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Christopher Nolan y su ‘truco final

Antes incluso de leer las opiniones de los que consideran que la tercera entrega del caballero oscuro es una de las obras maestras más grandes del mundo mundial y del universo infinito, ya tenía el presentimiento de que tales absurdos criterios de los fans se iban a manifestar sin ningún tipo de miramientos. Y es que la segunda parte del murciélago justiciero, The Dark Knight (2008), dejó claro que hay gente que cree en ciertas películas como hay gente que cree en un ser superior. 

Fe que no entiende de razonamientos ni explicaciones varias. Parece un tanto sospechoso que el que traga cualquier cosa que Nolan le ha ofrecido en las dos últimas de Batman no lo haga por el impulso de una convicción casi religiosa, a tenor de la hiperbólica puntuación que The Dark Knight Rises (2012) disfruta en IMDB, por decir un medidor del éxito de las películas…y, sobre todo, fijándonos en el trágico suceso ocurrido en Denver la semana pasada o las amenazas de muerte que han recibido los críticos que se han ‘atrevido’ a dar una opinión desfavorable del film.

Si bien no es, ni mucho menos, una mala película, The Dark Knight Rises cae en una filosofía de andar por casa (no es Apocalipse Now, vamos), tiene secuencias de acción mal dirigidas (la última pelea cuerpo a cuerpo entre Bale y Batman es triste) y la megalomanía se derrumba por su propio peso (tantos personajes innecesarios abruma). Eso sí, a pesar de que no tiene todo el tiempo en pantalla que se merecía, Bale (Tom Hardy), con su voz -aunque ininteligible en muchos momentos-, y su portento físico, es tan legendario como el Joker de Heath Ledger.

Lo último de Nolan me confirma que el realizador sabe vender bien la moto, que las mejores cintas de superhéroes siguen siendo Superman (1978) y ¿por qué no? Los Vengadores (2012)… y que la mejor película del director londinense sigue siendo The Prestige (2006).

The Prestige, el truco final, basada en la novela de Christopher Priest y guionizada por los hermanos Nolan triunfaron al llevar al universo fílmico un relato apasionante y lleno de sorpresas. Hay películas que desafían las convenciones y las modas del tiempo en el que fueron rodadas, y, por ende, se arriesgan a que no alcancen a un gran número de espectadores. Teniendo en cuenta que el mismo año ya se había estrenado otro film de magos, El Ilusionista (2006), la película alcanzó directamente el número uno de la taquilla norteamericana en su primer fin de semana…pero las dos fueron olvidadas rápidamente en el box office.

La historia, cargada de flashbacks y de piezas que necesitan ser encajadas en un puzzle mental, se centra en dos magos de la época Victoriana, enfrentados en una lucha por ver quién consigue crear el número de magia más espectacular. Hugh Jackman logró su más exquisita interpretación en la piel de Rupert Angier, un personaje obsesionado por el éxito a cualquier precio y que se va pudriendo poco a poco por culpa de la muerte de su amada y, sobre todo, a causa de la envidia que le tiene a Alfred Borden (Christian Bale). Este último personaje se hace odioso casi desde el principio, debido a su arrogancia, e incluso el paso de Angier hacia el ‘lado oscuro’ no consigue que dejemos de sentir simpatía por él hasta el mismo, y singular, final.

Tal vez, lo único reprochable es la poca densidad e interés dramático que llegan a alcanzar los tres personajes femeninos. Da la sensación de que las presentaciones de las relaciones amorosas de El Truco Final o, incluso, la relevancia que las mujeres ejercen en la historia son un tanto insuficientes. Empezando por los escasos cinco minutos que se le dedican a Piper Perabo; siguiendo con las excesivas elipsis narrativas en la relación entre el personaje de Bale y el de Rebecca Hall; y acabando con una insulsa Scarlett Johansson que interpreta a un personaje ya de por sí insulso. Defectos que no eclipsan la brillantez formal y de guión del film.

Al igual que tantas películas ‘extrañas’ de la historia del cine, como por ejemplo Dark City (1998) o Donnie Darko (2001), The Prestige desafía al espectador a meterse de lleno en un relato lleno de laberintos, espirales que desembocan en la oscuridad del ser humano, y que está acompañado de una sugerente y deslumbrante puesta en escena. Pocos directores utilizan el formato panorámico de manera tan magistral como lo hace el director de El Caballero Oscuro, comparándose con otros virtuosos del cine contemporáneo como lo son John Mctiernan o David Fincher.

The Prestige ofrece imágenes inolvidables: todo el viaje de Angier en búsqueda de Nicola Tesla (un correcto David Bowie); todos los trucos de los magos sobre el escenario; o la tensión entre Borden y Angier frente al primer cadáver de la película.

No sólo se corona como la mejor película de Christopher Nolan, sino que también es una de las mejores obras que ha dado el cine en este siglo, demostrando que hay veces en las que ciertas imperfecciones cinematográficas no logran empañar el aura de peculiaridad (de esa que no puedes olvidar) con la que nace una película. You either have it, or you don´t.

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