Centrado en el policiaco de marchamo realista, sucio, callejero y extremadamente violento desde que fuera el autor del guión de Training Day allá por el 2001, el norteamericano David Ayer se pone por tercera vez detrás de las cámaras con End of Watch. La película protagonizada por Jake Gyllenhaal y Michael Peña oscila entre lo interesante y lo inverosímil, traicionando con esto último lo que -da la sensación- pretende el director en sus primeras secuencias y otros momentos puntuales.
Taylor y Zavala son polis y amigos de Los Angeles que tienen que experimentar cada puto día (como dirían ellos) las miserias y el horror de los peores barrios. Gabby (Natalie Martinez) y Janet (Anna Kendrick), personajes casi anecdóticos, son las mujeres que cuidan y acarician en las noches las heridas de los dos hombres. En una de esas intensas jornadas de trabajo, la pareja de policías conocerá a «Big Evil», un traficante que no descansa hasta vengarse de aquellos que se pongan en su camino.
Aprovechando la idea de Taylor de grabarlo todo con videocámara casera, la construcción visual que Ayer utiliza para el film se basa en la nerviosa cámara en mano (sea la del policía o no), siempre con un tono documental apoyado en las naturales interpretaciones de muchos de los actores…con especial atención a Natalie Martinez y el mismo Michael Peña, actor nada ajeno a meterse en la piel de héroes cotidianos (como en World Trade Center, de Oliver Stone).
Teniendo en cuenta que el realizador y guionista de End of Watch pasó su juventud en las arriesgadas zonas que se exponen en la película, me sería un poco complicado destruir el castillo de naipes y decir que ciertos instantes distan mucho de ser cercanos a la realidad. Si bien todas las conversaciones que los dos cops tienen dentro del coche son empáticas (y simpáticas), chocantes son otras que parecen salir de los peores actioners de las últimas tres décadas: el momento cuando Zavala se quita la placa y se encara con un chuleta de las calles; la escena en la que Big Evil y sus acólitos disparan a los protagonistas…a escasos metros…y sin apenas herirlos…
Con influencias de Michael Mann y series como The Shield o The Wire, End of Watch es, a pesar de su perdonable inestabilidad en cuanto a coherencia, un muy loable intento de mostrar la dura realidad norteamericana (¿mundial?) a través de un microcosmos de LA lleno de inmigrantes sin salida, de inmigrantes con salida pero que se han acomodado en el tráfico y la codicia, de hijos que viven con iracundas familias. Una obra cargada de testosterona pero también de humanidad, y que nos hace ver que detrás de esos «abstractos» miembros de la ley a los que tanto se critican últimamente (solo hay que echarle un vistazo a las redes sociales…) hay personas que se juegan la vida a diario por nosotros.