Si tuviéramos que pensar en un escenario inseguro donde incluso nuestra vida puede estar en peligro, seguramente nos vendrían a la cabeza algunos lugares como frondosos bosques donde apenas se filtra la luz del sol y nos acechan multitud de animales salvajes. O montañas elevadas en las que con dificultad podríamos respirar. Quizás también descensos por rápidos y ríos donde un infortunio puede hacer que vuelque nuestra barca y acabemos ahogados. Y siendo todos ellos lugares donde debemos extremar la precaución, quizás no lleguen a ser tan amenazadores como The Broomway. Una aparentemente inocua carretera en la costa de Essex que une el pueblo de Great Wakering con la isla Foulness y que tiene el dudoso mérito de ser considerado el camino más peligroso de Inglaterra en el cual más de 100 personas han perecido.
Usado desde la antigüedad
La ruta que cubre este camino parece tener un origen natural, constituyendo una cresta de arena más firme, si bien en algún momento fue reforzada con vallas de madera. Al parecer fue usada tanto por los romanos como por los diversos pueblos anglosajones que han morado la isla. Conectaba zonas agrícolas que acabaron inundadas fruto de la erosión costera y las marejadas ciclónicas.
La primera mención escrita aparece en las “Crónicas de Holinshed”, donde el escritor William Harrison recalcaba que era necesario contar con cierta pericia para adentrarse en el camino. Y posteriormente en 1595 fue topografiadacon bastante detalle.
Debido a que esta vía era la única forma de conectar ambos puntos, siempre hubo intentos de mejorar su delimitación. Esto llevó a que en algún momento se instalaran estos marcadores que recordaban a palos de escoba y que oficiosamente dieron nombre a esta vía. Se clavaban en la arena dejando al descubierto una parte de los mismos y colocados a cierta distancia unos de otros unidos con hilos de alambre.
¿Por qué es tan peligroso Broomway?
La gran peligrosidad de Broomway reside en que no es visible de forma permanente. Este aparece cuando baja la marea, algo que ocurre regularmente y que deja al descubierto ese camino de algo menos de 10 kilómetros que puede recorrerse en unas 3 horas.
Los “palos de escoba” que servían como guías han desaparecido casi en su totalidad debido al oleaje que continuamente los golpea, y desde hace décadas no se reemplazan de forma habitual. Al margen de los pocos troncos que quedan no hay otras referencias. El camino discurre por un lecho marino que carece de vegetación, piedras o cualquier otro elemento con el que nos podamos orientar. Además, en muchos puntos el terreno es inestable. Se corre el riesgo de quedar atrapado en zonas de arena donde uno puede ser literalmente engullido por la tierra sin posibilidad de escapatoria.
La marea sube sin previo aviso, y si esto sucede cuando se está alejado de la costa queda expuesto a ahogarse. Hasta la fecha están contabilizados hasta un centenar de decesos. Si bien la cifra puede ser muy superior debido a que hay gente que se ha adentrado en el mismo cuyos cuerpos fueron arrastrados mar adentro. 66 de los fallecidos cruzando este camino han sido enterrados en el cementerio de Little Foulness, que se encuentra próximo a ese punto.
El acceso al camino
Desde la I Guerra Mundial el camino ha perdido importancia. Y el tránsito por el mismo se redujo drásticamente, primero debido a que la isla de Foulness fue comprada por el Ministerio de Defensa del Reino Unido para poder realizar pruebas militares, siendo parte de sus ocupantes reubicados. Y más adelante, en 1932, porque se habilitó un ferry que une ambos puntos y que hacía innecesario su cruce a pie o caballo.
El camino discurre hoy tanto en su inicio como en su final por terrenos militares. Puede atravesarse siempre que no se estén realizando pruebas de artillería. Aunque se debe ser consultado previamente con las autoridades.
Es altamente recomendable visitar o recorrer este camino acompañado de un guía que lo conozca, aunque no es obligatorio. Adentrarse por cuenta propia puede resultar atractivo para los amantes del riesgo. Pero un simple día de niebla o un despiste puede desencadenar un accidente fatal.