La seguridad se ha convertido en una obsesión en estos Juegos Olímpicos.Ahora sí que sí. Quedan tan sólo unas pocas horas para que den comienzo los Juegos Olímpicos de Londres 2012. El pistoletazo de salida tendrá lugar este viernes 27 de julio por la tarde en el estadio olímpico de Stratford con la ceremonia de inauguración, dicen, más espectacular de la historia de los Juegos Olímpicos. Será a partir de entonces y durante las siguientes seis semanas, cuando la organización tenga la oportunidad de demostrar el trabajo de los últimos siete años. Las dos grandes preocupaciones de las autoridades, y de los londinenses, durante los últimos meses han sido el transporte y la seguridad. En cuanto a los desplazamientos, los habitantes de la capital británica se han visto bombardeados durante meses con indicaciones sobre cómo utilizar el transporte público durante esos días. Transport For London (TFL), la entidad responsable del transporte en Londres, hacía varias propuestas entre las que, además de sugerir buscar rutas alternativas para nuestros desplazamientos habituales, apuntaba que trabajar desde casa o marcharse de vacaciones en esos días podría ser una buena elección.
Además, la organización ha probado el transporte público con aglomeraciones olímpicas ficticias. Hace unas semanas, grupos de personas salieron desde distintos puntos de la capital dirigiéndose a la villa olímpica. El resultado fue un tanto desastroso, con serios retrasos que afectaron a cientos de miles de viajeros y el cierre temporal de algunas estaciones como la de Kings Cross. Por otra parte, algunos asistentes a los eventos deportivos que residen en Londres han recibido cartas de la organización donde se les indica el itinerario más recomendable a seguir para llegar al lugar, rutas alternativas considerablemente más largas que el trayecto más directo. El mensaje es evitar la estación de Stratford ya que los responsables tienen miedo que se colapse y se formen colas interminables para salir y entrar de la estación. Algo que, en principio, parece una falta de previsión absoluta puesto que ha sido solo hace unos meses cuando se han inaugurado los nuevos accesos a dicha estación.
Por su parte, el alcalde de Londres, Boris Johnson, habla con orgullo del carril olímpico, vía reservada para que la familia olímpica, esto es, autoridades asistentes a los eventos, organizadores, deportistas y familiares entre otros, puedan cruzar la ciudad sin necesidad de sufrir atascos, los mismos que el resto de conductores tendrán que soportar esos días por la falta de un carril en las principales arterias londinenses.
Mientras tanto, estaciones claves de la red de transportes londinense como la de Victoria, la segunda más transitada del centro de Londres después de la de Waterloo, carecen de una simple escalera mecánica para acceder a la entrada del subterráneo. Sin embargo, Johnson se enorgullecía de su ciudad y declaraba el pasado 19 de abril que estos Juegos serían «el mayor espectáculo en la Tierra en la más grande de las ciudades sobre la Tierra».
Respecto a la seguridad, las noticias no pueden ser más alarmantes. Dos semanas antes del comienzo de los Juegos, la empresa privada encargada de la seguridad, G4S, hizo público que solo había conseguido contratar y entrenar a 4.000 personas para velar por la seguridad en los Juegos, 4.000 de las 10.000 que tenían programadas. La opinión pública se echó las manos a la cabeza y el presidente de la compañía tuvo dar una explicación acerca de por qué tal fracaso, quedando diluido entre tanto ruido la responsabilidad de los políticos que contrataron a G4S que han de supervisarla, cerciorándose de que el servicio prestado está a la altura de las circunstancias puesto que lo que está en juego es la seguridad de los ciudadanos. De momento parece que se ha resuelto el asunto llamando a 3.500 soldados que contribuirán a proteger Londres mientras que otros 1.200 quedan en reserva «por si acaso», elevando de esta forma a 17.000 las fuerzas armadas que participarán en la seguridad de los Juegos, casi el doble de los desplazados en Afganistán.
A estas cuestiones del transporte y la seguridad, se le une la amenaza de huelga de los trabajadores del aeropuerto de Heathrow y la polémica del reparto de entradas, junto con la prohibición a los espectadores de llevar prendas de ropa con publicidad distinta a la de los patrocinadores, censura que afortunadamente parece que se ha retirado.
Cuando todavía no estaba claro si el aeropuerto del oeste de Londres sería capaz de absorber los miles de pasajeros que visitarán Londres en las próximas semanas sin incidentes, los trabajadores de los controles de acceso al país, cerca de 5.000, han convocado una huelga para el jueves 26 de julio para protestar por las condiciones laborales y los recortes.
En cuanto a las entradas, miles de personas que solicitaron entradas se han quedado sin la oportunidad de presenciar eventos olímpicos, cuando, por otra parte, el 17 de julio, a diez días de las Olimpiadas, la organización hacía público que todavía tienen 700.000 disponibles.
En conclusión, ojalá los Juegos de Londres 2012 sean espectaculares e inolvidables, pero no por los motivos equivocados.