Ubicado en la City de Londres, The Monument to the Great Fire of London es uno de los memoriales más antiguos de la capital británica. Alzado para conmemorar el Gran Incendio que en 1666 arrasó la ciudad, cada día miles de personas suben a la cima del mismo para tener una vista panorámica. Hoy desde El Ibérico os traemos una lista de anécdotas en torno a tan particular obelisco.
1. Algunos números
El monolito tiene una altura de 62 metros, la misma distancia que mantiene respecto a Pudding Lane, el punto en el que comenzó el incendio del 2 de Septiembre de 1666. Para llegar a su cima hay que subir 311 escalones, y como recompensa, obtendrás tu diploma que certifica que has conseguido alcanzar la cima. El coste del mismo en su momento fue de 13.450 libras, si bien su reforma entre 2007 y 2009 fue por una cuantía de 4,5 millones de libras.
2. El mismo número de víctimas que en el propio Incendio
Aunque resulte imposible de creer, el famoso incendio que arrasó más de 13.000 casas y que dejó sin hogar a casi 80.000 personas documentó tan sólo 6 víctimas mortales. El motivo no es otro que la ausencia de un censo que recogiera aquellas personas de condición más humilde, por lo que su pérdida era imposible de contrastar. Sea como sea, el número de fallecidos acreditados provocados por este trágico suceso iguala al de víctimas derivadas del propio obelisco.
En un principio, la cima de The Monument era un espacio abierto. Pero entre 1788 y 1842 seis personas se suicidaron saltando de este. Para evitar más incidentes, las autoridades acordaron colocar una malla de metal que impidiera tirarse al vacío y que todavía hoy se conserva
3. Un mensaje anticatólico
Tres de las cuatro partes de la base del monumento tienen inscripciones en latín realizadas tras la culminación del mismo, y que describen acciones como las medidas adoptadas por el Monarca Carlos II tras el fuego, como empezó el mismo además del proceso de construcción del monolito. En la cuarta parte hubo en su día un mensaje en el que se culpaba a los católicos del inicio del incendio, algo completamente falso, así como que de mencionar que el mismo Papa se alegró de la tragedia. El mensaje se mantuvo hasta 1830, año en que se cinceló cuando se inicia el llamado Catholic relief que suavizó las relaciones con dicha comunidad.
4. La columna más alta del mundo
Hoy en día sus 62 metros de altura no parecen tan impresionantes, pero en su día llegó a ser no tan sólo la construcción más alta de la ciudad de Londres, sino de todo el mundo. Tanto es así que llegaba a provocar ataques de pánico y vértigo a muchos ciudadanos que eran incapaces de llegar hasta su cima.
5. Controversia por su cima
Como en cada proyecto de estas características, inicialmente hubo varias propuestas, que iban desde un simple obelisco a una columna adornada con lenguas de fuego, si bien no tardaron en decantarse por la actual columna dórica estriada. Los verdaderos problemas surgieron en relación a lo que debía figurar en la cima de The Monument. Sus promotores apostaron por una estatua del Rey del momento, Carlos II, así como un Ave Fénix con las alas extendidas. A pesar de ser estéticamente mucho más visibles, fue el propio monarca el que decidió optar por una versión más simple y económica, una simple bola de cobre de la que brotaban llamas, que en el último momento fue sustituida por la actual urna, todo ello a un coste de 325 libras de la época.
6. Una grabación panorámica
Durante su reconstrucción entre 2007 y 2009, se instaló una cámara con una visión panorámica de 360 grados en la cima del Monumento y que proporcionaba registros de la construcción y situación atmosférica de la ciudad las 24 horas del día actualizando la información cada minuto.
7. The Monument, el mundo del arte
La columna ha sido mencionada en multitud de libros, como en la novela ‘Deloraine’ o ‘The System of the World’, así como en varios trabajos de Charles Dickens. También se ha visto en el cine, siendo el lugar en el que se desarrolló la película ‘The Man Who Haunted Himself’con Roger Moore, así como un escenario para reproducciones musicales, cuando en los primeros días de octubre de 2011 el compositor Sanuel Bordoli celebró varios conciertos dentro de la propia estructura.
Otra forma de ver esta columna dórica es desde el punto de vista de la propaganda, las falsedades o «fake news», ya que la tragedia y el monumento histórico fueron usadas de inmediato políticamente.
El artículo alude a algo de esto, se culpó a foráneos (y específicamente católicos) como culpables y no a la negligencia Thomas Farriner, panadero del rey. De hecho, turbas enardecidas por la xenofobia y nacionalismo que prevalecían en ese período, agredieron y hasta lincharon a muchos extranjeros. La mayoría franceses, holandeses pero también algunos españoles, y la inscripción en la base del monumento que adjudicaba al siniestro a una atrocidad de terrorismo religioso perpetrada por católicos con órdenes del Papa, no fué borrada hasta el año 1831.
Muchos historiadores serios han refutado la cifra de seis muertos y aseguran que realmente fueron cientos (según algunos, miles).
Probablemente las víctimas más pobres, los indigentes e indocumentados, fueron calcinados sin dejar rastros por temperaturas que científicos han calculado en más altas que las usadas para cremaciones modernas. En esos tiempos de tensiones internas e internacionales, era conveniente para el estado propagar la narrativa de una ciudad que había reaccionado valientemente con eficacia y rapidez contra esta nueva adversidad provocada por enemigos de Inglaterra … como que la historia se repite en tiempos modernos…
En el mismo contexto, con el propósito de elevar la moral del país y fomentar el patriotismo por el orgullo de ser una nación resiliente, Christopher Wren firmó un documento donde aseguraba: ‘Londres se levanta de nuevo con la edificación de este monumento… completando en tres cortos años lo que se consideraba obra de siglos’. La verdad es que el monumento tomó siete años y la reconstrucción de Londres mucho más.
También se creó el mito de que el gran incendio acabó con la Peste Negra que venía diezmando a la población de Londres, Dios había enviado el fuego para limpiar la ciudad de la plaga de ratas que acarreaban esa mortal enfermedad… La realidad es que la epidemia ya estaba terminando su ciclo y siguió provocando algunas muertes después del suceso. En todo caso, las ratas son bastante más exitosas en escapar de las llamas que los humanos!
Finalmente, muy pronto se encontró «al autor material» del «atentado»: Robert Hubert, un relojero francés de dudoso estado mental que apenas hablaba inglés, quien admitió ser el culpable… quizás que horrorosas torturas de la época se le aplicaron para extraer la confesión. Al principio dijo que había prendido la mecha en Westminster, pero como las llamas nunca llegaron a ese sector, «voluntariamente» cambió su narrativa y aseguró que lanzó bombas incendiarias por la ventana de la panadería en Pudding Lane, edificio que no tenía ninguna. Fue condenado a muerte y ahorcado en el patíbulo de Tyburn, cuando descolgaron su cadáver la muchedumbre se abalanzó sobre él y lo despedazó a mano limpia ¿Lo más cruel y triste del caso? Hubert ni siquiera había llegado a Londres cuando sucedió el incendio, aún se encontraba en el buque que lo traía de Francia según testimonios, documentos y registros de viaje…