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El camino hacia el éxito de Pablo Picasso

La Courtauld Gallery de Londres repasa en Becoming Picasso: Paris 1901 los primeros pasos del entonces joven artista malagueño.

Por mucho que transcurran los años, hay artistas que aún hoy siguen suscitando el interés de buena parte de los apasionados del arte, llenando con sus obras las salas principales de los museos más importantes del mundo, y cuyo trabajo, infinidad de veces observado, siempre se presta a ofrecer un matiz diferente, un detalle que tan solo el estudio o el paso del tiempo ha dejado al descubierto.

Si tuviéramos que hacer una lista con los artistas más influyentes que han nacido en España, llegar a un consenso podría resultar una tarea algo ardua. No obstante, habría un nombre que nadie podría atreverse a eludir. El nombre del autor de obras maestras como el imponente Guernica (1937), o Las señoritas de Avignon (1907), precursor también del movimiento que revolucionaría allá por comienzos del siglo XX el panorama artístico a nivel global: el cubismo.

Se trata, como no podía ser de otra manera, de Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz y Picasso, más conocido como Pablo Picasso.

Desde la pasada semana y hasta el 26 de mayo, los aficionados al trabajo del artista malagueño están de enhorabuena, ya que las paredes de la Courtauld Gallery han sido las elegidas para acoger una exhibición única que repasa una parte de la colección de Picasso. Becoming Picasso: Paris 1901 mostrará a todo aquel que se acerque hasta el majestuoso Somerset House de la capital británica, donde se encuentra la galería, un buen puñado de obras que el malagueño realizó durante el año que pone título a la exhibición. «Convirtiéndose en Picasso», ya que se trata de los primeros trabajos que el pintor y escultor español llevó a cabo en lo que fue uno de sus primeros contactos con Francia, un periodo en el que para muchos Picasso ya empezó a llevar a cabo sus primeras obras maestras.

Partimos de la base de que el año 1901 cuenta con dos fases para el artista malagueño. Dos fases que son tan diferentes como el día y la noche -casi literalmente-, y que no son más que consecuencias visibles de un estado anímico que pasa del jolgorio a lo sombrío, de la alegría a la tristeza, lo que marcará el inicio de la famosa «etapa azul» que tan prolífica resultó ser para Picasso. Por lo tanto, para comprender mejor Becoming Picasso: Paris 1901, es preciso que el lector -y visitante en potencia- tenga un conocimiento básico de los acontecimientos biográficos que incidieron en la manera en la que el artista se enfrentara a un lienzo en blanco.

Self-Portrait, 1901. Oil on Canvas, 73,5×60.5. Private Collection.

Picasso viajó por primera vez a París, «la capital de las artes», con tan solo 19 años, allá por el otoño de 1900, acompañado por el joven artista catalán Carles Casagemas. Es en este momento cuando el joven malagueño conoció al en su época reconocido marchante Ambroise Vollard, quien supo ver en Picasso el talento necesario para asegurarle que el siguiente verano sus obras podrían ver la luz en la exhibición Vollard. Al comienzo del año siguiente, Picasso tuvo que regresar a Madrid, donde transcurrió la primera mitad de 1901, inmerso en la creación de Arte Joven, una revista, de corta duración, que tenía como objetivo introducir el modernismo catalán en la capital de España. En febrero de ese mismo año, Picasso recibió la horrible noticia de que su amigo Casagemas se había suicidado en París, fruto de un desamor, el de Germaine Pichot, que luego resultaría ser una de «Las señoritas de Avignon».

En mayo, Picasso viajó a París con la idea de preparar la exposición que había acordado el pasado año con Vollard. Contaba con poco más de un mes para elaborar su colección. Todo apunta a que «la inspiración le pilló trabajando», ya que llegó a pintar tres cuadros en un solo día. En los cuadros de esta primera etapa, que ocupan la primera de las dos salas de la galería Courtauld, tal y como lo hicieron en la exhibición de Vollard del verano de 1901, predominaban los colores cálidos del París bohemio, el del cabaret y el del desenfreno. La exhibición fue todo un éxito, el comienzo de una prometedora trayectoria. No obstante, el pintor malagueño sintió la necesidad de tomar otro camino: un camino que dejaría atrás el jolgorio para centrarse en obras que reflejarían su profunda preocupación por la efímera existencia humana. Este punto de inflexión lo marcó, sin duda, el trágico suicidio de su amigo Casagemas.

Por eso, cuando uno cruza el umbral que le lleva a la segunda sala de la galería londinense, tiene la sensación de adentrarse en un mundo totalmente diferente al anterior: un mundo en el que predomina la nostalgia, las tonalidades grises y azules y la temática existencialista. En esta sala, tal y como explicó el curador de la exposición, Barnaby Wright, destaca el cuadro La habitación azul, que, según afirma, para muchos es la materialización del punto de inflexión que marca el paso de una fase a la otra. En este segundo periodo, que coincide con la segunda mitad del año 1901, Picasso elabora cuadros con temáticas que pasan del cabaret a la soledad de una mesa de café y un vaso vacío, de personas bailando y pasándoselo bien, a parejas que ya se han dicho todo lo que se tenían que decir. Destaca la presencia, por vez primera, de la figura del arlequín, que años más tarde haría tan famoso el trabajo del joven malagueño y que resultó ser un alter ego del propio artista. Finalmente, como no podía ser de otra manera, Picasso debe canalizar su sentimiento de pérdida de un ser querido, elaborando así retratos y cuadros póstumos de su querido amigo Casagemas.

No obstante, hay un cuadro en el que Wright hizo especial hincapié, que marcó el inicio y el final del recorrido y que se erige majestuoso a un lado de la sala de la Courtauld Gallery: es el autorretrato del propio Picasso, en el que se dibuja a sí mismo con una camisa blanca y un pañuelo naranja que contrastan con un fondo oscuro. En la parte de arriba se puede leer «Yo», escrito junto a su inconfundible firma, «Picasso», que empezó a usar durante este periodo y que con el paso del tiempo se ha convertido en todo un símbolo del Arte (con mayúsculas) a nivel mundial.

Becoming Picasso: Paris 1901 ofrece al visitante la posibilidad de disfrutar, de manera exclusiva y por tiempo limitado en la Courtauld Gallery, de pinturas que se encuentran en las salas de los museos más importantes de todo el mundo, y que suponen los primeros -y acertados- pasos de uno de los pintores españoles más influyentes y reconocidos de la Historia.

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