Con el hundimiento del lujoso trasatlántico también murieron los sueños de una generación, y nació la leyenda del Titanic
Ayer, 15 de abril, tuvo lugar el primer centenario del hundimiento del Titanic, el trasatlántico de lujo cuyo primer y último fatídico viaje convirtió su nombre en sinónimo de tragedia. En una época de esplendor y éxito en el sector de la construcción naval, la naviera británica White Star, en su afán competitivo por batir récords de velocidad, tamaño y lujo, inició la construcción del Titanic en 1909. El barco de pasajeros más grande y lujoso hasta entonces construido, y que gracias a su sólido y resistente diseño dentro de la tecnología de la época fue calificado por la prensa de entonces como un buque fiable y «prácticamente imposible de hundir» (virtually unsinkable), ofrecía, entre otros, una piscina a bordo, gimnasio, salón de baile, pista de patinaje, baño turco, bibliotecas, y lujosos camarotes, así como una gastronomía envidiable.
El trasatlántico partió de Southampton el miércoles 10 de abril de 1912 con destino a Nueva York y bajo el mando del Capitán Edward J. Smith, transportando un total de 2.223 pasajeros (cifra imprecisa debido a cancelaciones de último momento y a la posible presencia de pasajeros clandestinos). Entre las grandes fortunas que partieron en aquel palacio flotante se encontraban destacadas figuras de la época, como J. Bruce Ismay, director general de White Star (sobrevivió), el magnate Benjamin Guggenheim (falleció en el hundimiento), y Thomas Andrews, arquitecto encargado de la planificación del Titanic, que fallecería en el hundimiento de su gran obra maestra.
El 14 de abril de 1992, tan solo unos días después de partir de la isla británica, navegando a 400 millas al sur de las costas de Terranova (Canadá), y con una noche fría y despejada como único testigo, los vigías del trasatlántico atisbaron desde sus puestos de obseración un enorme iceberg en la trayectoria del Titanic. Las órdenes de los oficiales desde el puente de mando de viraje hacia babor (izquierda) y de parar las máquinas (no hay certeza de qué medida se tomó) no fueron suficientes para esquivar la titánica masa de hielo que a las 23:40 colisionó contra el barco, causando una brecha de unos 90 metros de largo en el lateral de estribor del casco y por debajo de la línea de navegación y dañó cinco de los compartimentos estancos. El innovador diseño de dieciséis de estos compartimentos garantizaba que el barco se mantuviera a flote con cuatro de ellos afectados; desafortunadamente cinco resultó un número fatídico. Poco después de media noche y tras evaluar el irreparable daño del casco, se ordenó el despliegue de los barcos salvavidas (que aun cumpliendo con la legislación vigente del momento, eran insuficientes para evacuar a todo el pasaje y tripulación), dando comienzo a la tristemente conocida evacuación del Titanic.
Gracias al relato de los 706 supervivientes, conocemos escalofriantes detalles como el de la orquesta de abordo tocando música en cubierta para evitar el pánico entre los pasajeros, un pánico que se fue extendiendo a medida que la proa del barco iba hundiéndose, hasta que finalmente a las 02:20, el palacio flotante se hundió y desapareció en las frías aguas del Ártico.
Fallecieron 1517 (1523 según otras fuentes), probablemente de hipotermia, y en su mayoría hombres que viajaban en segunda y tercera clase, reflejando una sociedad jerárquica y clasista que no daba tregua ni siquiera ante la muerte. Un dato realmente curioso es que hubo un mayor número de fallecidos británicos que de americanos, se piensa que debido a la exquisita educación de los británicos al esperar su turno, y que a diferencia de otras culturas, los incapacitaba para abrirse paso a codazos y alcanzar los barcos salvavidas. Una virtud que el capitán Smith intentó aprovechar en los momentos de mayor pánico, gritando a los pasajeros «sean británicos, sean británicos» para evitar avalanchas en la evacuación.
En 1985 se localizaron los restos del Titanic a 13 millas de la última posición indicada por uno de los oficiales poco antes del hundimiento. Aunque los primeros exploradores del Titanic se mostraron reticentes a extraer objetos de lo que calificaron como un cementerio bajo el agua, con el tiempo se han ido extrayendo miles de piezas (platos, cuberterías, sillas, etc), muchas de las cuales se exponen en el National Maritime Museum en Greenwich. Hoy, los restos del Titanic están en peligro una vez más, no sólo por los riesgos de degradación, si no también por el riesgo de las continuas exploraciones a la zona.
Con el hundimiento del Titanic aquel fatídico 15 de abril de 1912, nació la estremecedora leyenda que un siglo después sigue viva en el recuerdo, sin que ningún iceberg sea capaz de acabar con ella, como demuestran los numerosos eventos organizados por todo el mundo a raíz del primer centenario. La pérdida humana fue terrible, pero no fue la mayor ni la única tragedia en la historia de la navegación moderna. Lo que distingue al Titanic de otros eventos similares es lo que representa; el final del famoso trasatlántico fue también el final de los sueños de una generación que se creyó indestructible, y al igual que ocurrió con el accidente del avión supersónico Concorde en el año 2000, su desaparición nos despertó de ese sueño falaz en el que nos sumergimos cuando los avances tecnológicos nos hacen sentirnos indestructibles, olvidándonos de la inevitable vulnerabilidad de los seres humanos, ya sean de primera, segunda o tercera clase.
EVENTOS EN LONDRES
Titanic, del director James Cameron. Relanzamiento en versión 3D, estrenada el pasado martes 27 de marzo en Royal Albert Hall.
Titanic, miniserie escrita por Julian Fellowes (Downton Abbey), en ITV, último episodio será retransmitido el próximo 15 de abril.
«S.O.S. – The Titanic Centenary»; jornada de películas y exposición sobre el Titanic en el British Film Institute (BFI), del 11 al 18 de abril.
«The Titanic Centenary», con la proyección de la recién restaurada grabación de 1912 «The Ill-Fated Titanic», en el Cinema Museum, el próximo 15 de abril a las 16hrs. El historiador cinematográfico Luke McKernan hará un repaso a las distintas versiones cinematográficas del hundimiento.
«Titanic Requiem», interpretado por el Royal Philharmonic Orchestra en el Central Hall, Westminster, el próximo 10 de abril de 2012.
«The Sinking of the Titanic», obra musical del compositor Gavin Bryars, en el Barbican Hall, el 15 de abril a las 20hrs.
«Titanic Remembered», exposición en el National Maritime Museum en Greenwich, del 8 de marzo al 30 de septiembre de 2012.