La Fundación Centro de las Nuevas Tecnologías del Agua participa en una conferencia para exponer la práctica en materia de huella hídrica
La huella hídrica o water footprint es el indicador del uso del agua en todas sus vertientes. Un concepto que se utiliza en España desde el año 2008 para la elaboración de los planes hidrológicos con el objetivo de una gestión sostenible del agua. Dar a conocer la experiencia española en materia de huella hídrica fue el objetivo principal de la presencia de la Fundación Centro de las Nuevas Tecnologías del Agua (Centa), en la última conferencia Planet Under Pressure celebrada en Londres a finales de marzo.
En este evento internacional se reunió la comunidad científica para debatir en torno al clima, la degradación ecológica o la seguridad alimentaria, entre otros temas. Además se analizó cómo se introduce este concepto en el sector público español. Las conclusiones extraídas durante las diferentes jornadas llevadas a cabo, con el fin de aportar alternativas sostenibles a nivel global, servirán de base para la conferencia de Río+20 de Naciones Unidas prevista para este año 2012.
Con la presencia de Francisco J. Luque, encargado del departamento de la gestión ecosistémica del agua, Centa participó con su trabajo sobre la huella hídrica en España titulado Spanish experience introducing water footprint in river basin planning. Una comunicación tipo póster que formará parte de una publicación que editará UNESCO-IHE en el marco de este evento denominada Value of Water Research Report Series.
Concepto huella hídrica
Tras la aparición de este concepto en el año 2002, la investigación española sobre la huella hídrica de distintas cuencas españolas ha alcanzado un prestigio mundial al ser lo más destacado que se ha hecho en esta materia. Unos estudios que calaron en la administración pública y desde donde se han desarrollado planes sobre la huella hídrica del conjunto de los sectores productivos de cada cuenca hidrológica, y del consumo de sus habitantes. La huella hídrica es un indicador del desgaste del agua que combina el uso directo (higiene personal, agua de boca…) y el uso indirecto (el agua necesaria para producir los productos que se consumen, más todos los pasos de la cadena de producción).
Tal y como explica Francisco J. Luque, la huella hídrica de un productor se compone de tres partes. La huella hídrica verde hace referencia al agua usada en la producción, agua de lluvia antes de ser regulada (cultivos de secano). La segunda, es la azul, donde el agua es regulada y típica en los cultivos de regadío (ríos, embalses, acuíferos, agua regenerada…). Por último existe la huella hídrica gris, que es el agua contaminada en el proceso de producción y que no puede ser usada en ningún otro proceso productivo a no ser que sea tratada y depurada.
La huella hídrica es diferente según el producto consumido, dónde, cuándo y cómo se ha producido
Este indicador de agua depende de varios factores: no sólo del producto consumido, sino de dónde, cuándo y cómo se ha producido dicho producto, es decir «nuestra huella hídrica será diferente si nuestra dieta tiene más tomate que pimiento, pero además, este tomate tendrá diferente huella hídrica según donde se cultive», explica Luque.
Con la presencia de este concepto en los planes hidrológicos españoles se quiere «informar a la hora de tomar decisiones en la planificación hidrológica, pero todavía falta mucho para que la huella tenga protagonismo en los planes», indica Luque. El investigador del área de la gestión ecosistémica del agua en Centa asegura que «con la consideración de los estudios de la huella hídrica se ayudaría a cumplir con las directivas europeas sobre el agua, y no solo permitiría tener una visión mucho más completa de los flujos hidrológicos, sino que facilitaría la integración de la información hídrica, económica y ambiental».
El debate en los medios especializados sobre las aplicaciones de la metodología de cálculo de la huella hídrica es plausible y «muy interesante», asegura Luque. El experto dice que «en un país con los problemas de aridez que tiene España, este tipo de metodologías ayudan a ver como la importación de productos que requieren grandes volúmenes de agua en su producción, pasa a ser un elemento clave para la seguridad hídrica y alimentaria».
Según indica el especialista, «por el momento en Reino Unido parece no plantearse el uso de la huella en la gestión del agua ya que la orientación es hacia su valoración dentro de la cadena productiva del sector privado, mientras que en España y China se hace presente la huella en la planificación hidrológica». En el caso del Reino Unido el Department Environment Food and Rural Affairs (Defra), publicaba en junio del 2011 el compromiso de orientar a todas aquellas empresas interesadas en estudiar la huella hídrica de sus productos.
Luque hace ver las diferencias entre España y Reino Unido, y admite que la relación entre ambos países en términos de water footprint «es muy intensa, pues la horticultura del levante español y Andalucía son grandes proveedores de las despensas británicas».