Ilustración por Juan Manuel Paredes«Transcurridos más de cuatro años de aplicación de la ley es patente…. la necesidad de avanzar en la protección de la salud de los ciudadanos ampliando la prohibición de fumar a espacios públicos cerrados y colectivos.» Así reza la proposición de ley por la que se modifica la Ley Antitabaco 28/2005 aprobada por el gobierno español y que entró en vigor el pasado 2 de enero en toda España. Como la mayor parte de los países europeos, España deberá ahora acatar las reglas favorables a los no fumadores, instando a los locales públicos y privados a mantener los espacios libres de humos. Pese a que un servidor, fumador, estaba a favor de la ley y de todas sus consecuencias, visto lo visto con las pérdidas que, al parecer, está teniendo el sector hotelero, la idea de encender o no un cigarrillo en un bar o restaurante español, no parece tan clara del todo.
La Federación Española de Hostelería (FEHR) no ha tardado en levantar su voz contra una ley que considera «hipócrita» porque, según considera, el objetivo final del decreto no es rebajar la cifra de fumadores españoles. Según el presidente de la FEHR, José María Rubio, «si ese fuera el objetivo, se idearían planes educativos y no se seguiría ampliando el número de máquinas que se conceden a los bares». Lo cierto es que dando un repaso por las noticias más recientes sobre la polémica Ley Antitabaco vemos que las insumisiones a la hora de cumplir la norma no se han hecho esperar. Sin ir más lejos, José Eugenio Arias-Camisón, propietario del Asador Guadalmina de Marbella, colocó un cartel a la entrada de su establecimiento en el que decía claramente: «como negocio privado, dicha ley no será aplicada en nuestro establecimiento». Según el propio José Eugenio, el local ha recuperado su clientela aunque eso sí, la policía local ya ha visitado el local y ha tomado nota de la infracción. La nueva ley va a afectar a los negocios de hostelería, de eso es seguro. Aunque aún estoy en la duda, en la delgada línea del «sí» o el «no» a la ley porque, por un lado, tengo varios amigos que regentan restaurantes que lo están pasando mal con el descenso de la clientela. Por otro, viendo otros países como Reino Unido donde esta norma está más que admitida en la sociedad, mi instinto me dice que la rabieta y las protestas serán sólo una cuestión de tiempo.