El pasado martes 10 de septiembre, el Instituto Español Cañada Blanch de Portobello abrió sus puertas a sus 540 alumnos para inaugurar la vuelta al cole del curso 2013-2014. Con motivo del inicio de este nuevo año escolar, desde El Ibérico hemos querido homenajear a este rincón de España en Londres que lleva abierto desde 1977, cuando Don Vicente Cañada Blanch (1900–1993) fundó, en Greenwich, el Instituto de Emigrantes Españoles. Este hombre adelantado a su tiempo dejó su Burriana (Castellón) natal en 1920, con objetivos que poco tenían que ver con el de la educación. Don Vicente, que se encargaba de introducir productos españoles como naranjas y verduras en el país británico, percibió que los emigrantes españoles en el Reino Unido perdían todos los lazos con su país que les vio nacer.
El comerciante castellonense veía como los hijos de los emigrantes españoles no tenían la oportunidad de continuar su enseñanza en castellano. En la mayoría de los casos, incluso se olvidaban de su idioma materno. Las raíces españolas de estos niños desaparecían completamente, convirtiéndose, en lo que él mismo llamaba «niños perdidos para España». Un ejemplo de este hecho era la familia de los Santamaría, con los que Don Vicente se reunía los fines de semana. Sus hijos tenían dificultades para expresarse en español, algo que a nuestro protagonista le producía una especial desazón, como se recoge en el libro ‘Instituto Español Cañada Blanch: Un colegio para el siglo XXI’.
Esta y otras experiencias vividas en varios países europeos convirtieron su deseo por ayudar a la juventud emigrante en una obsesión. Don Vicente no paró hasta conseguir los fondos suficientes para primero, financiar el Instituto Español de Emigración del Ministerio de trabajo en 1971, y luego fundar el Colegio Español en Greenwich. El libro citado anteriormente, recoge el momento en el que este mecenas español anunciaba a sus amigos la buena nueva: «Rafael, el lunes irá Miguel a tu despacho. Podéis disponer de £120.000 para que compréis un edificio y destinarlo a crear un Colegio Español que acoja a todos los hijos de emigrantes de modo que se eduquen en castellano. Que no se pierdan para España». Para él, este sólo era el primer paso, ya que en su mente tenía la creación de otros colegios en Europa «para que los hijos de los emigrantes no sean forzosamente camareros en Londres, barrenderos en París o mineros en Bruselas».
Finalmente, en 1977, el Instituto abría sus puertas en la zona de Greenwich. La ubicación no era la ideal debido a que los alumnos debían pasar largas horas en el transporte público. Por esa razón, cinco años después, se mudaron a Portobello Road, un lugar mucho más céntrico y más accesible, donde la comunidad española había empezado a asentarse. En una conversación con la actual Directora del centro, la granadina María Isabel Martínez López, nos hemos puesto al día de cómo funciona este peculiar Instituto. Se trata de un centro de titularidad del Ministerio de Educación y Ciencia Español, con currículo bilingüe. A pesar de sus raíces españolas, el centro no sólo acoge alumnos españoles, sino que cada vez es mayor la demanda por parte de familias inglesas que quieren que sus hijos se eduquen en el Cañada Blanch. La principal motivación es la oferta posibilidad de educarse en el bilingüismo con dos de las 3 lenguas más habladas del mundo.
Estatua de Vicente Cañada Blanch, en el colegio.Actualmente el porcentaje de familias inglesas que han decidido matricular a sus hijos en el Cañada Blanch es el del 10%. Sin embargo, esta cantidad es menor cuando hablamos de alumnos de bachillerato, ya que la mayoría de los padres de este tipo de alumnos prefieren matricular a sus hijos en un instituto local donde obtienen la titulación británica. Según la propia directora, esto cambiaría si se permitiese al Cañada Blanch ofrecer la doble titulación, «estamos trabajando en ello». Desde la dirección del centro se promueve la matriculación de este tipo de alumnos con el reparto de trípticos informativos en ambas lenguas y una jornada de puertas abiertas.
Pero los alumnos británicos no son los únicos no españoles cursando sus estudios en el colegio español, sino que también hay un porcentaje amplio de estudiantes latinoamericanos. Este fenómeno ha cambiado la fisonomía del alumnado. Antiguamente los alumnos gallegos eran amplia mayoría. La conocida naturaleza migratoria de los habitantes de Galicia quedaba patente al echar un vistazo en la lista de alumnos matriculados. En la actualidad, sigue siendo la Comunidad de origen predominante, pero con un porcentaje mucho menor. Esta presencia histórica ha promovido la enseñanza del gallego como cuarta lengua (el francés se imparte como lengua extranjera).
Su alumnado se caracteriza por la movilidad. Los estudiantes vienen y van según las necesidades de la familia. Sólo el 20% de los alumnos que empiezan con 5 años en preescolar acaban el bachillerato en el centro. Como ya hemos comentado antes, el éxodo máximo se produce al término de 4º de la ESO. De entre los que sí que terminan 2º de bachiller en el Cañada Blanch, el 70% decide matricularse en universidades españolas. Lo cual no significa que los alumnos no salgan preparados para cursar sus estudios universitarios en el Reino Unido, como refleja la presencia de antiguos alumnos del Cañada Blanch en universidades prestigiosas como Oxford y Cambridge.
Una de las claves del éxito del centro es el bilingüismo, algo tan de moda en los colegios españoles y que sin embargo no siempre funciona. El profesorado se divide en los funcionarios españoles y los locales. Los primeros son profesores de colegios españoles que deciden solicitar la adscripción internacional de 6 años de duración máxima. Mientras que los segundos son nativos contratados por el centro y que se encargan de impartir sus asignaturas en inglés. Este modelo sería el ideal para los centros que en España ofertan el currículo bilingüe. El problema es que supondría una inversión mayor al Estado que en esta época de crisis no está para grandes alardes.
El colegio trabaja codo con codo con la Fundación Cañada Blanch creada en 1970, por el propio Don Vicente, con el objetivo de dejar testimonio del amor a su tierra y su cultura. Entre las actividades promovidas por la fundación se encuentra la entrega del Premio a la Excelencia Académica dotado con 600 euros, otorgado anualmente al alumno más brillante del centro. Veinte años después de su muerte, Don Vicente estaría orgulloso al ver lo que su deseo ha sido capaz de convertir. No hay ninguna duda al afirmar que su legado sigue vigente.