El gallardo porte del actor español Alex Brendemühl (Barcelona, 1972), encabezado por su espectacular mirada, cerró la semana pasada la novena edición del Spanish Film Festival de Londres. El intérprete, que presentó aquí uno de sus más recientes trabajos para el cine, la loable Insensibles (2012), está ahora en las carteleras de toda España protagonizando la cinta argentina Wakolda (El médico alemán). Es posible que esta última ofrezca a Brendemühl la notoriedad que merece, sobre todo si finalmente aterriza en la ceremonia del Oscar el 2 de marzo de 2014.
La primera línea de tu entrada del Wikipedia dice que…
Miedo me das (risas)
…estás especializado en personajes introspectivos y obsesivos…
Sí, estoy más o menos de acuerdo. Tiendo a hacer personajes que no expresan lo que de verdad se les pasa por la cabeza, que tienen un pensamiento que va por un lado y un comportamiento determinado que al final es la que llega. Y lo de obsesivos pues supongo que es porque he interpretado a seres que se encuentran al límite del comportamiento humano, como psicópatas o esquizofrénicos.
¿Y la elección de ese tipo de personajes es pura casualidad?
Hubo un punto de inflexión que fue Las horas del día. Ese fue el primer papel en el que hacía de asesino en serie, y a partir vieron que yo podía hacer esos personajes. Me empezaron a llover propuestas para hacer casi lo mismo. Tuve que rechazar «parodias» de lo que había hecho en aquella obra de Jaime Rosales. No tenía mucho sentido. Me gusta reinventarme y hacer cosas diferentes, lo que pasa es que ese tipo de roles acaban por ser los más sonoros. Sí es cierto que a raíz de la película he intentado encontrar papeles de cierta complejidad psicológica, con claroscuros. Pero, ya te digo, lo que más me gusta es sorprenderme a mí mismo con el trabajo y realizar cosas nuevas.
Insensibles, en la que también interpretas a un personaje obsesionado, esta vez con su pasado, se une a la larguísima lista de películas españolas que fracasan en taquilla. Tengo que decirte que este caso me choca especialmente por la calidad técnica, artística y narrativa ¿Por qué pasa esto?
Tal vez la película no encontró la manera de acercarse al público y de resultar atractiva aprovechando todos los valores con los que contaba y cuenta. Es muy difícil hacer una buena promoción para que las películas se acerquen a la gente y tengan ganas de verlas, y en este país llegas tan justo al final del montaje que ya no queda dinero para la publicidad.
Por otra parte, también está el tema de la Guerra Civil. Insensibles toca ese contexto a pesar de que tire por derroteros del cine fantástico. Creo que hubo gente que pensó «¡Otra sobre la Guerra Civil!» y que ya de entrada les rayaba o les aburría ese «hándicap». Personalmente, no me importa que se escriban libros o se hagan películas que hablen sobre ese momento tan álgido de la historia de España; es un material interesante a nivel narrativo e informativo. La época en la que vivimos es fruto de los errores que se vivieron en esa etapa concreta, y mucho de aquellos años se ha ido arrastrando hasta llegar a la actualidad.
No sé si oíste lo que dijo ayer Montoro, el ministro de hacienda, aquello de que «los problemas del cine español no solo tienen que ver con las subvenciones, sino con la calidad de las películas y su comercialización».
La parte de autocrítica que tenemos que asumir nosotros es hasta qué punto no hemos conectado con el público o en qué nos equivocamos los creadores para que la división entre nosotros y el espectador sea tan pronunciada. Tenemos qué pensar por qué las historias no gustan, o no llegan, o no se han sabido vender. Dicho esto, es evidente que la industria del cine español no ha contado con el apoyo institucional, no se ha considerado darle el impulso necesario, no solo económico sino también en lo referente a prestigio y a la credibilidad del trabajo que hacemos. El enfrentamiento del gobierno contra la gente del mundo de la cultura se nos ha vuelto un poco en contra, desembocando en una especie de castigo bastante manifiesto hacia la industria cinematográfica. Hemos quedado ahí -de forma injusta- como los niños mimados que se quejan sin sentido.
En estos dos últimos años has protagonizado tres grandes producciones como son El Bosc, Insensibles y la película argentina de Lucía Puenzo, Wakolda, que ha sido seleccionada además para intentar estar entre los finalistas del Oscar. ¿Estás en el mejor momento de tu carrera?
Este momento dulce dura ya 10 años. He podido desarrollar papeles que me han dado muchas satisfacciones, escribir, dirigir cortos, etc. Llevo una década muy buena, sin duda, que fueron posteriores a dos años de parón en los que no trabajé nada. Del 2000 al 2002 nadie me llamaba, y ahí es donde decidí tomar las riendas de mi carrera y generar opciones en vez de sentarme a esperar. Cuando te mueves ocurren cosas. El caso de Wakolda es sorprendente; está siendo un exitazo en Argentina.
Háblame un poco del rodaje de Wakolda y de tu inmersión en el papel del médico alemán.
Fue un rodaje muy especial. Yo era el único extranjero entre todo un equipo de argentinos. Lucía fue la que me envió un email proponiéndome este personaje, lo cual me halagó mucho. Ella había visto trabajos míos anteriores y le interesé. Y, bueno, hasta cierto punto soy uno de los pocos actores que podían interpretar el rol, porque hablo alemán y español por igual e incluso dicen que me parezco físicamente al médico, que se convirtió en uno de los hombres más malvados de la historia. La filmación me aportó muchas alegrías, pero además fue duro, en pleno invierno patagónico.
Has mencionado antes tu incursión en la realización de cortometrajes… ¿tienes pensado hacer una película en el futuro?
Son dos los cortos que he rodado, y mi plan es que sea una trilogía. Tengo un largometraje escrito que he estado moviendo por ahí en los últimos 3 o 4 años. Lo dejé algo aparcado pero creo que lo recuperaré en su momento, cuando tenga un buen rato libre entre tanto trabajo de actor. El proceso de producción de una película es muy aparatoso y ocupa mucho tiempo.
Hablas tres idiomas perfectamente: español, catalán y alemán. ¿En cual te sientes más cómodo y te expresas mejor en pantalla?
Es curioso, a veces hay momentos en los que pienso que no domino bien cualquiera de los tres. Es tan habitual que cambie entre ellos que al final es como si ninguno fuera mío de verdad. Mi identidad es compleja (risas). He trabajado más en español y catalán, así que en esas lenguas sí sé mejor mis trucos que en alemán o también el inglés.
¿Aspiras a meterte en el cine norteamericano? La elección de Wakolda para el Oscar podría abrirte las puertas…
No soy de los que sueñan con irse a Los Ángeles. Nunca ha sido una de mis prioridades, pero no descarto intentarlo si me ponen en medio un guión atractivo.
Me encanta este actor español. Tengo que aclarar, eso sí, que había otra extranjera en el rodaje de Wakolda: Natalia Oreiro, que es uruguaya (aunque los uruguayos están al otro lado del charco nomás y ella, además, vive en Buenos Aires).