Casi todos estarán de acuerdo en que ni el clima ni la comida podrían ser calificados como puntos fuertes del Reino Unido. Pero lo cierto es que la gastronomía es una forma de entender la idiosincrasia de un país, y quizás lo que algunos de los platos típicos de este país nos dejan ver es un carácter práctico y utilitario. Hoy desde El Ibérico os traemos el origen de 5 platos típicos británicos que tanto foráneos como locales reconocen como intrínsecamente británicos.
1. Fish and chips
Hasta la aparición de otras cadenas de alimentación centradas en hamburguesas, pollo frito o pizzas, una ración de fish and chips era lo más cercano al concepto de comida rápida en el Reino Unido. Y a pesar de la competencia existente hoy en día en dicho sector, no se puede negar que el pescado con patatas fritas sigue teniendo cierta presencia en el país británico y es uno de los platos tradicionales que de vez en cuando uno no se resiste a degustar.
Por separado, las patatas fritas y el pescado rebozado llevan siglos por estas tierras. Sin embargo, parece que el consumo de dichos alimentos estaba implantado de forma desigual. Mientras que las patatas, no tan sólo fritas, sino también cocinadas de otros modos, se consumían sobre todo en el norte de Inglaterra por muchos británicos desde casi su llegada al continente europeo, el pescado rebozado gozaba de más popularidad en Londres y otras partes del sur del país desde décadas antes, introducido por emigrantes judíos provenientes de España y Portugal, derivado del “pescaíto frito”. A lo largo del siglo XIX se extendieron los establecimientos que servían este tipo de comida llamados fried fish warehouse, llegando a ser nombrados por Charles Dickens en su novela de Oliver Twist en 1838.
Se desconoce el momento exacto en el que ambos alimentos pasaron a combinarse y se les añadió otros ingredientes como vinagre y sal, pero sí que se sabe que fue en 1860 cuando se abrió el primer establecimiento dedicado a la venta en específico de dicho plato, de manos de Joseph Malin. Dado que era una fuente económica de proteínas de fácil acceso para las clases más desfavorecidas, fue incluso promovida desde el gobierno, convirtiéndose en uno de los platos británicos más populares del.
2. Desayuno inglés
El full english breakfast es una tradición con décadas de antigüedad, y las primeras citas sobre el mismo datan de principios de 1800. Durante la época victoriana se popularizó en todas las clases sociales, aunque por diversos motivos. Mientras que para los agricultores y operarios de fábricas era una ingesta de alimentos sustanciosa que les permitía no tener que detenerse a hacer un gran ágape a mediodía (en el caso de los primeros, les permitía aprovechar las horas de sol al máximo; en el caso de los segundos, evitaba hacer pausas a las cuales no estaban autorizados en los procesos de producción en cadena), para las clases más adineradas el desayuno inglés constituía una oportunidad para mostrar su riqueza frente a otros invitados.
Curiosamente el desayuno no era conocido en sus inicios como desayuno inglés sino como Scotch breakfast, y así fue recogido por primera vez por el Brewer’s Dictionary of Phrase and Fable.
El desayuno, ya popular durante la época victoriana, acabó por hacerse omnipresente a inicios de 1920 a raíz de una campaña publicitaria. Al objeto de aumentar las ventas de panceta que producía, el empresario Edward Bernays difundió recomendaciones de médicos y especialistas que aconsejaban consumir desayunos abundantes. Ambos salieron beneficiados, ya que Edward multiplicó sus ingresos y la gastronomía británica consolidó uno de sus platos más populares.
3. Chicken tikka masala
¿Un plato de origen indio entre los platos británicos más populares? Entendemos que pueda resultar extraño, pero es así, y no lo decimos nosotros, sino incluso altos cargos públicos, como el ex secretario de asuntos exteriores Robin Cook, que en 2001 se hizo popular por unas declaraciones en una entrevista en las que calificaba a dicho plato como el “British national dish”, algo que lejos de provocar risa en algunos contó con la aprobación de la mayoría.
El origen del plato no está claro, pero algunos lo sitúan en un restaurante indio en Glasgow, Escocia, en algún momento en la década de los 70. Se dice que fue fruto de la necesidad, inventada por un chef de origen pakistaní llamado Ali Ahmed Aslam. Una noche en su restaurante recibió la visita de un conductor de autobuses que se quejó de que su pollo con curry resultaba un poco seco. En un ejercicio de imaginación ideó una salsa mezclando yogurt, nata, tomate y especias. La creación resultó ser un éxito, y no tan sólo el conductor acabó agradeciendo dicha comida al chef, sino que de nuevo acudió en los días siguientes con sus amigos y familiares británicos, motivando que este decidiera incluirlo de forma definitiva en el menú.
Cierto o no, lo que sí se puede confirmar es que durante la dominación británica de países como India o Pakistán las tropas allí estacionadas solían incorporar fermentados lácteos a la comida para proteger la flora bacteriana y evitar dolencias estomacales.
En 2009, el diputado Mohammad Sarwar puso en marcha una iniciativa para que el Parlamento apoyara una campaña reclamando a la Unión Europea que declarara a la variedad de pollo tikka masala propia de Glasgow como “denominación de origen”, una medida que no gozó de apoyo popular y que no fructificó.
4. Marmite
Si hay algo más divisivo entre los británicos que el Brexit o qué opinión tienen respecto a Margaret Thatcher es su postura sobre la Marmite, un producto que, según la campaña publicitaria que utiliza la misma compañía productora, puedes adorar u odiar, pero que al que no puedes ver de forma indiferente.
La Marmite, una pasta para untar de color oscuro y sabor salado que se consume en tostadas o carne, se comenzó a comercializar en 1902 como medida para aprovechar la levadura de cerveza que sobraba en la fabricación de la fábrica de cervezas Bass. Tan sólo cinco años después el producto había adquirido tal fama que la compañía abrió un segundo centro de fabricación cercano a Londres.
El acto definitivo que le permitió al producto adquirir popularidad nacional fue cuando una década después se descubrió cómo sintetizar vitaminas, lo que permitió añadir varias vitaminas del grupo B a dicha pasta y con ello comercializarla como un producto saludable.
A día de hoy se desconoce la composición exacta del producto y la compañía ha logrado mantenerla en secreto, y hace unos años un anuncio de la compañía Tesco indicando que debería aumentar su precio provocó tal volumen de quejas que no tuvieron más remedio que retractarse.
5. Shortbread
Acabamos la lista con un producto dulce, una galleta doblemente horneada con una gran cantidad de mantequilla y azúcar. Ya se tiene constancia del consumo de este producto en una fecha tan temprana como el siglo XII, si bien esa versión constituía un producto bastante menos sabroso que a lo largo de los siguientes años fue refinándose.
El shortbread acabó por saltar a la fama en el siglo XVI, gracias a la promoción ejercida por la reina María I de Escocia, siendo en ese periodo cuando se empezó a cortar en cuñas triangulares y se comenzó a aromatizar con semillas de alcaravea gracias al comercio con otros continentes.
Hasta hace unos años el shortbread era un producto casi de lujo que se consumía en contadas ocasiones como Navidades o bodas. En la actualidad, gracias a los métodos de producción en cadena, se ha abaratado el precio y se puede disfrutar de este producto de forma más habitual, haciéndolo uno de las galletas más populares para acompañar desayunos británicos y meriendas.