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Miguel Ángel Muñoz: “Mi manera de hacer activismo es a través de mi trabajo”

Los colegas de profesión de Miguel Ángel Muñoz hablan maravillas de él. Como soy un escéptico, quería comprobar in person si todo lo que dicen es verdad. Hoy puedo afirmar que es uno de los actores más simpáticos, modestos, naturales y luchadores con los que he tenido la oportunidad de charlar. Sus incansables ganas de superación hablan por sí solas, solo hay que echar un vistazo a sus proyectos pasados, presentes y futuros. El personaje del altanero «Rober» en la serie Un Paso adelante marcó un antes y un después en la carrera de este madrileño de 32 años. Luego, más series y películas españolas, Discos de Oro por sus álbumes, proyectos en México, otros para la importantísima HBO, y ahora Hollywood. Imparable. Hablamos con él en su visita fugaz a Londres, en un cine muy coqueto, cerca de Picadilly.

Miguel Ángel Muñoz en los cines Picture House Central, cercanos a Trafalgar Square. / Juan Manuel González.

Recuerdo que uno de los episodios de Un paso adelante se desarrollaba en Londres, pero me parece que tú no salías.

Uff, ni me acordaba de eso. No me trajeron, no, pero en uno de los parones de la serie vine por mi cuenta para seguir formándome como actor y bailarín. A mí me cogieron para Un paso adelante prácticamente sin haber tenido experiencia bailando, tuve que aprender in extremis para el papel. Más adelante quise perfeccionar lo poco que ya sabía. Aquí estuve en Pineapple Studios durante tres semanas, empapándome con nuevos estilos. Es la vez que más tiempo he permanecido en esta ciudad. Antes había venido con la familia, con 14 o 15 años. La verdad es que me encantaría tener una buena época londinense, a ver si me traen para rodar una película cuatro o cinco meses.

Me he enterado de que vas a correr la maratón de Behobia (San Sebastián) la semana que viene. 20 kilómetros de nada.

Sí, y además el recorrido tiene muchos niveles y suele llover todos los años. Es dura. Hasta hace tres semanas llevaba cuatro meses sin correr, cuando decidí entrenarme para Behovia. El año pasado no la pude correr porque estaba en Francia, pero ahora no quería perder la oportunidad. No es que haya venido a Londres para entrenar, sino para un par de reuniones de trabajo, pero hoy voy a correr unos kilómetros con uno de mis amigos que vive aquí. Planazo.

¿La maratón de Londres para cuándo?

La ponemos en la cuarta opción, que no está nada mal tampoco. De momento tengo tres prioridades, y van en este orden: Tokio, Nueva York y Boston. La maratón de Boston cumple 50 años en 2017, por cierto.

Aparte de correr haces otros deportes. Supongo que vas al gimnasio para mantener la tableta de chocolate. Por cierto, no sé qué hacéis los actores, os ponéis cuadrados en dos semanas.

Bueno, son más de dos semanas, ¡eh! Y si no te pones bien es que no puedes hacer el papel. Si no tienes la fuerza de voluntad, el equipo de producción se encarga de motivarte y ponerte un plan. Por fortuna, me encanta prepararme física y emocionalmente para el personaje que me toca. Siempre me ha gustado el deporte, me da la vida, pero fíjate que no voy al gimnasio. Para Un paso adelante sí que solía ir a menudo, pero nada más. Me sigue gustando mucho el fútbol. Cuando estoy en Madrid y tengo tiempo, los martes o los jueves me echo una pachanga con mis ídolos de toda la vida, los veteranos del Real Madrid: Hierro, Butragueño, Chendo, Paco Buyo, Santillana… Todo un regalo jugar con ellos.

Dejaste de cantar en 2007, tus trabajos discográficos estaban todavía frescos de haber triunfado internacionalmente. ¿Qué pasó?

Es que no era mi vocación. Yo de pequeño lo que quería ser era futbolista, y de repente me veo en todo este tinglado del mundo del entretenimiento. Hago una película de protagonista con 10 años, El palomo cojo, junto a Paco Rabal, Carmen Maura, Amparo Baró… Ahí empieza a entrarme el gusanillo por la interpretación. A los 14 me doy cuenta de que eso es a lo que me quiero dedicar el resto de mi vida, y si uno de los personajes requiere que cante, pues canto, lo que sea que me pida hacer… Pero muy distinto a ser cantante profesional y ganarme el pan dando conciertos. No es lo mío, y si lo hice fue como continuación inmediata del éxito que tuve con el grupo UPA Dance, surgido de Un paso adelante. El que se subía al escenario, tanto en el grupo como después en solitario, no era Miguel Ángel Muñoz, sino Rober. Así es como me sentía. Me transformaba para el público, le daba al «canalla» que querían ver, pero no te imaginas los nervios y el vértigo que me entraban antes y después de cada concierto. No voy a decir que no fuera divertido en el fondo ni que en el futuro no vaya a cantar de nuevo si sale un proyecto interesante, pero sin estancarme. Cuando la gente te reconoce por algo muy concreto, no es fácil mostrar tus otras capacidades.

Miguel Ángel Muñoz, durante la entrevista con Miguel Ángel Mesa, periodista de cine de El Ibérico. / Juan Manuel González.

