El Abel de Diego Luna es un niño de nueve años. Su extraño comportamiento y mutismo lo han llevado a pasar años en una institución mental infantil. Su madre -soltera y convencida de que una vuelta a casa y a su familia van a ayudarlo-persuade al doctor para que lo deje salir durante una semana. Al llegar a este nuevo ambiente y darse cuenta de la falta de un padre, el pequeño se convierte en la figura paternal que trata de unir de nuevo a la familia. Con semejante sinopsis se nos presenta Abel la primera película del mexicano Luna como director.
‘Abel’, por Diego Luna
Se exhibe actualmente en:
Curzon Soho Cinema
99 Shaftesbury Avenue, London,
W1D 5DY
Teléfono: 0871 703 3988
Una historia inusual, contada de manera inusual y en un código que nada perfectamente en las aguas peligrosas de la tragicomedia; «claro que, cuando tuve hijos ya no me pareció tan comedia«- apuntaba el director. Entre gran cantidad de amigos, admiradores y prensa, Diego nos hacía un hueco en la noche del 7 de enero, día del estreno de la película en el Reino Unido. ¿Un detalle especial? Que cada miembro de la prensa y de la industria llegaba hasta el director como un amigo. Diego no tiene problema en recibir a todos con un fuerte abrazo. Lo que la mayoría del público no sabe es que Abel supone para Diego un trabajo muy personal e íntimamente ligado con su propia historia de niño. «Cuando tenía 12 años estuve en tratamiento con una psicóloga a causa de un terrible insomnio. Ella me contó que durante unas horas al día yo tenía la personalidad de un chico de veinte años pero, por la noche, era como de cinco. Teníamos que encontrar al niño de 12 que estaba por ahí escondido. De algún modo esto es lo que le pasa a Abel en la película.» Diego cuenta que la idea surgió cuando hace seis años vino a Londres a ver Hamlet, de Trevor Nunn. Durante una de las escenas entre Hamlet y su madre, Diego se sorprendió de la gran carga sexual y se le ocurrió que quizá todos hemos estado equivocados hasta ahora. Quizá Hamlet mató a su padre porque estaba enamorado de su madre y culpó a su tío. Más o menos por los caminos de la leyenda de Edipo.
Con un proyecto tan personal, debiste haber aprendido mucho a lo largo del proceso.
Sí, claro, aprendí que hacer películas te hace viejo, hace que se te caiga el pelo, que no se duerme mucho y que, a la vez, no hay nada más emocionante. Pero hay que estar seguro de porqué estás haciendo las cosas, porque hacer una película te lleva tres años de tu vida y, si no… ¡es una pesadilla!
¿Y cómo te sientes tras tres años hablando de lo mismo?
Me siento seguro de que hice lo que tenía que hacer, estoy muy contento y orgulloso del resultado final y de lo que le ha estado pasando a la película. En México fue un éxito increíble, una sorpresa maravillosa con un release pequeño y muy cuidado que nos dio el número dos en la primera semana. ¡Recuperamos la confianza en el público!
¿Por qué? ¿La habías perdido?
No yo, el cine entero; el cine mexicano no estaba llegando al público. El año pasado fue muy importante porque fuimos cuatro o cinco películas las que tuvimos números muy positivos y eso no había pasado en años.
Y es que Abel ha sido un proyecto ganador allá donde ha caído. A título personal y como crítico, la que escribe hacía años que no salía de una proyección con la sensación increíble que deja Abel en el gusto. Es de esas historias que se asientan en la cabeza y se quedan allí, llamando y llamando a la puerta durante días. Diego mete las manos en la masa como director primerizo jugando además con un elemento «solo apto para profesionales»: trabajar con niños; especialmente con niños protagonistas y para un personaje tan profundamente complejo y multidimensional como Abel.
«Yo creo que el que diga que rodar con niños es una tontería está terriblemente equivocado. La mirada de un niño es especial, la frescura que puede haber en el trabajo de un niño es muy especial. Es tan fácil como crear el espacio perfecto para un niño, y muchas veces ese es el grave error, que tratan a los niños como adultos. Los equivocados somos nosotros. Aquí todo estaba diseñado para ellos, para trabajar alrededor de ellos y el resultado es tan fantástico que lo volvería hacer sin ningún miedo.»
El director de cine, un gran amigo de los niños.Entonces ¿tienes otros proyectos con niños?
Bueno, ¡ya estoy escribiendo con el mismo guionista! Pero voy a tratar de no etiquetarme y hacer todo tipo de géneros que me gusten. Voy a seguir como director, voy a seguir haciendo teatro y quiero explorar el gran abanico del cine.
Es en ese momento cuando su atención y mirada fija se distraen por las miles de cosas ocurriendo a su alrededor y se levanta como un resorte no vaya a ser que no le de tiempo a atendernos a todos. Con una foto y un abrazo me despido de Diego, justo antes de un nuevo estreno en la ciudad que parece ser fue el germen de la idea de Abel.
Vayan a verla, vayan, definitivamente. En esa butaca no sentirán pasar ni un solo segundo de la hora y media de un retrato fiel y muy teatral del México más auténtico. Cuando la hayan terminado, me encantaría que volviéramos a hablar y, ya me contarán…