«Para el sector empresarial, las conclusiones son claras: los costes de la independencia están garantizados, pero los beneficios son inciertos. Escocia sólo puede ser menos competitiva, nunca más». De forma tan contundente se ha expresado Keith Cochrane, director ejecutivo de Weir Group, compañía de ingeniería ubicada en Glasgow que emplea a más de 15.000 personas y considerada uno de los pesos pesados en el conjunto de la economía escocesa.
Dicha manifestación ha tenido lugar tras la publicación de un nuevo informe por parte de la consultora Oxford Economics, en el cual se vuelve a reincidir en el impacto que para el sector financiero podría suponer la secesión de Escocia. Dicho documento, de unas 80 páginas, reitera que la constitución de un país independiente de Gran Bretaña aparejaría, sin duda, una mayor presión fiscal, así como un mayor endeudamiento público que a medio plazo pondría a Escocia en riesgo de insolvencia. Como dato anecdótico, se recalca que, de entrada, la adopción de una nueva divisa implicaría un coste superior a los 800 millones de libras. Además, los costos de transacción implicarían un sobrecargo anual de más de 500 millones de libras, incluso en el caso de que Escocia llegara a adoptar el euro. La peor parte sería para aquellas empresas exportadoras, puesto que además de incurrir en dichos costes añadidos, podrían ver mermada seriamente su actividad, ya que más del 70% de los productos y servicios que Escocia vende fuera de sus fronteras tiene como destino el resto del Reino Unido. Y es que dicho informe incide en una característica pauta de mercado, puesto que se espera un efecto rechazo entre los consumidores británicos a los productos escoceses en caso de hacerse efectiva la secesión.
Dicho documento también hace referencia al sector financiero. El impacto económico que una posible separación podría tener en éste deriva, por una parte, de la pérdida de cuota de mercado que para dichas empresas se haría efectiva, ya que los consumidores suelen decantarse por proveedores locales, en especial en el sector bancario, y por otra, la segura relocalización de la mayoría de medianas y grandes empresas en centros financieros alternativos que ofrezcan mayor seguridad jurídica. Tal es el caso de la aseguradora Standard Life, otro de los pesos pesados de la economía escocesa, que fue la primera compañía que hizo pública su intención de reubicarse en Londres en caso de un triunfo del SÍ.
Los ciudadanos siguen divididos, con el sector pro nacionalista recortando puntos frente al sector unionista, si bien el segundo sigue contando con una clara ventaja. Los principales partidos políticos continúan sus actos de promoción bajo la agrupación «Better together». Y algunos personajes públicos, como el cantante David Bowie, han tomado posición por el NO. Pero desde el principio es el sector empresarial, en especial el petrolero y el financiero, el que ha mostrado un mayor grado de movilización, formando un bloque homogéneo que se ha manifestado de forma contundente a favor de la continuidad dentro del Reino Unido. Y es que dicho sector busca obtener un mayor peso en el debate soberanista, para dotarlo de un carácter más pragmático e imbuirlo de un mayor contenido económico y menor sentimentalismo, al objeto de hacer más visibles las consecuencias que una posible secesión tendría en el día a día de los escoceses.