humor negro: “Transilvania está en tu sangre”.

2. El enigma entorno a Ricardo III

Atendiendo a lo que históricamente se ha dicho sobre dicho monarca, este se merecería el título de ser una de las personas más horribles que jamás ha habido, una especie de monstruo sediento de poder que llegó incluso a asesinar a sus sobrinos para evitar que estos le pudieran usurpar el poder. Un juego al que incluso se sumó el mismísimo William Shakespeare en varias de sus obras. Sin embargo, un análisis de la situación con carácter retrospectivo nos enseña que quizás no todo es tan claro como pensábamos y que en la historia hay bastantes más matices.

En 1483 muere el monarca Eduardo IV, siendo proclamado Rey su hijo y designándose a su tío Ricardo III como protector. Pero más tarde éste es informado de que sus sobrinos son hijos ilegítimos por haber sido concebidos con una mujer cuando su hermano ya estaba comprometido con otra. El Parlamento solicitó que Ricardo sea designado Rey, y los menores fueron enviados a la Torre de Londres a la espera de tomar una decisión en torno a su futuro.

En los años siguientes se abre una crisis por el poder del Reino, que acaba con la muerte de dicho monarca en 1485 en la batalla de Bosworth, y la designación de su enemigo Enrique VII como nuevo Rey de Inglaterra. El martirio de Ricardo III no termina con su muerte, ya que su cadáver es exhibido y vilipendiado públicamente, y acaba enterrado en una cuneta, extendiéndose el rumor de que había sido el autor de la muerte de sus sobrinos, cuyos cadáveres fueron encontrados casi dos siglos más tarde.

Hasta hace unos años esta historia se creía sin ponerse en duda un ápice de la misma. Sin embargo, estudios más recientes ven sombras en dicha versión. Se sabe que Ricardo fue una persona profundamente religiosa y leal a su familia, y no hay ningún documento que refleje ningún odio hacia sus sobrinos sino más bien lo contrario. Si nos atenemos a la cuestión puramente sucesoria, los pequeños no suponían ninguna amenaza para él puesto que habían sido declarados ilegítimos. Y quizás lo más sospechoso está en la reacción de su sucesor, Enrique VII, el cual si podía ver amenazado su derecho al trono si los niños permanecían vivos. Él no abrió ninguna investigación respecto a la desaparición de los pequeños, limitándose a dar por verídica el rumor no sé sabe por quién extendido de que habían sido asesinados por su tío.

 Posiblemente jamás se encuentre una prueba lo suficientemente concluyente como para determinar que pasó exactamente, pero parece que todo fue una hábil campaña de propaganda por parte de la casa de los Tudor, y que de darse esta situación en la actualidad y ante la falta de evidencias Ricardo no sería condenado por ningún tribunal.

3. ¿Una auténtica “Familia Real”?

Volviendo al punto anterior, el descubrimiento de los restos de Ricardo III durante las obras de remodelación de un parking en 2012 en Leicester fueron confirmados mediante pruebas de ADN. Un simple test determinó una coincidencia al 100% con dos parientes femeninos actuales. La sorpresa se produjo cuando se vio que en los haplotipos del cromosoma Y, los relativos a la línea masculina, no había tal coincidencia, lo que indica que en algún momento se había roto la cadena de ADN paterno.

Conforme a dichos resultados es innegable que en algún momento algún miembro de la Familia Real fue concebido por alguien que no era de sangre real y que no pasó por ilegítimo. El hallazgo puede ahora tener menos relevancia de la que pudo haber tenido en el pasado, cuando la importancia de ser de familia noble pesaba más, pero en cualquier caso abriría la posibilidad de reescribir la historia del país ya que plantearía hipótesis sobre por quién debía este haber sido gobernado.

