El poeta y ensayista Samuel Johnson decía que «cuando un hombre se cansa de Londres, se cansa de la vida misma». Superaste el reto de vivir usando un idioma que no es el tuyo, el de trabajar jornadas interminables, y el más difícil, el permanecer lejos de familiares y amigos. Durante tu estancia te has enfrentado a numerosos retos y has tenido que superar muchas dificultades. Pero en el momento en que decidas volver a tu país de origen o viajar a otro, sean por los motivos que sean, habrá cosas del Reino Unido que definitivamente no vas a extrañar. Hoy desde EL IBÉRICO os traemos una lista de cosas que estarás contento de no ver más:
1. Moquetas
Para los británicos es una cuestión de confort y comodidad; resulta más cómodo caminar sobre un suelo acolchado que sobre parquet o baldosas, y transmite una sensación de calidez ante el frio. Para el resto del mundo es un imán para la suciedad y los ácaros, y tras varios años de uso no habrá aspirador que logre eliminar la suciedad por completo. Las moquetas no se limitan a las casas, sino que también pueden encontrarse en oficinas, pubs e incluso los asientos del metro y los autobuses, y además no las hay sólo en las habitaciones, sino que algunos fanáticos llegan a enmoquetar los baños o incluso las paredes. Quizás sea parte de la idiosincrasia británica, pero la mayoría, y sobre todo los alérgicos a los ácaros y el polvo, respirarán de alivio al contemplar que es posible la vida en una casa carente de moquetas.
2. Que se haga de noche a las 16
Si eres de los que empiezas a trabajar pronto y no aprovechas tu descanso para ir a comer fuera, es posible que en invierno pasen varios días sin que llegues a ver la luz del sol. En enero y febrero los días son cortos, y en según qué zonas del Reino Unido tras la hora de la comida comienza a anochecer y puede haber oscuridad total sobre las 4 de la tarde. Se le puede sacar algo positivo a todo esto, ya que la oscuridad ofrece otra perspectiva de las ciudades, o incluso nos permite llevar a cabo actividades más hogareñas como estudiar y leer más, pero en general la falta de radiación solar genera entre nosotros una sensación de apatía y cansancio que nos alegraremos de dejar atrás.
3. (Sucedáneo) de café
Quizás no lo valores, pero si has logrado dar con un local de los que hacen cafés de los de toda la vida, lograste un tesoro. En un país en el que el té sigue siendo la bebida nacional, el listón de lo que se considera un «buen café» está todavía en mínimos. En las zonas más céntricas de las ciudades y pueblos del Reino Unido la cosa aún se complica más, ya que la mayoría de los locales dedicados a la venta de estas bebidas son sucursales de multinacionales cuyo concepto de lo que es un café varía enormemente de lo que para la mayoría de nosotros resulta aceptable.
4. Tender la ropa en casa
Una ley de 1839 impide, por motivos de seguridad, instalar líneas para tender la ropa fuera de casa. Esta ley sigue vigente, pero aunque no fuera así, posiblemente la gente seguiría sin hacerlo, dado que estamos ante un hábito adquirido. Sea como sea, en el Reino Unido exista la costumbre de tender la ropa dentro, incluso cuando se dispone de patios traseros donde podríamos desplegar nuestra vestimenta sin problemas.
Aquellos que tienen una secadora no podrán apreciar la magnitud de este punto, pero muchos de nosotros hemos estado en pisos donde la única opción para secar la ropa era crear líneas de tendido interiores en nuestro cuarto y otros espacios, depositar la ropa encima de los radiadores de pared o servirse de peculiares tendederos verticales comprados en Poundland, 99p o Poundstretcher. La humedad ambiental que se genera, unido a la falta de espacio que genera el que haya piezas de nuestro vestuario por todo y el mal olor que ciertas prendas sintéticas adquieren por el tendido interior, hará que al dejar el Reino Unido no nos importe disponer de espacios abiertos donde secar la ropa con más comodidad.
5. Compras, compras y más compras
Si eres un shopaholic, perfecto, pasa a otra parte del artículo. Si no lo eres, y encima tienes como pareja a alguien que lo es, vas a lamentar cada minuto de esa tarde en que dijiste que la acompañabas. El Reino Unido es ese eslabón entre Estados Unidos y Europa, y en todo aquello que implica estimular el consumo no se ponen muchas trabas. Respira al pensar que podrás evitar el agobio de un Black Friday, un Ciber Monday o cualquier sábado tarde en Oxford Street o los centros comerciales de Westfield en Londres o de la campaña prenavideña si salir de compras no está entre tus aficiones.
