Alrededor del 59% de la ribera del Río Támesis en Londres se encuentra afectada por unas 35.000 partículas diminutas de plástico. Según el estudio anual de Thames 21, el río se ha convertido en el destino final para millones de microplásticos, un problema que afecta a la población de ostras y peces que viven en sus aguas, y por lo tanto, también a las personas.
Así pues, puede hablarse de «una crisis mundial de microplásticos» que está provocando la prohibición de algunos de los componentes de cremas, dentífricos y cremas exfoliantes que utilizan ‘microperlas‘. Se trata de diminutos trozos de plástico que no se desintegran en los desagües, y que terminan en los mares, ríos y océanos.
Mary Creagh, presidenta del Commons Environmental Audit Committee, ha hecho un llamamiento alertando de la situación actual y de la evidente crisis de contaminación por plásticos. «Si comes 6 ostras, probablemente estés consumiendo 50 micropartículas de plástico. Los residuos que se encuentran en el Támesis provienen de envases descompuestos de alimentos y bebidas y fibras sintéticas de ropa», ha explicado. Así, a la elevada polución de Londres hay que añadir la contaminación del Támesis.
Microplásticos, el impacto en la vida marina
La real amenaza de los plásticos es su proceso de eliminación. Es un compuesto que se degrada muy lentamente y contamina las vías fluviales durante mucho tiempo. Además, la contaminación de los plásticos perjudica a la salud de los animales marinos, que confunden las micropartículas con alimento.
Prueba de ello es cómo algunas especies de peces, sobretodo las nuevas generaciones de larvas, están desarrollando especial apetito por los plásticos, llegando incluso a despreciar su fuente natural de alimento, según investigadores de la Universidad Uppsala, en Suecia.
Otro estudio realizado por Oona Lönnstedt y Peter Eklöv, publicado en la revista Science, apuntaba que «las partículas de microplástico operan tanto química como físicamente en el desarrollo y desempeño de las larvas de peces». Al consumir plástico el pez se vuelve menos activo y menos sensible a las señales emitidas por los depredadores, suponiendo un impacto económico y ambiental al convertirse en una presa más fácil.
Microplásticos, un problema mundial
Entre 1994 y 2014, el mercado de agua embotellada en el Reino Unido casi se cuadruplicó. El incremento fue de 690 millones de litros a casi 2,6 mil millones de litros, según las estadísticas publicadas por British Bottled Water Producer.
El plástico es barato, ligero y resistente, por lo que es perfecto para ser usado como soporte, sin embargo, no se biodegrada, simplemente se rompe en pedazos más pequeños que perjudican al medioambiente. Tenemos que dejar de tratarlo como un material desechable. Reciclado, que se puede convertir en nuevos envases en lugar depositarse en nuestras vías fluviales.
El pasado mayo, con motivo del I Congreso Internacional sobre Microplásticos organizado por la Reserva de la Biosfera y Marine Sciences For Society, se reunieron en Lanzarote un total de 200 científicos de 30 países diferentes para estudiar el problema global de los microplásticos. Se llegaron a premisas para solventar el problema generado, ya que es urgente “conocer con exactitud” su efecto en el medioambiente, informar del problema y cambiar nuestros comportamientos como ciudadanos, consumidores y gobiernos.