Tan calóricas como deliciosas, las populares galletas conocidas como shortbread se han convertido en uno de los emblemas de Escocia y por extensión del Reino Unido. Consumidas tanto por británicos como por foráneos, hoy desde EL IBÉRICO os traemos una lista de anécdotas sobre estas apetitosas pastas de mantequilla:
1- El origen
Desde el siglo XII ya se consumía una galleta parecida al shortbread actual, con la diferencia que entonces no se usaba mantequilla por ser un producto casi de lujo. Fue durante el siglo XVI, bajo el reinado de María I de Escocia, cuando su proceso de elaboración se modificó y se popularizó su consumo entre la población, y la primera vez que se pudo ver su receta impresa fue en 1736, estando la misma firmada por una mujer escocesa llamada McLintock.
2- Su receta
El shortbread clásico tiene una receta muy simple: una parte de azúcar blanca, dos de mantequilla y tres de harina de trigo común. Además, se tiene que cocinar a baja temperatura para evitar que la masa adopte un tono oscuro.
No obstante, y como era de esperar, existen múltiples variedades a la receta original. Las más normales son agregar arroz molido o harina de maíz para alterar la textura, sustituir parte del azúcar que se le pone por una parte de la de tipo glass o añadir una pizca de sal para acentuar su sabor, si bien en ningún caso un auténtico shortbread debería tener levadura puesto que daría lugar a una galleta de un aspecto completamente distinto.
3- En diferentes formas
La masa se moldea antes de su cocción, y tradicionalmente estas galletas vienen en tres formas: los llamados petticoat tails, que son los triángulos derivados de dividir una masa grande de forma circular, los rounds, que son galletas de forma circular de pequeño tamaño, y los que quizás resultan más conocidos, los fingers, que son galletas rectangulares. Todas ellas suelen venir decoradas con pequeñas incisiones que simulan ser las marcas de un tenedor y que son una de sus señas de identidad.
4- Día nacional del shortbread
En una iniciativa un tanto particular iniciada por el Reino Unido y respaldada por el sector de la restauración y distintas empresas galleteras, se decidió declarar el 6 de enero como el día nacional de esta galleta.
5- Una cuestión de impuestos
La diferencia entre comer un shortbread tradicional o, por ejemplo, una versión que tenga chocolate o caramelo no lo es sólo a nivel de calorías, sino también de impuestos. Al igual que ocurre con otros productos de repostería, un shortbread preparado con la receta tradicional está considerado un producto “zero-rated”. Esto es fruto de la presión ejercida desde siempre por los panaderos de cara a conseguir un precio del producto más ajustado. No obstante, si se le añade algún otro elemento este sale de dicha categoría y pasa a ser una galleta sin más, y por lo tanto se le aplica el tipo general del VAT que corresponde a estos productos.
6- Una variedad especial
Hay una versión especial de shortbread conocida como “Parliamente cake” o en su versión más informal, “Parlies”, que se popularizaron en el siglo XIX, y que adoptaron el nombre debido a que eran consumidas en las sesiones del Parlamento de Escocia. En esencia eran iguales que las galletas tradicionales pero su toque distintivo estaba en que se les añadía una pizca de jengibre. Aunque no se ha podido confirmar, parece ser que las galletas fueron en un primer momento elaboradas por la tienda Luckie Fykie, y que tras aumentar su demanda otras pastelerías se animaron a prepararlas.
7- ¿Son saludables?
Ciertamente son productos para un consumo ocasional. Sus ingredientes y forma de cocción hacen que contengan cantidades reseñables de grasa, colesterol y azúcar. Además, son un producto a evitar por aquellos que quieran mantener la línea, ya que 100 gramos de estas galletas contienen, como media, unas 530 calorías, una cuarta parte de la cantidad diaria recomendada. Desde el punto de vista nutricional no aportan ninguna vitamina o mineral en una cantidad reseñable. Y todo esto empeora si en lugar de optar por una versión tradicional nos decantamos por una que contenga chocolate, confitura o caramelo.
8- Presentes en el Café Europa
En una iniciativa cultural puesta en marcha bajo la presidencia austriaca de la Unión Europea con la intención de promover la repostería de los distintos estados, los shortbread fueron el dulce elegido por el Reino Unido para representar al país, que acompañaron a otros postres y productos como la tarta de Santiago de España, el tiramisú italiano, el pastel de nata de Portugal o los scones de Irlanda.
9- Un dulce para ocasiones especiales
Aunque hoy día es un producto con un precio reducido y fácil de adquirir, su elevado contenido de mantequilla, que hasta hace unas décadas era casi un lujo, hacía que los shortbread se reservaran para ocasiones especiales, en particular para Navidad, bodas y la llamada Hogmanay que es la Nochevieja escocesa. Además, en la inhóspita isla de Shetland, al norte del país, existe la costumbre de realizar un pastel de shortbread y romperlo en la cabeza de la novia recién esposada a la llegada de su nueva casa.