Cada vez es más palpable el temor de la sociedad ante las consecuencias negativas por el posible Brexit. El comercio exterior es uno de los muchos sectores que lo sufrirían, provocando complicaciones en los acuerdos entre países europeos que se disolverían el día de la salida de la UE. Desde el punto de vista aduanero, donde antes no había fronteras y los alimentos circulaban libremente por los países miembros, ahora existiría un bloqueo entre las negociaciones de mercancías.
Las organizaciones agrarias y alimentarias británicas se encuentran en un contexto de estancamiento y caos. Su dependencia con el mercado único es muy sólida. Mientras que el 60% de sus exportaciones se comercializan en la UE, más del 90% de sus importaciones proceden de países miembros. Además, la competitividad entre los negocios relacionados con la industria alimenticia son cada vez mayores. Todos ellos tratan de satisfacer de la mejor manera posible las necesidades de sus clientes y, al mismo tiempo, obtener la mayor rentabilidad posible.
Los supermercados de Reino Unido luchan así por asegurar el stock de sus productos. Sin todavía un acuerdo sobre la salida de la UE estos se encuentran almacenando, trabajando en suministros alternativos y probando nuevas rutas para hacer frente a un atasco previsto en las fronteras. De esta manera, los ciudadanos británicos podrían enfrentarse a una escasez de productos frescos y de menor variedad. También esto influiría en un aumento de precios, si no se consiguiera un acuerdo sobre los términos comerciales entre los países.
Los supermercados británicos podrían llegar a racionar los alimentos
Las empresas se encuentran abrumadas. Tras estar acomodadas a una estabilidad económica, ahora se encuentran con advertencias como la de llegar al racionamiento de alimentos. El problema no solo reside en el limitado espacio con el que cuentan los supermercados para almacenar sus suministros. También en los productos frescos, los cuales ya no lo estarían si se guardan durante mucho tiempo. Por ello, muchos comerciantes se plantean sustituir ciertos ingredientes de sus alimentos eliminando aquellos más perecederos.
Si tiene lugar el no-deal, Gran Bretaña se regiría por las reglas de la Organización Mundial del Comercio. Esto es, el pago de aranceles, la meticulosa comprobación de los bienes exportados e importados y muchas otras trabas. La industria esta operando «justo a tiempo» para maximizar la vida útil de los productos. Deberá asegurar nuevas rutas de transporte hacia Reino Unido en caso de que el puerto de Dover se vea obstruido.