El otro día quedé para desayunar con una amiga en Battersea Park, y me contaba que ha vuelto a la oficina, después de un año de estar trabajando desde casa. Me decía: ¡No la soporto!, ¡No la soporto!. Se refería a su compañera de trabajo que habla todo el día de ella misma. Mi amiga dice que se bloquea y es incapaz de decirle que se calle un rato. Me contó que le cuesta poner límites y que cuando llega a casa por la tarde le duele la barriga. Y es que lo que la mente calla, lo expresa el cuerpo. Quizá es que su compañera o amiga no es tanto como ella pensaba.
Le comenté que tenía dos posibilidades. O continuar quejándose de su compañera y quedarse en el papel de víctima o darse la oportunidad de verlo como una lección de vida. Decirle lo que piensa de manera asertiva, sin importarle qué pensará ella. Cuando alguien acude a mi terapia psicológica con estos signos suelo explicarles que la gente como la compañera de trabajo de mi amiga son maestros de vida para poder afrontar y trascender lo que todavía tenemos pendiente en nuestras vidas. En el caso de mi amiga: poner límites.
Alguien dijo alguna vez, «se repite lo que se permite». Y esto no es para echar la culpa de lo que estás haciendo, sino para que seas consciente de lo que te está pasando. En el caso de mi amiga, su compañera invade su espacio vital, y lo continuará haciendo hasta que mi amiga sea capaz de afrontar la situación que le molesta. Porque si calla y sigue tragando, seguirá con dolores de estómago.
Y es que el cuerpo nunca miente.
Los beneficios de poner límites
Te invito a que te atrevas afrontar tus miedos, que te expongas a ellos. Porque es solo eso, miedo creado por nuestros pensamientos de estrés.
Tampoco te culpes, si no te sientes preparado para exponerte a tus miedos, lo estás haciendo de la mejor manera que sabes.
Que sepas, que dentro de ti tienes todas las herramientas necesarias para poder crecer y evolucionar. Para poder llegar a esa calma interior que tan bien nos sienta. La calma, esa sensación de tranquilidad y de tener confianza en la vida.
Texto del Dalai Lama: “Se llama calma”
Se llama calma y me costó muchas tormentas.
Se llama calma y cuando desaparece…. salgo otra vez a su búsqueda.
Se llama calma y me enseña a respirar, a pensar y repensar.
Se llama calma y cuando la locura la tienta se desatan vientos bravos que cuestan dominar.Se llama calma y llega con los años cuando la ambición de joven, la lengua suelta y la panza fría dan lugar a más silencios y más sabiduría.
Se llama calma cuando la amistad es tan sincera que se caen todas las máscaras y todo se puede contar.
Se llama calma cuando el silencio se disfruta, cuando los ruidos no son solo música y locura sino el viento, los pájaros, la buena compañía o el ruido del mar.
Se llama calma y con nada se paga, no hay moneda de ningún color que pueda cubrir su valor cuando se hace realidad.
Se llama calma y me costó muchas tormentas y las transitaría mil veces más hasta volverla a encontrar.
Se llama calma, la disfruto, la respeto y no la quiero soltar…
Si necesitas el consejo de algún profesional puedes contactar con Olga Gallardo, Psicóloga residente en Londres que lleva a cabo sus terapias de forma presencial y online.