Bandera europea, diseñada en 1995 por el pintor Arséne Heitz.El 9 de mayo de cada año los europeos están de celebración, o al menos así debería ser. Esta fue la fecha elegida en la cumbre de Milán de 1985 para recordar los primeros pasos de lo que hoy es la Unión Europea, constituida por 27 países, y que en 1950 iniciaba su andadura con una propuesta del ministro francés Robert Schuman para integrar los mercados del carbón y del acero de Francia y Alemania, la CECA (Comunidad Europea de Carbón y Acero).
Sin embargo, esta unión con una historia de más de 60 años atraviesa la peor de sus crisis aunque no sin contradicciones. Mientras que algunos países se cuestionan su pertenencia a la institución por muy diversos motivos después de años de una política común, Europa acoge con los brazos abiertos a un nuevo miembro, Croacia.
En los países en crisis como en el caso de España, crece la desconfianza en Europa y los ciudadanos se cuestionan por qué alguien desde la distancia, a los que ellos ni siquiera han votado, ha de llevar la batuta en lo que a política interna se refiere. En cuanto a Grecia, se ha especulado que tanto griegos como europeos, preferirían salir de la Unión mientras que Chipre acusa a la UE de «experimentar» con su economía ante la coacción de un impuesto a los ahorros superiores a 100.000 euros y el coto a las retiradas de dinero de los bancos. Y es que Europa no solo está perdiendo dinero con la crisis: el esfuerzo y sufrimiento humano está siendo también muy costoso.
Un sondeo del Eurobarómetro de finales de 2012 revelaba que el 57 % de los europeos desconfiaban de la UE, un porcentaje que alcanza el 72 % en el caso de España mientras que un 64 % piensa que su voz no cuenta en la UE y el 45 % no está satisfecho con cómo funciona la democracia en la Unión. Con este panorama y a un año de las elecciones al Parlamento Europeo, a José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, le toca animar e imprimir confianza en Europa.
Durao Barroso afirmaba en su discurso con motivo de la celebración europea en Florencia que comprendía «las preocupaciones e incluso el pesimismo de ciudadanos europeos confrontados con un mundo rápidamente cambiante, interdependiente, competitivo e impredecible». Así, llamaba a los ciudadanos a «hacer frente a discursos que llaman a una política que mira solo hacia adentro y en algunas ocasiones nacionalistas» afianzando a Europa como la mejor alternativa frente a discursos populistas y soluciones fáciles.
Y es que no faltan los países donde el euroescepticismo es uno de los protagonistas de los discursos electorales como baluarte de fortaleza e independencia. En Reino Unido, David Cameron anunciaba un referéndum europeo antes de 2017 si ganaba las elecciones de 2015 donde consultaría a los británicos su deseo de pertenecer a la UE mientras que aprovecha las cumbres europeas para construir una Europa a medida del país al que representa. Por otra parte, el independentista partido UKIP (United Kingdom Independent Party) cuyo líder, Nigel Farage, asegura que Europa tiene los días contados, gana simpatizantes. En este sentido el UKIP se erigía como el gran vencedor en las pasadas elecciones locales donde ganó 147 concejales, comparados con los nueve que obtuvo en los últimos comicios de 2009, recaudando el 25% de los votos en aquellos municipios donde presentaba candidatos.
Farage asegura que «no es posible que la UE dure para siempre», y advierte de que el colapso lo pueden producir fallos «en la economía» o «la desobediencia civil y la violencia a gran escala que podrían sacar -de la UE- a los países mediterráneos».
Sin embargo, a pesar de atravesar un presente un tanto revuelto y encarar un futuro incierto, dar marcha atrás en la Unión Europea es una opción que solo algunos contemplan. Mientras el panorama se esclarece y cuando parece que lo peor ya ha pasado, parece que lo más sensato es hacer caso al presidente de la Eurocámara, Martin Schulz, que aludía a una evolución y un cambio dentro del marco institucional de la Unión, afirmando de esta forma en el aniversario europeo que «ser proeuropeo no significa elegir Europa tal cual es, sino trabajar para hacer que tu Europa sea real. Celebrar hoy Europa significa comprometerse a cambiarla».