El pasado lunes 6 de junio el partido conservador vivió una vez más una historia que tiende a repetirse en los últimos tiempos y que para nada es exótica en la política británica y la vida del partido. El comité 1922 comunicaba la recepción de, al menos, 54 cartas enviadas por miembros del parlamento (MPs) indicando su voluntad de retirar la confianza al actual primer ministro Boris Johnson. Muchas personas se mantuvieron expectantes durante la mayor parte del día especulando sobre dicha votación y los posibles escenarios. En las siguientes líneas os explicamos brevemente en qué consiste el proceso, así como que implicaciones puede tener para el rumbo del partido conservador y el futuro del actual primer ministro.
El Comité 1922 es un órgano rector y de control creado dentro de la Abadía de Westminster (cuna del parlamentarismo británico) a fin de vigilar y organizar las actividades del partido conservador en el seno del parlamento. Los tories, que se postulan como uno de los pilares fundamentales de la democracia en el Reino Unido, crearon este particular órgano colegiado (curiosamente pese a su nombre en abril de 1923) y desde entonces se han acogido a su disciplina desde el máximo de los respetos.
La cuestión de censura
Una de las funciones que dicho comité tiene al cargo es la puesta en marcha de lo que sería una cuestión de censura dentro del propio partido. El nombre cuestión de censura viene muy al caso ya que podríamos decir que combina ambos aspectos de nuestra cuestión de confianza (en la que el Primer Ministro se somete voluntariamente a una votación parlamentaria para entender si sigue investido con la confianza de la cámara baja) y de la moción de censura (en la que los críticos al Gobierno plantean una alternativa política al actual Primer Ministro mediante su revocación y sustitución en el puesto) por encontrarse a medio camino entre ambas. En principio, el proceso es sencillo, un 15% de los miembros del parlamento que pertenezcan al partido conservador tiene que remitir una carta al presidente de dicha comisión indicando su voluntad de revocar la confianza en el Primer Ministro, es decir, Boris Johnson.
Como parte de todo este misticismo protocolario británico, Sir Graham Brady (actual encargado de presidir el Comité) ha mantenido durante toda su trayectoria un sepulcral silencio sobre la cantidad de cartas recibidas en cada momento a fin de promover la meritada cuestión de censura. Por mucho que la insistente prensa británica le ha ido preguntando a lo largo de los años, Brady ha guardado con recelo cuantas cartas se iban presentando mediante la constante y seca respuesta de “aún no se ha recibido el quorum del 15% para proceder a la votación” hasta el mismo momento en el que se hubiese pasado ese porcentaje. Este silencio se interpreta como un respeto absoluto a la libertad parlamentaria, evitando que los distintos grupos de poder dentro del propio partido presionen cara a llegar a la cuota necesaria. Dicho lo cual, varios MPs han sido abiertamente críticos con Boris Johnson y salido a la palestra indicando la remisión de su carta al comité.
El informe de Sue Gray
El escándalo del partygate ha sido uno de los principales detonantes de la votación del pasado lunes. La llegada del informe de Sue Gray fue un verdadero jarro de agua fría para el Gobierno de Johnson cuya marcha se había visto claramente desgastada por los continuos escándalos (como el caso de las grabaciones de Matt Hancock en el baños ministeriales con su asistenta personal, siendo el Ministro de Sanidad promotor de las medidas de distanciamiento durante la pandemia) sumados a los dos grandes quebraderos de cabeza que el país arrastra desde la salida de Theresa May, es decir, el Brexit y la posterior pandemia.
De esta forma, Johnson había esquivado con maestría dicho informe puesto que era un proceso administrativo elaborado por una alta funcionaria y a fin de sancionar las conductas del personal de Downing Street, por tanto, salpicándole menos de lo que se pensaba. No obstante, a renglón seguido de sus conclusiones finales, Scotland Yard realizó una investigación paralela en la que no solo reprobó las acciones de Johnson en la famosa fiesta de “traeros vuestras propias bebidas” en Mayo de 2020, sino que además se fue extendiendo a otras fiestas e incidentes hasta sancionar severamente las acciones del Primer Ministro y sus asesores.
