El ‘brunch’ es un acontecimiento típico de los países anglosajones que sirve de excusa para reunir a familiares y amigos los fines de semana y los días festivos y de libranza
La palabra brunch, un acrónimo formado por ‘br’ de breakfast y ‘unch’ de lunch, se ha internacionalizado. Esta comida que está a medio camino entre el desayuno y el almuerzo solía formar parte de la cultura anglosajona desde que los británicos la inventaron allá por finales del siglo XIX. Más tarde se la llevaron al otro lado del charco. Y hoy en día se sirve en hoteles, restaurantes y hogares de todo el mundo, en países que no son necesariamente de habla inglesa y donde se escucha pronunciar brunch a gente diversa.
Se puede asociar el brunch con el típico desayuno inglés, ese que suele contar con tostadas, huevos (cuyo estilo scrambled parece ser el más popular), salchichas, beicon y judías en salsa de tomate (entre otros ingredientes, que dependerán si se trata de un English Breakfast normal o de un Full English Breakfast, cuyos pormenores difieren entre regiones y países). Lo cierto es que el brunch no tiene por qué ser de este estilo. De hecho es muy variado, incluyendo fruta fresca, zumo, embutido, quesos, salmón ahumado y piezas dulces de bollería, mantequilla y mermelada. La idea es rescatar parte del desayuno y parte del almuerzo, todo en uno.
Se toma entre las 11 de la mañana y las 2 o las 3 de la tarde, durante las horas de la afternoon, cuando uno ha trasnochado un poco o se ha pegado a las sábanas un sábado o domingo, o simplemente cuando a uno le apetece y puede. Parece la solución perfecta cuando uno se levanta con hambre y no quiere esperar a la hora de comer, aunque esto revele la contradicción de que los anglosajones suelen almorzar temprano anyway… Quizá el nombre esté más relacionado con el hecho de tomarlo en fin de semana y días festivos, en los que uno está más relajado, que con las horas en que se toma.
Este tipo de comida tiene también un fuerte componente social, pues se suele hacer entre amigos y/o familiares y puede alargarse por horas. Lo importante es reunirse para degustar un menú bastante completo pero sencillo de preparar que cuenta con las bondades dulces del desayuno y también con alimentos más consistentes propios del almuerzo. A veces resulta que el brunch llena tanto que ya no se come nada hasta la hora de la cena o incluso el día siguiente (aunque hacer esto no parece muy saludable).
En España, concretamente, se ha introducido esta moda en época reciente. Hay restaurantes y hoteles que sirven el brunch y lo llaman por su nombre original, sin traducciones. La oferta gastronómica variará entre comunidades autónomas, debido a sus costumbres particulares, pero la idea es la misma: juntar el desayuno con la comida. Por ejemplo, en un brunch español probablemente no faltará jamón serrano, embutido y todo tipo de panes, patés, quesos y fruta fresca. ¡Para chuparse los dedos!