6. Pagar por la televisión
No conviene hablar de esto para no dar ideas, pero a día de hoy España constituye una rara excepción en el mundo, dado que en la mayoría de países se paga por tener una televisión. En el Reino Unido, al igual que en otros países como Italia, Francia o Alemania, los propietarios de televisiones pagan un canon anual por cada aparato de los que dispongan. Esta costumbre es de las que más extrañeza provoca entre los recién llegados, y todos habremos visto en alguna ocasión una de esas amenazantes cartas que llegan a casa avisando de que debemos proceder al pago del canon o nos enfrentamos a una multa de 1.000 libras, o incluso hemos llegado a tener la visita de un inspector. Recuerda que cada año más de 80.000 personas son llevadas a juicio por ver televisión sin haber pagado este impuesto, dando lugar a que uno de cada diez litigios en el Reino Unido tenga este asunto como trasfondo, así que la recomendación es que, al menos por el tiempo que habites allí, pagues para evitar incidencias, aún cuando te duela que tu dinero vaya a financiar realities como Big Fat Gypsy Weddings o Benefits Street.
7. Envoltorios de comida rápida y cervezas
Por un lado, hay que considerar que en muchos locales se paga menos por alimentos que van a ser consumidos fuera del establecimiento. Por otro, que hay gente que ante las largas jornadas laborales no tiene tiempo para sentarse y comer, y termina por hacerlo aprovechando la vuelta a casa. Por último, que en algunos lugares uno puede llegar a caminar millas sin dar con una sola papelera. Si a todo esto le sumamos que en algunas personas el civismo brilla por su ausencia, sabremos explicar porque ciertos puntos se han convertido en vertederos donde pueden distinguirse cajas de Chicken Cottage, bolsas de McDonald’s y latas de cervezas que algunos no han podido esperar a depositar en un lugar más indicado.
8. Tiempo inestable
Como dice la canción del grupo Crowded House, «el sol puede brillar entre nubes negras» y es que el tiempo británico es capaz de mostrarte lo que se conoce como four seasons in one day. Una mañana que amanece nublada puede dar paso a un resplandeciente sol que invita a quitarte la chaqueta, para pasar en media hora a ser una lluvia torrencial en la que ni un chubasquero te salvará de quedar empapado, y acto seguido puede levantarse un viento huracano que quizás tras un rato vuelve a dejar ver algún rayo de sol antes de que caiga la noche en la que puede haber helada, o quizás no. Mira la parte buena de todo esto, cuando dejes el Reino Unido no necesitarás salir cada día con gafas de sol en una mano y paraguas en la otra, por si acaso.
9. Pagar (y mucho) por estudiar
El hasta hace poco alcalde de Londres, Boris Johnson, fue educado en un colegio privado que tiene un coste de 30.000 libras anuales. Y si eres un estudiante extracomunitario, un año de estudios en las prestigiosas universidades de Oxford o Cambridge pueden llegar a costarte 40.000 libras por curso. Es cierto que la educación en el Reino Unido goza de un gran prestigio, y algunas de sus universidades están entre las mejores del mundo en algunos ámbitos. Pero la calidad se paga, y a un precio que resulta inaccesible para algunos.
Existen numerosas becas y programas de ayudas a los estudiantes, pero se calcula que cada nuevo licenciado en el Reino Unido viene con un diploma bajo un brazo y una deuda media de 44.000 libras bajo el otro, de acuerdo a un estudio realizado por la organización Sutton Trust. Teniendo en cuenta que se está barajando la posibilidad de levantar el límite de las 9.000 libras anuales que hoy las universidades pueden establecer como tope para nacionales y estudiantes de la Unión Europea, queda claro cuál es el principal motivo de la baja tasa de estudiantes universitarios en comparación con otros países del entorno y el énfasis en llevar a cabo programas de aprendizaje y prácticas en empresas para aquellos que no han acudido a la universidad.
Para matizar…
Yo creo que la ropa no se cuelga fuera porque nada te asegura una hora de sol. Por no abusar de la secadora, yo a veces tiendo la ropa en el jardín… pero casi siempre acabo corriendo para traerla dentro cuando empieza a llover.
En cuanto a pagar por la televisión, la BBC sigue siendo un estandarte, único en el mundo. Yo la pago con gusto. Es nuestro dinero lo que asegura su neutralidad y calidad.
Y finalmente, la educación… sí, carísima, pero mi hijo estudia en colegio privado con beca y no pago un duro. Busca eso en España 🙂