Esta diversión entre jóvenes se salda por el momento con tres víctimas y 10 heridos en lo que llevamos de año. En la mayoría de los casos el alcohol y el consumo de drogas están detrás de esta práctica temeraria que consiste en lanzarse a la piscina desde un balcón elevados
Saludan a la cámara, cogen carrerilla y se lanzan a la piscina desde un cuarto piso. Son los bautizados como ‘precipitados’ y practican el ‘balconing’, un deporte temerario donde algunos jóvenes se divierten, inconscientemente y arriesgan sus vidas, saltando de terraza en terraza o utilizando estas como simples trampolines. Muchos de ellos han colgado sus ‘meritorios saltos’ en la red.
Sus consecuencias son fatales, en los mejores casos las víctimas sufren politraumatismos, o fracturas en brazos o piernas, pero en algunas ocasiones la ‘gracia’ termina con la vida del imprudente. Por el momento este año 3 personas han muerto, entre ellas un británico. Este joven resbaló y no pudo realizar el salto que le hubiera permito alcanzar el agua de la piscina. Su caída fue de diez metros, desde la cuarta planta a la primera, y aunque el joven fue trasladado con vida hasta el hospital, los médicos no pudieron hacer nada para salvarlo.
Verano, drogas, alcohol, turistas imprudentes, son los componentes que están detrás del ‘balconing’. El creciente número de casos que se ha dado en los últimos años ha hecho que las agencias de viajes extremen todas las precauciones, pero como en todo, siempre depende de las personas. Aquellos que son sorprendidos lanzándose desde las terrazas de sus habitaciones son expulsados del hotel.
Balconing en Mallorca |
En los vídeos que corren por la red se puede observar como los jóvenes sonríen a la cámara, como son aplaudidos y animados por sus compañeros antes y durante la caída. Y las imágenes son el mejor ejemplo para ver la peligrosidad de esta práctica, muchos caen a escasos centímetros del bordillo de la piscina, otros corren para coger carrerilla sobre unas baldosas mojadas con el consiguiente riesgo de resbalar y caer al vacío sin el impulso necesario para alcanzar el agua.
Además, el consumo previo de alcohol o de estupefacientes provoca la falta de reflejos, y aumentan la euforia, haciendo que la víctima no calcule correctamente los peligros que suponen caer desde una altura elevada. Esta práctica en la mayoría de los casos se realiza durante la madrugada, cuando sus practicantes llegan de una noche de fiesta.