Aunque el mundo entero está ahora tratando de calcular el impacto que los acontecimientos de Egipto podrían tener en el Magreb, lo cierto es que España ha reaccionado tímidamente. Esto tiene su lógica: las exportaciones a Egipto equivalen a menos de 850 millones de dólares y la inversión directa es igual a 80,4 millones o el 1,2% del capital procedente de la Unión Europea (el Reino Unido, en cambio, inyecta un 73%).
Pero si piensan que me dejo llevar por la codicia de los números ante un hito histórico, piensen que en pocas palabras, si los aspirantes a ocupar las oficinas de Hosni Mubarak tienen un ojo en el futuro, deben rumiar cómo deshacerse de la antigua plantilla política del país ─y satisfacer las demandas de los cientos de miles de ciudadanos que ocuparon el Cairo─ sin dañar las previsiones económicas del país. De hecho, hace un tiempo, las cosas parecían muy prometedoras. Sólo un par de semanas atrás, el equipo de Investigación de BBVA comparó Egipto con Sudáfrica, que es la mayor economía de África, y llegó a la conclusión de que la nación que hoy se halla en plena revuelta era el relevo natural.
Según BBVA «EAGLE es el acrónimo en inglés de ‘las principales economías emergentes en el marco del crecimiento mundial’ y este grupo incluye a todos los mercados cuya contribución al crecimiento de la demanda mundial se espera que supere la media de las economías G6 (es decir, el G7 excluyendo a los EEUU) durante los próximos diez años. Hay diez EAGLE; ordenados en escala decreciente a su contribución al crecimiento mundial, son China, India, Brasil, Indonesia, Corea, Rusia, México, Turquía, Taiwán y Egipto».
Según los economistas del banco español, Alicia García-Herrero, Daniel Navia y Mario Nigrinis, «dentro del grupo EAGLE, el único país africano que aparece es Egipto, del cual se espera que contribuya con entre el 0,7% y el 1% al crecimiento de la demanda mundial». BBVA Research llegó a anticipar que, en el caso de Egipto, los resultados podían ser incluso mejores, ya que este país había generado datos consistentemente superiores a los de Sudáfrica en los últimos 30 años (y particularmente durante la crisis mundial). Por lo tanto, según estas previsiones, que además se situaban muy cerca del consenso internacional, Egipto sobrepasaría en 2013 a Sudáfrica y se convertiría en la mayor economía del continente y en modelo a seguir. No hace falta decir que los egipcios merecen hoy un poco de respaldo y ayuda para ganar este pulso a la opresión a favor de la democracia y a favor de su economía (y la nuestra).