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Aprender a vivir con la nostalgia

Me sentía totalmente conmovida mirando los rostros de todos aquellos que nacimos entre los 60 y los 80, mientras escuchaba a los Hombres G en aquella sala de Londres, donde reinaba un ambiente abrumador que se confundía entre nostalgia y alegría. Me vino entonces el recuerdo de aquellos maravillosos años 80 cuando aún vivía en mi España querida. La vida era tan distinta entonces…

Somos las últimas generaciones que hemos aprendido a jugar en la calle al aire libre, corriendo y jugando a las canicas, a la comba, a la goma o al juego de la botella y, a la vez, somos la primera generación que hemos tenido la oportunidad de descubrir los ordenadores, de aprender a programar el video antes que nadie, vimos los primeros móviles y creímos que internet era algo fuera de lo normal. Íbamos en bicicleta sin casco, ni protectores para rodillas ni codos.

Nos rompíamos los huesos y los dientes y nos peleábamos con los amigo del cole, nos abríamos las cejas con puñetazos y no habían leyes como las de ahora en las que te denuncian por un simple empujón. Las heridas se curaban con mercromina y unos puntos, y al día siguiente todos contentos. Hemos tenido la oportunidad de viajar y ver la tele en color, de ver esos anuncios que nunca se nos borrarán de nuestras mentes: los del cola cao, nivea, trinaranjus, Phosquitos, los Tigretones, el tulipán, el bollycao, los donuts… Nuestro héroe fue Superman y ET nos marcó la vida, lloramos con los dramas de Marco y Heidi y del barco de Chanquete nunca nos moverán.

Cada año esperábamos con anhelo la llegada de Los Reyes Magos que venían repletos de regalos (desde relojes con calculadora hasta los chándal azul marino con rayas blancas, nancys, barbies, balones de fútbol…) En aquel entonces nadie esperaba regalos de Papá Noel. Durante las fiestas de Navidad no parábamos de comer en casa de uno u otro, nunca faltaba nadie, se juntaban hasta 3 y 4 generaciones en una comida o cena. Pasamos distintas modas, desde los vaqueros de campana y de pitillo hasta la pata de elefante y con la costura torcida.

Íbamos al cole con nuestros bocadillos de chorizo, mortadela o nocilla que nuestras madres con tanto amor preparaban para la hora del recreo o la merienda. Compartimos botellas de refrescos y nadie se contagió de nada. Sólo nos contagiábamos los piojos en el cole, cosa que nuestras madres arreglaban lavándonos la cabeza con un producto especial y santas pascuas. Teníamos muchas vacaciones y todavía se podía repetir curso sin que te trataran de inútil. Eso sí, nuestros padres nos soltaban un guantazo o un zapatillazo y a correr. Íbamos a clase cargados de libros y cuadernos, todo metido en una mochila que no tenía ruedas. Fuimos los últimos en hacer BUP, COU y FP, y los pioneros de la E.S.O. Somos la generación que ha visto el cambio de la España antigua a la actual, ¡Qué suerte tenemos!

Sin embargo, ¿por qué nuestros abuelos insisten en recordarnos acontecimientos que no hemos conocido? Nosotros hemos aprendido mucho en nuestra generación y hemos vivido momentos que marcan historia en España. Quizás no vivimos la Guerra Civil pero sí presenciamos, algunos de nosotros, importantes acontecimientos como la aparición de los primeros teléfonos públicos con tarjeta; la dimisión del presidente del Gobierno español Adolfo Suárez; el intento fallido de golpe de estado (conocido como 23-F) del teniente coronel Antonio Tejero; vimos como el socialista Felipe González vencía por mayoría absoluta en las elecciones generales en España; se identificó el virus del SIDA; apareció Nintendo; España se convirtió en miembro de pleno derecho de la CEE; se produjo la matanza terrorista de ETA en el centro comercial Hipercor de Barcelona; nació el Compact Disc Video de la casa Phillips; y hasta gritamos: ¡OTAN no, bases fuera! Escuchamos música española de los Hombres G, Nacha Pop, Mecano, Alaska y Dinarama, La Unión, Radio Futura, Miguel Bosé, Loquillo y los Trogloditas, Miguel Ríos, El último de la Fila y muchos más.

Mirando atrás, uno se pregunta, ¿cómo puede vencerse la nostalgia de una época y a la vez vivir lejos de España? Supongo que no se trata de vencer la nostalgia, sino de aprender a vivir con ella y recordar nuestros valores. Muchas cosas: acontecimientos, lugares, personas, canciones e incluso olores, te hacen recordar el pasado. Y a veces es bueno recordar todas las cosas que vivimos porque son parte de uno mismo. Que este concierto de Hombres G que ha unido a gran parte de la comunidad española en Londres sirva de precedente para unirnos más y ayudarnos los unos a los otros y sobre todo para recordar quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.

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