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El «Efecto Glasgow»; donde morir joven es la norma

“Triste paradoja es la de nuestra existencia: viviendo, todo falta; muriendo, todo sobra”

 Félix López de Vega, escritor español del Siglo de Oro

Se dice que para que un avión se estrelle deben de darse una concatenación de errores, toda una cadena de fallos que hagan posible dicho hecho. De por sí, una o varias incidencias no son capaces de provocar este trágico suceso; pero si el destino quiere que estas se combinen, el resultado será catastrófico. Y casi se podría aplicar una analogía entre esto y lo que sociólogos, psicólogos y demás analistas de la mente y la sociedad han dado en llamar el “efecto Glasgow”.

Sin duda, esta ciudad escocesa es un lugar con grandes atractivos, pero desde hace años copa la atención por factores más allá de los puramente turísticos, económicos o incluso políticos. Porque quien nace allí espera vivir unos 65 años, una media bastante inferior a la de ciudades de su entorno y ya no digamos en comparación con otros países como España o Italia. La estadística, ya de por sí mala, se torna catastrófica si nos adentramos en Calton, al este de la ciudad, donde la expectativa de vida de los locales es de tan sólo 54 años.

¿Cuáles son los factores que explican esto? Como se decía, no hay un solo motivo. En los últimos años se han llevado a cabo estudios comparativos entre esta ciudad y otras colindantes y con similares niveles de desempleo o renta como Manchester y Liverpool. Y la conclusión es que la tasa de suicidios para la población de entre 15 y 45 años duplica la de otros puntos del Reino Unido, y que se cuenta con un 30% más de probabilidades de morir joven. Los ingredientes de este “cóctel explosivo” son varios, pero los más destacados son drogas, alcohol y violencia.

Alcohol, dieta y falta de radiación solar

El efecto Glasgow no es algo que se haya dado desde tiempos inmemoriales. De hecho, se apunta que este emergió a principios de la década de los 90. La ciudad escocesa lideraba, y aún lo hace, el consumo de heroína, una droga con un potencial destructivo impresionante. Por otra parte, el consumo de alcohol es también un factor de riesgo. De acuerdo a lo publicado por varios estudios, Glasgow se encuentra entre las posiciones de cabeza en cuanto a consumo de unidades de alcohol por semana, con cerca de 21 por persona, además de liderar la ingesta de licores y bebidas de alta graduación.

La dieta figura también como una de las causas de la elevada mortalidad. Si en general la cocina británica no se caracteriza por ser una de las más saludables, las estadísticas empeoran en el caso de Escocia en general y Glasgow en particular, donde sólo uno de cada cinco habitantes cumple con la recomendación gubernamental de consumir 5 piezas de fruta o vegetales al día  y donde hasta hace poco el Deep-Fried Mars Bar, una barra de chocolate y caramelo empanada y frita, constituía uno de los principales tentempiés de los locales.

Además de esto también está la carencia de vitamina D. La particular ubicación de Escocia hace que el índice de radiación solar sea extremadamente reducido, menor incluso que el de países situados en coordenadas más al norte como Suecia o Alemania. Sabiendo de la importancia de dicho elemento como factor de prevención de caries, osteoporosis e incluso determinados tipos de cáncer, no es de extrañar que la falta de radiación solar acabe por afectar gravemente la calidad de vida e incluso reduzca la esperanza de vida de los habitantes.

Desindustrialización y violencia, la cara B de Glasgow

Hasta aquí, todo son factores medibles y más o menos cuantificables. Pero tampoco son exclusivos de dicha ciudad, ya que afectan más o menos al conjunto del Reino Unido, con lo cual no resultan determinantes para explicar la alta tasa de mortalidad y reducida esperanza de vida de Glasgow.

Hay otros factores cuyo impacto es difícil de cuantificar. Por un lado, hay residentes que creen que el efecto Glasgow se debe también a la situación de tensión social que siempre ha habido en la ciudad. Como ha ocurrido en otras partes del Reino Unido como Ulster, en la historia de la ciudad escocesa siempre hubo enfrentamientos entre católicos y protestantes. La división aún a día de hoy es palpable y mucho más marcada de lo que puede ser en cualquier otro lugar, y un simple enfrentamiento entre el Celtic de Glasgow y el Rangers pone de manifiesto como las heridas entre ambos colectivos no han llegado a cicatrizar.

Hay quien alude también a la desindustrialización. Hasta la llegada de Thatcher, Glasgow era una ciudad colmada de fábricas de industria pesada y talleres. Pero a lo largo de la década de los 70 estas dejaron de ser rentables económicamente, y como sucedió en otras partes de Europa, como el norte de España y de Francia, estas abandonaron la región para recolocarse en lugares donde la mano de obra era más barata. El desempleo pudo amortiguarse con la extensión del sistema de benefits, pero ello dejó un gran sector de la población sin posibilidades de encontrar otro empleo y absolutamente desmoralizada.

La violencia y la desestructuración familiar es también un fenómeno particular en Glasgow. El citado desempleo casi crónico de ciertas capas de población, que vive sin objetivos claros, les ha colocado dentro de un círculo vicioso extremadamente complicado de romper, ya que pasa de generación en generación. La falta de propósitos en la vida provoca situaciones de estrés y ansiedad que de nuevo, pueden llevar al consumo de alcohol y drogas.

El destino ha colocado a Glasgow en el epicentro de una tormenta perfecta. En la ciudad parece que el problema se concentra en el sector de población con menor poder adquisitivo, donde un elevado índice de muertes prematuras hace que la esperanza de vida media sea muy reducida. Pero ni el factor político, ni el nutricional, ni tampoco el de la falta de sol explican por sí solos la peculiaridad de la ciudad escocesa. Definitivamente no es un misterio indescifrable, pero si bien se ha logrado identificar la mayoría de causas que lo provocan, la parte más complicada pasa por plantear soluciones a las mismas que puedan ser efectivas a corto plazo.

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