Con un ambiente distendido y un lleno total, entre copas de vino y tapitas de jamón, se inauguró la segunda edición del Spring Spanish Film Festival en los Cines Lumière. Un fin de semana (del 20 al 22 de abril) de premiers que contó con dos estrenos en Reino Unido: La chispa de la vida, de Alex de la Iglesia, y la cinta extrañamente íntima Madrid, 1987, de David Trueba.
La tragedia hecha espectáculo, recuerdos de los 80 y Saura estrellas del Spring Spanish Film Festival
Un asistente repasa el programa del festival. / Pablo Goikoetxea.Carlos Saura fue el protagonista de la segunda edición del Spring Weekend con una clase magistral sobre el flamenco y la influencia de este arte en algunas de sus películas, como Bodas de Sangre, El amor brujo, Flamenco y Carmen. «El éxito del flamenco es que se renueva constantemente y acepta influencias de todas partes«, dijo Saura en una entrevista con el diario Expansión.
Invitados a la fiesta de apertura./ Pablo Goikoetxea.En cuanto a la situación actual del cine español, Saura aseguró, en una entrevista con la BBC, que es el «momento de hacer películas, buenas películas«. «Ha habido un nivel bastante bajo que no ha conseguido atrapar al público. Va a haber una limpieza feroz, terrible, dramática en todo. Lo que no sé es si van a quedar los mejores o los peores. Creo que el cine español ha estado demasiado protegido.», concluyó Saura.
Así mismo Saura adelantó en su visita al festival que la actriz estadounidense de «español perfecto», Gwyneth Paltrow, dará vida a la fotógrafa francesa Dora Maar en su próximo proyecto 33 días. En este trabajo, Saura narrará la historia de cómo el pintor malagueño Picasso, que será interpretado por Antonio Banderas, creó en 33 días el Guernica.
La chispa de la vida
Primero fue el Festival de Berlín, le siguieron Los Goyas y el Festival de Tribeca de Nueva York y ahora Londres. La ácida crítica a la actualidad española del director Álex de la Iglesia con La chispa de la vida, ha recorrido todo el mundo gritando a los cuatro vientos el mensaje de «¡Dignidad por encima de todo!, sobre todo, en tiempos de crisis». Reflejo del pesimismo actual reinante en España, la ironía del director se encuentra ya hasta en el título. Rodada en localizaciones de Madrid y Cartagena, la historia, -adaptada por De la Iglesia de un guión original de Randy Feldman-, es sencilla y contundente: Roberto (José Mota) es un publicista en paro que alcanzó el éxito cuando se le ocurrió un famoso eslogan: «Coca-Cola, la chispa de la vida». Ahora es un hombre desesperado que, intentando recordar los días felices, regresa al hotel donde pasó la luna de miel con su mujer (Salma Hayek). Sin embargo, en lugar del hotel, lo que encuentra es un museo levantado en torno al teatro romano de la ciudad. Mientras pasea por las ruinas, sufre un accidente: una barra de hierro se le clava en la cabeza y lo deja completamente paralizado. Si intentara moverse se moriría. Se convierte así en el foco de atención de los medios de comunicación, lo que volverá a cambiar su vida. En semejante tesitura, Roberto decide sacar partido y vender la exclusiva para solucionar para siempre los problemas económicos de su familia.
Madrid, 1987
Para redondear la apertura y tras competir en la Sección Internacional de Largometrajes de Ficción del Festival de Sundance, el sábado 21 de abril se proyectó, no sin dificultades, el último trabajo de David Trueba. Esta crónica sobre el paso del tiempo es una compleja historia sobre el choque generacional entre un viejo y prestigioso columnista y una joven estudiante de Periodismo, que se citan en un café de la capital española, en un caluroso día de julio de 1987. Entre ellos, desde el primer instante, se desarrolla un duelo desigual entre el deseo, la inspiración, el talento y las perspectivas profesionales.
Protagonizada por un colosal José Sacristán y una siempre bella María Valverde, esta cinta es una conmemoración del año en que Trueba inició la carrera de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. El director y escritor madrileño reconoce que se trata de un proyecto «pequeño y sencillo», pero con el ánimo de otorgarle carácter a la época por medio de los personajes y no de los decorados. Por eso la trama principal se desarrolla en un diminuto baño donde los protagonistas se quedan encerrados y (literalmente y excesivamente) desnudos intentando sobrevivir al roce emocional. «Es el enfrentamiento entre dos generaciones», afirma Trueba.
María Valverde y José Sacristán representan por una parte a los que se encontraron en los ochenta con una democracia consolidada; y por otra a los que la consiguieron.