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Deseos de un 2016 incierto

Querido año nuevo:

Tienes que saber que hacer esto se convierte en un reto para mí. Pedirte deseos en enero y que se cumplan es como creer que se puede encontrar un oasis en medio del desierto. Pero a pesar de todo soy tan obstinada y optimista como tú, y allá voy:

Mi primer deseo es el derecho a poder vivir mi vida. Mi madre me obsequió con la mía y ahora te ruego la oportunidad de disfrutarla como la merezco. Aunque resulte patético este regalo, la sociedad actual está exenta de ese privilegio. Y es que vivimos en un mundo lleno de personas pero no de humanos, de cosas con precios insostenibles pero con valores sin cifras incalculables. De diferencias sociales, esclavitud y aberraciones socio-culturales por doquier. En resumen, un planeta hecho por y para sibaritas.

Mi segundo deseo es un lugar lleno de personas que sienten, pero no de gente con resentimiento. Que el amor sea sincero, que sea el motor que nos mueva y no actuar por la llamada del odio, la hegemonía del egoísmo, la vil pobreza y la cruel hipocresía.

Quiero, además, libertad. Pero desde la educación. Y es que los políticos nos quieren ignorantes, la Iglesia sumisos, los jefes agachados, los bancos fundidos y la ley busca excusas para hallarnos presos. Necesitamos pensar para poder volar y así librarnos de las cadenas que nos impone el gobierno con su sistema educacional.

También te exijo que no sea necesario el castigo, ni la clemencia. No es necesario el indulto si no existe una condena. Que no haya necesidad de arrodillarse, ni para pedir comida, ni para suplicar perdón. Quitar los miedos. Que la gente camine de frente sabiendo que no es humillada desde arriba ni envidiada desde abajo. Igualdad para todos. Basta los prejuicios. Ni blancos, ni negros, ni lucha de sexos. Todos tenemos un color, un corazón, una patria y una cultura que nos diferencia pero no nos discrimina.

Y finalmente, te pido un lugar. Un lugar del que no tenga que salir y renunciar a mi país y a mi patria. A lo que me vio crecer y creer, y al lugar que, desgraciadamente, está destruido por personas con una potestad tan desmesurada llegando incluso a los límites de la corrupción. Una demagogia  latente de gobernantes cuya salvación es la huida del lugar. Es cierto que no nos queda otra. Y si a esto le sumamos ideales mucho mejor. El problema es por el sistema actual, que de una sacudida nos lo arrebató, ofreciéndonos a cambio una destrucción masiva de promesas fingidas, sociedades que clasifican a la gente por sus monedas en los bolsillos y no por sus maneras con los demás, y por un mundo habitable sin pensar en la supervivencia y lucha de clases del ser humano.

Supongo que estos deseos escritos no son únicamente míos. Son las ilusiones que todo ser humano desearía conseguir para poder vivir en paz. Difícil hacer e improbable conseguir. Materializar esta lista de peticiones y anhelos se puede convertir en una utopía, pidiéndolos tanto en enero como en diciembre. Y como hay cosas que no están al alcance de uno y para esto es un camino duro, voy a empezar a hacer lo que sí que puedo conseguir por mí mismo: ser feliz.

El resto te lo dejo a ti.

 

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