Fassbender, Pitt, Cruz, Diaz, Bardem…todo un reparto de altura que ni tú ni yo podríamos pagar -entre otras cosas porque hay actores baratos que interpretan mejor- dirigido por un inspirado Ridley Scott al que, por desgracia, no lo acompaña en acierto el escritor Cormac McCarthy, novelista de 80 años ganador del Pulitzer y que, con El consejero, se estrena en el cine como guionista.
Michael Fassbender, el abogado/consejero del que nunca sabremos su nombre, quiere hacerse rico a toda costa, para satisfacer su calidad de vida y la de su novia Laura (Penélope Cruz haciendo de mujer florero). El camino fácil será involucrarse en un asunto de drogas, con cártel mexicano de por medio, junto a su amigo Reiner (un estupendo Javier Bardem súper bronceado) y la chica de este último, Malkina (Cameron Diaz en el papel más desacertado de su carrera). También aparece por ahí Westray (Brad Pitt haciendo lo suyo), una especie de macabro Pepito Grillo que sabe perfectamente de la poca experiencia del abogado en el mundo criminal. Los consejos de Westray no tienen mucho efecto, excepto cuando ya es demasiado tarde.
Algunos se preguntarán que quién soy para criticar un guión de un Pulitzer… y la verdad es que tendrían hasta razón, pero cuando un «truño» calamitoso se hace tan evidente ante nuestros ojos es importante desahogarse. A ver, la película tiene sus cosas buenas, por fuerza tiene que tenerlas con un equipo técnico y artístico de resonancia. Ejemplo, su tamiz certeramente filosófico (aunque forzado) deja unas cuantas frases célebres para el recuerdo de los amantes a las citas cinematográficas. «Eres bastante fría, eh!», dice Reiner, «la verdad no entiende de temperaturas», responde Malkina llevándose los tres puntos y el partido. Y no, no estoy siendo sarcástico. Es de agradecer que un thriller de historia tan esquemática, trillada y previsible cuente al menos con precisos diálogos que hagan pensar un poco sobre decisiones y consecuencias, misoginia, codicia, la aflicción…y sobre hacer el amor con un coche. Scott/McCarthy juegan a ser Cronenberg y montan una alucinante secuencia en la que el cuerpazo de Cameron Diaz (o la doble) se lo hace con el Ferrari de Reiner. Un momento tan memorable como el de la alita de pollo en Killer Joe (2011).
Visualmente, El consejero es impoluta. El realizador, junto al director de fotografía Dariusz Wolski, se ha esforzado por crear imágenes atractivas, muy posh, que aprovechen el decorado y las localizaciones. Scott no es precisamente un novato en pulir el diseño de producción de sus películas, y aquí se mueve como pez en el agua. Sus set-pieces podrían sacarse del film y funcionar igualmente; o incluso más, porque al final poco nos importa lo que les ocurra a la mayoría de los personajes. The Counsellor sí tiene temperatura, es fría como el hielo -¿quizás se quedó demasiado en la sala de montaje?- y sus elipsis narrativas no funcionan.
Queremos más, conexión, lógica, no solo puntos de vista sobre yo-y-mis-circunstancias. Sorprende que se enseñe lo irrelevante y que se quede en off lo que debería haber dado emoción y chicha a la narración. En un particular momento, Malkina entra en un confesionario para picar al cura con insinuaciones sexuales (sic), una secuencia unida a nada y que poco aporta al espectador medio que se acerque al cine a pasar un buen rato; si al menos se hubiera tirado de nuevo al coche…