La cantante británica fue encontrada muerta en su habitación con una tasa de alcoholemia cinco veces superior a lo que permite la ley de Reino Unido
Una muerte inesperada y un motivo casi fuera de todas las sospechas difundidas. Finalmente el motivo del fallecimiento de la cantante británica Amy Winehouse ha salido a luz y no está vinculado a las drogas, tal y como toda la prensa internacional especulaba. La cantante perdió accidentalmente su vida debido al consumo excesivo de alcohol. En concreto, Amy tenía en sus venas un total de 416 miligramos de alcohol por cada 100 mililitros de sangre, lo que supone una tasa de alcoholemia cinco veces superior a los 80 miligramos que permite la ley en Reino Unido.
Según fuentes oficiales, la policía encontró en la habitación de Winehouse tres botellas de vodka completamente vacías, una cantidad suficiente de alcohol para entrar en coma etílico. Sin embargo, el hecho de llevar casi tres semanas sin probar el alcohol, desde su último concierto en Belgrado supuestamente, y decidir romper su propósito de manera impulsiva fue un hecho que agravó su estado, un cambio demasiado radical para que su cuerpo no se resintiese.
Cabe recordar que un guardia de seguridad la encontró muerta a las tres de la tarde del pasado 23 de julio en su casa de Camden, en el norte de Londres. La autopsia que se le practicó en aquel momento no pudo sacar a la luz las causas del fallecimiento, y los análisis toxicológicos confirmaron la ausencia de drogas en su cuerpo.
Pese a estas afirmaciones, la opinión pública se dividió entre los que creyeron sin ninguna duda que las sustancias ilegales tuvieron la culpa de la muerte de Amy y los que expandieron la idea de que la cantante había muerto debido precisamente al mono tras renunciar a las drogas.