Hay dudas sobre el eslabón que rompería la cadena sucesoria, pero los historiadores apuntan a un candidato en concreto. Juan de Gante, hijo de Eduardo III, fue, según testimonios de la época, hijo de un carnicero flamenco. La imposibilidad de exhumar cuerpos al objeto de hacer más comprobaciones y el deseo no explícito de la propia familia real británica de no tocar este tema hacen imposible facilitar información más precisa, pero en cualquier casi lo que sí que queda claro es que habría que reescribir el árbol sucesorio.

4. Candidatos a ser Jack “El Destripador”

Uno de los grandes enigmas en la historia reciente del Reino Unido es determinar quién (o quiénes) se escondían tras la identidad de Jack “El Destripador”, el asesino en serie que durante la época victoriana sembró el pánico en el barrio londinense de Whitechapel. Entre la lista de posibles candidatos, que no hace sino crecer año tras año, se coló a partir de la década de los 60 un inesperado personaje: el Príncipe Alberto Víctor de Clarence, conocido por todos simplemente como “Eddy”, uno de los muchos nietos de la Reina Victoria.

 En muchos aspectos, pasa por ser uno de los miembros de la realeza británica más enigmáticos, y mientras algunos historiadores sostienen su gran intelecto que contrastaba con su nula capacidad de mando, otros sostienen precisamente lo contrario. Sea como fuera, su estilo de vida chocó con la tradicional y conservadora sociedad de la época, ya que incluso se sospecha que tuvo algún tipo de participación en la gestión de un burdel homosexual. Lo cierto es que el príncipe padeció una severa sífilis que irremediablemente afectó a su capacidad cognitiva, a lo cual había que unir que gozaba de los conocimientos suficientes como para eviscerar víctimas, aptitudes que sin duda había adquirido por su gran afición a la caza o la taxidermia.

Todo ello da pie a que surgieran teorías conspiratorias, si bien hay que decir que con prácticamente ninguna consistencia. Se llegó incluso a hablar incluso de un príncipe frecuentando Whitechapel y otros barrios periféricos, algo difícil de creer dado que al ser una figura pública no hubiera podido pasar desapercibido, y se complica todo cuando se menciona incluso una relación sentimental del mismo con una chica de la zona. Todo demasiado enrevesado y excesivamente dependiente de rumores como para darle alguna credibilidad, y mucho más si se tiene en cuenta que según la casa Real en el momento en que se cometieron la mayoría de asesinatos el príncipe ni siquiera se encontraba en Londres, pero que sin duda da pie a los amantes del misterio para elaborar sus teorías.

5. Simpatías con el régimen nacionalsocialista y la familia real

Y de una teoría sin apenas credibilidad pasamos a otra plenamente confirmada. A través de una película contemporánea como “El discurso del Rey” la mayoría conocen de la historia de amor entre el Rey Eduardo VII y la divorciada estadounidense Wallis Simpson, la cual terminó con la abdicación del primero en favor de su hermano. Pero detrás de lo que parece una historia de amor perfecta había fuerzas algo más siniestras.

El propio Gobierno Británico ha reconocido las simpatías por el régimen nazi de Eduardo VII, el cual, además de hablar alemán perfectamente, mostró en más de una ocasión su simpatía hacía Adolf Hitler con quién llegó a reunirse en 1937. El servicio de espionaje MI5 también confirmó el carácter germanófilo de Wallis Simpson, la cual tenía amistad con altos cargos del gobierno alemán de la época como Joachim von Ribbentrop.

Esta información fue revelada varías décadas después de haber finalizado la guerra, y se sabe incluso que el Gobierno de Alemania, a través de la “Operación Willi”, planificó el secuestro e intento de cooperación forzada de dicho monarca con el régimen de Hilter. El plan del dictador era que al acabar la guerra se colocara a Eduardo como rey títere al que pudiera controlar desde Berlín, tal y como se hizo con otros estados satélites. Una intervención de Churchill, que les forzó a retirarse, y la lealtad de su hermano lograron que Eduardo acabara por ser un actor de casi nula relevancia, pero sin duda se hubiese dado una estrecha colaboración entre el mismo y los jerarcas nacionalsocialistas si Alemania hubiera logrado una invasión del Reino Unido.

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