Decía Anatole France que una necedad dicha por millones de personas no deja de ser una necedad. No sé si las malas críticas de la última película de M. Night Shyamalan han llegado ya al millón, pero lo harán muy pronto, a tenor del efecto bola de nieve que están alcanzando las injustas y ciegas opiniones de “ultracuerpos” que, probablemente, no han visto el film protagonizado por Will Smith y Jaden Smith. Padre e hijo en la vida real y principales causantes de que el producto reciba los peores vituperios para un blockbuster hollywoodiense en los últimos trece años…desde Campo de batalla: la Tierra.
Después de Oblivion, After Earth es la otra very expensive película de este 2013 en la que los protagonistas vuelven a una Tierra desolada, destruida tanto por la sociedad como por causas naturales e inhabitable desde hace mil años. El hombre vive ahora en otro sistema de planetas llamado Nova Prime. El imperturbable general Cypher Raige (Will Smith) decide llevarse a su hijo de 13 años, Kitai (Jaden Smith), de acompañamiento en el último trabajo espacial antes de retirarse, con la intención también de hacer buenas migas con el chico y acercarse más a él.
Durante la misión, un meteorito choca contra la nave. El único sitio donde pueden hacer un aterrizaje de emergencia es el planeta Tierra, lleno de peligros en forma animal y vegetal. Kitai y su progenitor (gravemente herido) son los solitarios supervivientes, aunque no por mucho tiempo si el niño no consigue recuperar el transmisor que los haga contactar con el equipo de salvamento de Nova Prime.
After Earth es un nuevo fracaso -comercial- en la carrera del director hindú después de La joven del agua (2006), El incidente (2008) y Airbender, el último guerrero (2010), el cual debe estar rascándose la cabeza sin saber exactamente qué ha hecho para merecer el varapalo al que se ve sometido cada vez que estrena un nuevo título. Atrás quedaron los tiempos de gloria, las rompe-taquillas El sexto sentido o El protegido. After Earth podría haberse consolidado como el renacer de Shyamalan si el papel de Kitai no lo interpretara el que lo interpreta, y es que al público (a la masa) no le hace falta mucho esfuerzo para tomar la parte por el todo y convertir una sólida y espectacular historia en un bodrio infumable. No deja de ser absurdo acusar a Will Smith de “enchufar” a su hijo cuando el ex–príncipe de Bel Air es el creador de la trama y el productor de la misma, el que ha puesto el dinero y, por lo tanto, el que elige. No estamos hablando de un alcalde, que sirve al pueblo y debe darles las mismas oportunidades a todos.
Dicho todo esto, no me malinterpreten, la película de Shyamalan no es una obra maestra, ni siquiera está a la altura de la historia sobre el niño que veía muertos o incluso Señales (2002), pero ni mucho menos se erige como esa mayor-bazofia-del-siglo que muchos están vendiendo en el universo online. After Earth es un entretenimiento de altísimo nivel, a veces magnético (el estupendo y sencillo instante en el que la puerta automática de la nave no para de abrirse y cerrarse que da “fisicidad” al conjunto digital; la narración de Cypher al hijo que concluye con la idea del miedo y el peligro; el salto al vacío de Kitai; el momento en el que el gran pájaro resguarda del frío al chico, momento este muy Shyamalan…), tal vez algo perjudicado por la banda sonora de James Newton Howard, que no para de recordar al Batman de Nolan y que, curiosamente, nos sugiere que el tema principal del caballero oscuro le pertenece más a Howard que a Hans Zimmer.
Si bien previsible en la mayoría de secuencias hasta llegar al final, el film de Smith está cargado de afanosos detalles de puesta en escena –la araña en la mano del niño- y de una última frase dicha por Kitai no habitual en este tipo de producciones y que aporta mucho a la identificación del espectador con este atractivo relato de valentía y superación personal.