La institución más arraigada del Reino Unido, la monarquía, ha vivido diversos cambios de imagen a lo largo de su historia. El más sonado, el acontecido el 17 de julio de 1917, hace ahora 106 años. Anteriormente conocida como Casa Sachsen-Coburg und Gotha (una rama de la Casa Wettin de origen germano), la Familia Real británica adquirió el nombre dinástico de Windsor ante el sentimiento anti-alemán que la propaganda bélica extendió por el Reino Unido y el resto del Imperio Británico durante la Primera Guerra Mundial.
La Gran Guerra, un asunto familiar
El origen de la casa Sachsen-Coburg und Gotha se remonta al Príncipe Alberto, consorte de la Reina Victoria, que trasmitió a sus descendientes el susodicho título. Anteriormente, los descendientes de la Casa Real británica habían mantenido su título original, también alemán – Hannover – desde 1714. A su muerte, en 1901, la Reina Victoria era conocida comúnmente como la Abuela de Europa. Con 9 hijos y 34 nietos, todos emparentados con familias reales del continente, la mayoría de las casas reales europeas tenían un antepasado común con la difunta reina.
Había pasado poco más de una década desde la muerte de la Reina Victoria cuando sus nietos, ahora jefes de Estado, condujeron a sus respectivos países a una contienda que cambiaría el mundo. La Primera Guerra Mundial fue una contienda entre imperios, con el objetivo claro de obtener la supremacía mundial. Una guerra entre potencias industrializadas con devastadores efectos, 10 millones de muertos y 21 millones de heridos y mutilados. Los contendientes se agruparon en dos bandos, llamados la Triple Entente (el Imperio Británico, la República Francesa, el Imperio Ruso, el Imperio de Japón, República Portuguesa, el Reino de Serbia, el Reino de Grecia, el Reino de Bélgica, EEUU, el Reino de Rumanía y el Reino de Italia) y las Potencias Centrales (el Imperio alemán, el Imperio Austro-Húngaro, el Imperio Otomano y el Reino de Bulgaria).
La Gran Guerra fue también, una guerra de familias. Las relaciones de parentesco entre los soberanos de ambos bandos es sorprendente. El Káiser Guillermo II, el Rey Jorge V de Inglaterra y el Zar Nicolás II de Rusia eran primos. Las reinas consorte de las familias reales de Grecia, Rumanía o Bélgica también se encontraban emparentadas con la Abuela de Europa.
Windsor: Renovarse o morir
Los participantes de la Gran Guerra, animados por su propia narrativa nacionalista, se lanzaron a la contienda con la certeza de que el asunto quedaría zanjado en menos de un año. Sin embargo, la realidad se impuso y la guerra se prolongó durante cuatro largos y sangrientos años. La guerra trajo consigo racionamientos, escasez, movilización en masa. Y dejó a muchos combatientes tullidos de por vida o con secuelas psicológicas, especialmente las clases más humildes.
Para mantener alta la moral de la población y asegurar su contribución al esfuerzo bélico, los establishment de los contendientes se dedicaron a la producción de una cantidad inusitada de propaganda de guerra, con el objetivo de deshumanizar al enemigo y de dignificar a los propios. Facilitado por los medios de comunicación de masas, esta propaganda fue «exitosa» generando un sentimiento de aprensión y odio contra el bando contrario.
Londres, entonces, se encontraba habitada por una amplia comunidad de alemanes emigrados que regentaban mayoritariamente pequeños negocios. Al inicio de la contienda más de 60.000 alemanes, austro-húngaros y turcos residían en el Reino Unido, todos considerados de «origen enemigo». De manera intermitente, desde septiembre de 1914 a julio de 1917, estos establecimientos regentados por alemanes fueron atacados por masas enfurecidas en las principales ciudades del Reino Unido ¡Incluso los dueños de perros salchicha, dachshund o teckel, fueron hostigados por la calle!
El Rey Jorge V se deshace de sus títulos «made in germany»
Esta escalada amenazaba con salpicar a la propia monarquía británica. El Káiser Guillermo de Alemania, que para el público británico encarnaba todos los horrores del enemigo, era el primo del Rey. Era imposible disociar la imagen de ambos. Para más inri, el título nobiliario de la Familia Real era alemán. Se necesitaba una reacción rápida para ofrecer una imagen institucional de patriotismo que calmase a la calle.
Por ello Jorge V, el 17 de julio de 1917, proclamó la adopción del nombre Windsor (en referencia a la residencia habitual del monarca y su familia, el castillo de Windsor) renunciando a los títulos de origen alemán. De la misma manera, la nobleza británica adoptó la misma medida, anglificando sus apellidos para escapar de la ira de las masas.