llega a los escenarios de Londres como una tormenta de verano: inesperado, rápido, fuerte y pasional; un cocktail cubano de pasión, cultura y talento mostrados a través de la fusión de ballet, danza contemporánea, jazz, samba y hip hop.
A diferencia de otros ballets, éste es un espectáculo populista que busca de forma constante la expresión de sorpresa en el rostro del público,algo que se consigue desde el primer momento. Ballet Revolución no cuenta una historia lineal con principio, desarrollo y final, sino se trata de un viaje audiovisual donde la música, las poses y los bailarines en sí son la historia.
El cuerpo de baile, con una técnica excelente, resistencia atlética y gran talento artístico, se mueve al ritmo de música alegre, incluyendo algunas versiones de éxitos musicales de Ricky Martin, Shakira o Beyoncé, interpretados por una banda en directo situada en la parte trasera del escenario.
Las coreografías, de mano de Aaron Cash y Roclan González Chávez, tienen una gran fuerza y sentimiento, y combinan de manera inteligente el ballet clásico con movimientos modernos. Los bailarines participan en las mismas coreografías sin detenerse a pensar si llevan puntas de clásico, zapatillas de jazz o van descalzos; y el resultado es positivo: la delicadeza de las bailarinas de clásico y la fuerza explosiva de poses modernas combinan armoniosamente.
Cash y González pusieron sin duda gran atención a la puesta en escena y la música a la hora de crear y ligar cada movimiento. Sin embargo, a veces parte de ellos pasan desapercibidos ante la rapidez de las coreografías y la necesidad extrema de poner a los bailarines al límite de sus posibilidades (aunque éstas parecen no tener fin).
En las primeras coreografías, la frecuencia de grandes saltos, giros, poses imposibles y flexibilidad ensombrecen movimientos más delicados y sensuales de igual dificultad técnica, y dejan poco espacio para la interpretación y limpieza de posiciones finales. El constante cambio del número de bailarines en el escenario, a menudo realizando diferentes figuras al mismo tiempo, llega a veces a desconcertar al público. Sin embargo, en la segunda parte parecen tomar nota y poner en práctica el lema de «menos es más», pues el papel principal de acróbata va dejando espacio a los bailarines en sí, mostrando el verdadero talento del cuerpo de baile de Ballet Revolución, y logrando un resultado realmente impactante.
A pesar de todo, los bailarines y músicos de esta compañía parecen haber encontrado una fuente de energía inagotable que les permite moverse como si estuviesen hechos de aire, y disfrutar como nunca del momento; así lo transmiten en cada movimiento que bailan y nota que tocan. Con una mejora necesaria de iluminación, más cambios de vestuario y fondos de escenario, Ballet Revolución tiene un gran futuro adelante.
Más información:
Ballet Revolución
Peacock Theatre
Hasta el 19 de mayo