20 años tenías por aquel entonces y las chicas no paraban de tirarte la ropa interior al escenario. ¿De qué manera te afectó todo ese éxito? Si es que te afectó de alguna manera…

Me afectó, sí, y seguro que el que dice que la fama no afecta es al que más le afecta. Cuando eres muy joven y popular es muy complicado no marearse. Por suerte, el haber empezado tan pequeñito y el que mi familia no tuviera especial interés en que yo me dedicase al mundo del espectáculo me hacía tener los pies en la tierra. Además, el haber trabajado regularmente desde que era un chaval en series como Al salir de clase o Compañeros me sirvió mucho para ver lo que significaba realmente esto de la popularidad, que es…nada. Al terminar cada uno de esas dos series volvía a pasar al anonimato, si me paraban por la calle era para que la foto la hiciera yo. Esas bofetadas de realidad me dejaron listo para todo lo que vino con Un paso adelante, tanto en lo que respecta a la serie en sí como la gira musical posterior con el grupo y en solitario, pero sí que es cierto que hice algunas tonterías y había momentos en que «me lo creía». Saber que hay cincuenta mil personas ansiosas por verte en el escenario, afecta y te impresiona, pero te puedo decir que no tomé drogas ni me emborrachaba a lo loco, eso no. Con 13 años cogí una borrachera tremenda y desde ahí no volví a beber.

¿Trabajo duro o suerte?

Pues creo en las dos cosas. Siempre hay que trabajar duro, siempre hay que ser positivo. También hay que tener los ojos bien abiertos y estar atento a las oportunidades que se presentan. Uno puede conseguir cualquier cosa teniendo fuerza de voluntad, tanto en lo profesional como en lo personal. Lo que pasa es que los frutos del esfuerzo no llegan de golpe en muchísimas ocasiones, hay que tener paciencia. El tiempo y la vida te traen las cosas buenas cuando tienen que suceder y cuando menos las esperábamos. ¡Quién me iba a decir a mí que me iba a poner a cantar y a bailar! O todo lo que vino después, los discos, la obra de teatro El cartero de Neruda, o mi participación en la versión francesa de Dancing with the Stars.

¿En qué puesto quedaste?

Llegué a la final, que no es poco. Ten en cuenta que estaba compitiendo con el campeón del mundo de patinaje artístico sobre hielo. Lo del programa surgió así de repente, lo que te iba diciendo. Me fui a Francia dos meses y medio, me puse a estudiar el idioma 8 horas diarias para un proyecto que no tenía que ver con Danse avec les stars, y fíjate dónde acabé.

¿Duermes?

Me encanta dormir, de hecho. Lo que sí es verdad es que aprovecho el día al máximo. Si ahora mismo me cayera un rayo encima, nadie que me conozca podría decir que debería haber hecho algo más. A veces me entra un pelín de estrés, y en esos momentos pienso en que tendría que calmarme más. Todos tenemos una vida excepcional, el camarero de ahí delante o tú mismo, pero cuando te dedicas al entretenimiento de cara al público da la impresión de que eres más especial que el resto de los mortales, y no es así.

Miguel Ángel Muñoz, durante la entrevista con Miguel Ángel Mesa, periodista de cine de El Ibérico. / Juan Manuel González.

¿Sueles mantener contacto con tus ex-compañeros de cualquier trabajo?

Es difícil tener un contacto regular, pero el ambiente con todos ellos es tan familiar y satisfactorio que la buena relación siempre va a quedar. A Pablo Puyol, por ejemplo, hacía un montón que no lo venía, me topé con él en Malasaña hace unos días y nos dimos un gran abrazo. Vivimos experiencias inolvidables en los tres años de Un paso adelante. Otro más, Julián Villagrán, con el que trabajé en El síndrome de Ulises, hacía dos años que no me lo encontraba, hemos quedado para cenar la semana que viene. Pero cuesta. Mis amigos de verdad, los del día a día, es una de las cosas que me hace sentir más orgulloso. Me hace muy feliz pasar tiempo con ellos, y vienen incluso a visitarme a los rodajes, al igual que intento darles mi atención lo máximo posible fuera del trabajo. Para cuidar a mis amigos no puedo abrir mucho el círculo. Me siento genial con los compañeros del equipo, de una serie, película, lo que sea, e incluso podemos tomar algo en esas semanas o meses de colaboración, pero después vuelvo a mis raíces.

La política y el show business… ¿Eres activista? De los que van a las manifestaciones a quejarse del IVA cultural, por ejemplo.

Mi manera de hacer activismo es a través de los personajes que interpreto, a través de mi trabajo. Este año, sin ir más lejos, trabajé en Hablar, de Joaquín Oristrell, una película con una carga social importante; o mi participación en la serie mexicana Capadocia, que habla de corrupción, de narcotráfico, de trata de blancas. Esa es mi forma de aportar un granito de arena al activismo. Respeto a los compañeros que se posicionan y pelean por sus ideales, por supuesto, que se exponen además ante los medios de comunicación y las críticas. Me parece admirable que den la cara de esa manera. Soy muy joven para dar lecciones de política, de vida, y no me siento con la confianza necesaria para ponerme a hablar en público de cosas que son muy complicadas.

Dentro de poco se estrena en USA tu primera película de envergadura en inglés. En What About Love trabajas al lado de Sharon Stone y Andy García.

Sharon y Andy son dos personas excepcionales, dos ejemplos a seguir en muchísimos sentidos. Desde el primer día me hicieron sentir muy cómodo y me ofrecieron toda su amistad. Obviamente impresiona interpretar junto a actores así. Me he visto casi toda la filmografía de ambos. Los admiraba antes cuando los veía en las películas y más los admiro ahora. Desde que empecé en esta profesión me ha interesado aprender de los mayores, de los que ya tienen una experiencia importante, y, si te gusta la charla, ya te puedes imaginar lo que es que dos estrellas de Hollywood te cuenten anécdotas.

 

 

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