Boris Johnson acudía el pasado domingo a The Andrew Marr Show, invitado por el periodista Eddie Mair, con la intención de promocionar un documental sobre su vida política que emitiría al día siguiente la cadena de televisión BBC.
El alcalde de Londres fue tranquilo, con el claro objetivo de promocionar su agenda política en una entrevista que sólo iba a durar 15 minutos. Mair, haciendo gala de su gran experiencia como entrevistador le dejó relajarse, acomodarse al plató que minutos más tarde se convertiría en su propia tumba.
El periodista sacó a relucir acontecimientos del pasado de Johnson que le dejaban en una situación poco envidiable y al que definió como «mala pieza». Le recriminó hechos como inventarse citas cuando el alcalde trabajaba en The Times, causa de su posterior despido, líos extraconyugales o el bochornoso tema de que un amigo le pidiese la dirección de un periodista para «partirle las costillas».
Boris Johnson intentó cambiar inútilmente de tema varias veces retomando su agenda política e intentando desviar la atención de los ataques del periodista de la BBC. Finalmente contestó como pudo y terminó alegando la falta de interés del público por su oscuro pasado, algo que no le sirvió para salvar, o por lo menos maquillar, su humillante actuación ante los televidentes.