En 2009 todos los amantes del buen cine (e incluso del malo) tuvimos la suerte de encontrarnos con Zombieland, una película fresca, divertidísima y visualmente ambiciosa…ambiciosa en el sentido más estético del asunto, que estamos hablando de cine comercial y no de Dreyer, claro. Aun así, el sello personal del director ha empezado a ir cobrando capacidad con sus productos posteriores. Después de la menos sorprendente 30 Minutes or Less (2011), Ruben Fleischer vuelve con una chulería afín al universo de Tarantino y Guy Ritchie. Un explotation de gansters, «testosterónico», para pasarlo en grande.
Mickey Cohen (Sean Penn) es el indiscutible dueño – autoproclamado- de la ciudad de Los Ángeles durante los años 40. Nadie le hace sombra, y todo aquel que intenta interponerse en sus ambiciones acaba en una tumba. El jefe de la policía, Parker (Nick Nolte), invita a John O´Mara (Josh Brolin), uno de los mejores y más honestos hombres con placa, a crear un grupo de vigilantes con el único motivo de destruir el imperio del brutal mafioso. En ese grupo, a lá Los Intocables (1987), están Jerry (Ryan Gosling), Max (Robert Patrick), Ramirez (Michael Peña) y Keeler (Giovanni Rivisi).
Tal y como se puede ver, si hay algo de lo que Gangster Squad no carece es de excelentes actores, mitad rudos- de esos que reparten hostias como panes (Penn, Patrick, Brolin)- y mitad elegantones, como Gosling, ese tío que te hace el amor cuando habla o cuando enciende un pitillo, y…Emma Roberts. Porque sí, hay mujeres, claro, haciendo de contrapunto perfecto del macho más machito. También aparece por ahí la protagonista de la estupenda serie de The Killing, y esperemos que esta actriz se quede de verdad en el cine y no le ocurre como a otros televisivos que no pudieron encontrar su hueco en la pantalla grande (¿álguien se acuerda de Daniel Benzali?, «googléenlo»).
Aparte de tomar como referente a la obra maestra de Brian de Palma sobre Elliot Ness, Gangster Squad es un entretenimiento con mayúsculas que bebe además de Mulholland Falls (1995), en la que también salía Nick Nolte. Fleischer demuestra que a día de hoy es uno de los directores con mayor talento a la hora de filmar la violencia (Zack Snyder es otro): seca, sin compromisos, jugosa a ratos, abundante en brillantes slow motion y con el empujón justo para unir la imagen con la historia que está contando. Si bien algunos personajes no llegan tanto al espectador como debieran (el de Michael Peña es casi anecdótico), lo cierto es que el interés no decae gracias a la puesta en escena y a los intérpretes, con especial atención a un pletórico Sean Penn. Muy recomendable.