La diferencia entre el parlamentarismo británico y el español
El jubileo de la pasada semana ha significado dos cosas importantes. Por un lado tenemos los 70 años de reinado de Isabel II, lo cual probablemente sea algo difícil de repetir en bastantes generaciones; por otro están las fiestas de barrio que fueron el resultado de dicho jubileo. En ellas, los súbditos ingleses, escoceses, galeses y norirlandeses tuvieron la oportunidad de encontrarse con sus MPs, quienes no quisieron desaprovechar la ocasión para compartir las celebraciones con sus consituents. He aquí la mayor diferencia entre el parlamentarismo británico y el español. En el Reino Unido, existe una verdadera representación de cada distrito electoral por sus representantes hasta el punto de que los mismos pasan consulta una vez al mes para poder llevar los asuntos de actualidad del distrito al congreso y pelear por sus electores. Esto hace que la disciplina de partido, en todo caso presente, sea más fácil de romper que en España, puesto que a fin de cuentas sin el apoyo de dichos electores perderían su asiento parlamentario y no tendrían una vida política tranquila a la vuelta de sus sesiones en Londres para con sus electores. En esas reuniones, se comenta que gran parte de los electores pusieron contra las cuerdas a sus MPs por las acciones de Johnson, lo cual generó un efecto masivo de rechazo entre los MPs alejándose del primer ministro y enviando las citadas cartas para poder iniciar el proceso.
Johnson, cuestionado por su propio partido el pasado lunes
Así pues, el pasado 6 de junio pudimos conocer cómo Johnson sería cuestionado por su propio partido ya que la confianza no se somete a la totalidad del parlamento sino a los miembros del mismo exclusivamente. Es también costumbre que la votación no se demore una vez anunciada y, por ese motivo, la misma tuvo lugar a las 6 de la tarde con resultados publicados a las 9 de la noche.
Las votaciones son bastante protectoras para cada MP. Está prohibido grabar la sala de votación, así como sus inmediaciones para evitar presiones dentro del partido sobre quién y porqué ha votado o aún no lo ha hecho. La mayoría requerida para poder revocar la confianza al primer ministro es una mayoría simple y el resultado no se hizo esperar, siendo anunciado con puntualidad inglesa que 148 MPs no seguían confiando en el primer ministro contra los 211 que aún seguían haciéndolo. Hemos de indicar que este tipo de votaciones no son infrecuentes dentro de la democracia británica. Winston Churchill tendría una de las más tempranas en la vida del comité, así como posteriormente otras figuras tales como Margaret Thatcher (la cual siguió gobernando muchos años después) o John Mayor. La más reciente ha sido la de Theresa May con 133 votos en contra, es decir, un resultado más favorable que el actual obtenido por Johnson.
Johnson, sin margen de error
Las reacciones a esta votación no se han hecho esperar. Por un lado, los defensores de Boris Johnson buscan trazar un antes y después de estas votaciones indicando que las mismas han servido para decidir si el primer ministro goza de la confianza de sus compañeros de partido. Le quedan 2 años de gobierno y, por reglamento interno, pasada esta votación, no se podría proponer otra similar en los próximos 12 meses. Los detractores de Johnson ven esta situación como el principio del fin del Primer Ministro e insisten en lo que sucedió con Theresa May tras su votación dimitiendo 6 meses después de la misma.
El Reino Unido está actualmente sumergido en varias polémicas que hacen que un parlamento dividido dentro del propio partido de Johnson dificulte la marcha del partido. La inflación global y subida del coste de vida, el encarecimiento de la vivienda, el famoso backlog del sistema sanitario, el Brexit y los acuerdos entre las dos Irlandas, así como la guerra de Ucrania, son algunos de los problemas que el actual gobierno deberá abordar. Existen grandes posibilidades de que este gobierno, aún dentro de su inestabilidad, continúe gobernando, dado el gran número de MPs a favor del Brexit y el gran miedo de dejar negociaciones cruciales a la deriva o en manos del Partido Laborista. Por el momento parece que Johnson no tiene mucho más margen de error y los próximos meses serán cruciales para entender qué futuro espera al país. Por lo pronto, hay varias dimisiones importantes como la reciente de John Penrose, el llamado “Zar anticorrupción” de Johnson, el cual dejó su cargo ante el bochorno de haber consentido los eventos del partygate durante su mandato como encargado de vigilar por la ética y corrección dentro de su partido.