El banco español se perfila como uno de los mejores postores para la compra de las 318 sucursales que el Royal Bank of Scotland se comprometió a vender el pasado noviembre tras el plan de rescate del gobierno británico. Para efectuar esta adquisición, la prensa inglesa cree que el Santander pondrá a la venta en la bolsa londinense el 20 por ciento de Santander UK, su división británica, lo que supondría unos ingresos para la entidad española de 3.500 millones de euros. Se estima que solo la compra de las oficinas puede oscilar entre los 1.700 y los 2.300 millones de euros sin tener en cuenta el dinero que el banco escocés le debe a las arcas públicas y que su comprador tendrá que desembolsar, cantidad que asciende a 3.300 millones de euros.
Los expertos creen que la capitalización del banco presidido por Emilio Botín a través de la venta de acciones en bolsa, sería la alternativa más acertada para obtener el dinero para la compra y, de esta manera, evitar gastar los 10.000 millones de beneficios que el Santander verá acumulados en su cuenta de resultados en 2011.
«Necesitarán aumentar capital si continúan las compras para expandirse. No les veo haciendo la operación en el Reino Unido sin aumentar capital», declaró el analista de Société Générale, Patrick Lee, al periódico anglosajón Financial Times.
Por su parte, el RBS aseguraba el pasado junio que estaba «revisando seriamente» la oferta del Santander aunque añadía que el proceso sigue abierto a otras partes interesadas en la compra y que no cesarán en su empeño de hacer lo mejor para sus accionistas.
Stephen Hester, consejero delegado del banco escocés, reiteró que el RBS tiene de plazo hasta 2013 para la venta de estas oficinas procedentes de su compra al Williams & Glyn, y que la operación podría demorarse si no se reciben ofertas suficientemente interesantes.
«Hay una probabilidad bastante alta de que el consejo de RBS concluya que el Santander no ha ofrecido dinero suficiente y se eche para atrás con la esperanza de que las condiciones del mercado y el precio de subasta mejoren en uno o dos años», apuntaba Robert Peston, editor financiero de la BBC.
En cuanto a las autoridades británicas, estas preferirían que el comprador fuera un nuevo actor en el mercado y no uno ya existente para evitar la concentración en el sector financiero.
Vince Cable, Secretario de Finanzas del gobierno de coalición, expresaba su preocupación acerca de la concentración de los bancos en el programa de la BBC Panorama y señalaba: «Uno de los efectos negativos de la crisis es que nuestro sistema bancario, que estaba ya concentrado, está ahora aún más concentrado, con lo que hay menos competencia, menos opciones y una mayor tentación por parte de los bancos de pasar sus gastos al consumidor final».
Por su parte, Rob MacGregor de Unite Union, uno de los mayores sindicatos de Reino Unido, expresaba su decepción ante el posible avance del Santander y describía la posible compra como una mala noticia para los clientes finales a la vez que criticaba al gobierno «Con-Dem» sobre su falta de compromiso a la hora de diversificar los servicios financieros.
El grupo de origen cántabro tiene presencia en el Reino Unido a través de sus sucursales de Abbey National, Alliance & Leicester y Bradford & Bingley, ya bajo el nombre de Santander y, con la compra al RBS, alcanzaría el 14 por ciento del mercado hipotecario británico y el 10 por cierto de ahorro.
Además del Santander, se barajaban otros compradores como el banco inglés Virgen Money, el australiano National Australia Bank e incluso el español BBVA pero todos ellos parecen haberse retirado de la carrera.