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Estados Unidos concede a Obama una segunda oportunidad


El demócrata ha logrado la reelección al imponerse con 303 votos electorales al republicano Mitt Romney, que ha logrado 206

«Four more years». Ese es el regalo que los estadounidenses le concedieron a Barack Obama el martes 6 de noviembre. Cuatro años más para cumplir las promesas pendientes, para acabar las reformas emprendidas, para demostrar que se merece un Nobel de la Paz que muchos consideran precipitado… Cuatro años más para pasar a la historia y no solo como el primer afroamericano que consiguió llegar a la Casa Blanca. Tras una larga y carísima campaña, que ha costado más de 6.000 millones de dólares, el presidente demócrata y candidato a la reelección, Barack Obama, y el candidato republicano, el empresario y millonario Mitt Romney, llegaron al día de las elecciones muy igualados.

Las altas cifras del paro, la falta de energía que demostró Obama en el primer debate al que se enfrentaron los candidatos y el descontento de gran parte de la población ante la imposibilidad del presidente de cumplir muchas de sus promesas electorales, colocaban a ambos candidatos apenas con unas décimas de diferencia en todas las encuestas. La noche electoral se antojaba larga y, una vez más, la palabra final la tendrían unos pocos estados, los llamados «indecisos», que acabarían decidiendo el futuro de la nación para los próximos cuatro años.

Pero sin haberlo previsto, una catástrofe entró en campaña. Apenas cinco días antes de los comicios, el huracán Sandy tocaba tierra en la costa este estadounidense, provocando una catástrofe sobre todo en los estados de Nueva York y Nueva Jersey, dejando más de 90 muertos a su paso y un gran rastro de destrucción en muchos barrios de varios estados. Es en ese momento cuando la campaña se detiene y la gestión de la catástrofe resulta decisiva para llegar a la Casa Blanca. Si Obama sabe gestionar la crisis, tendría el camino casi despejado. Durante varios días, Romney se echa a un lado y Obama deja de vestir la chaqueta de candidato para actuar como Comandante en Jefe, obteniendo el aprobado por su gestión de la catástrofe.

Cumpliendo con el mandato constitucional, el primer martes después del primer lunes de cada noviembre bisiesto todos los ciudadanos de Estados Unidos estaban llamados a las urnas. El mundo entero vivía pendiente de saber el nombre del próximo inquilino de la Casa Blanca. A las puertas de los centros de votación, largas colas de ciudadanos esperaban ejercer su derecho al voto para elegir al futuro presidente de los Estados Unidos, además de renovar un tercio del Senado, elegir la composición de la Cámara de Representantes y contestar a preguntas diferentes en cada estado, a modo de referéndum.

La complejidad del recuento de votos en Estados Unidos, pese a que ambos candidatos prácticamente empataron en apoyos: 60 millones de electores (50,3%) dieron su confianza a Obama, frente a los 57 millones (48,7%), que apoyaron a Romney, permitieron que el demócrata fuera reelegido. A falta del recuento definitivo de votos en el Estado de Florida, Obama se impuso por 303 votos electorales frente a los 206 que obtuvo Romney. Para llegar a la Casa Blanca se necesitan 270. El demócrata se impuso en 26 estados del país, además de la capital, Washington D.C., mientras que Romney lograba 24, arrebatando Carolina del Norte e Indiana al presidente. Obama logró la victoria al imponerse en los disputados estados de Ohio, Virginia, Iowa, Colorado, Nevada, Pensilvania, Michigan y New Hampshire. Si hace cuatro años Obama tuvo que agradecer el apoyo del colectivo afroamericano, en 2012 han sido las mujeres, los jóvenes y sobre todo los latinos quienes han facilitado que no tenga que hacer la mudanza cuatro años antes de lo previsto.

Tras conocer su victoria, Barack Obama agradecía a sus votantes desde Chicago el apoyo recibido y transformó su famoso «Yes, we can» en su nuevo mensaje al mundo: «Lo mejor está por llegar». Eso es lo que tiene que demostrar en los próximos cuatro años. Una nueva legislatura en la que tiene muchas cuentas pendientes y muchos asuntos que resolver. El primero de ellos será pactar con los republicanos un reajuste del presupuesto de Estados Unidos para reducir el déficit. Por ello, el crecimiento económico y la creación de empleo son el principal objetivo que debe conseguir. Además, tiene que emprender una nueva reforma de impuestos, resolver la transición en Afganistán, afrontar el problema de Guantánamo que no consiguió cerrar en su primera legislatura, culminar su reforma sanitaria, emprender la tan prometida reforma migratoria, culminar la legalización de los llamados dreamers y un largo etcétera. Además, en su agenda tiene un espacio especial destinado a la política exterior y las relaciones bilaterales con países como China o Rusia.

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