Las calles de la capital helena han reflejado a lo largo de los meses el cansancio de sus ciudadanos, que finalmente deberán aceptar la aprobación internacional de un estricto programa para esquivar la crisis
Grecia empieza a respirar paz, al menos en aquellas calles en las que se desataron numerosos incidentes violentos en protesta a la decisión del Parlamento griego de aprobar recortes en los gastos públicos. Tras vivir diversas batallas campales, protagonizadas en la playa Sintagma por ciudadanos cansados de respirar una dura crisis económica, parece que la ciudad helena empieza a ver la luz. Eso sí, con un severa dieta y aceptando que sus ciudadanos llevarán la procesión por dentro.
Grecia ha aprobado un plan de austeridad que le ayudará a resurgir de las cenizas, cual ave fénix. Un estricto programa plagado de duras exigencias y recortes que el gobierno aprobó en forma de ley a finales del mes de junio con el fin de recibir ayuda externa y alejarse de la absoluta quiebra.
Aumento de impuestos sobre productos tales como el tabaco, el gasóleo de la calefacción o los refrescos; nuevas medidas que afectan al bolsillo de los funcionarios y pensionistas y extienden la edad de jubilación…Fuertes exigencias que se resumen en un plan de recortes valorado en 28.000 millones de euros, y al que se suma un plan de privatizaciones de 50.000 millones de euros. Son las nuevas reglas de juego pactadas por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, que obligan a los griegos a apretarse el cinturón, pero que también han dado luz verde al quinto tramo del rescate. La organización europea liderada por Herman Van Rompuy, después de haber implorado un sacrificio al país heleno, no dudó en mostrar su tranquilidad y satisfacción ante el enorme esfuerzo que finalmente ha llevado a cabo Grecia, que podrá recibir la cantidad prometida por ambos organismos, un total de 12.000 millones de euros, para alejarse de una posible suspensión de pagos este verano.
Adiós al Estado de bienestar
El primer ministro griego, Giorgios Papandreu, ha podido convencer a los grandes gestores de la financiación internacional y a toda Europa de que su país es merecedor de este plan de ajuste, que tendrá una duración de cinco años. Un paquete de ayudas, sin embargo, muy mal recibido en las calles griegas, donde miles de inconformistas han organizado a lo largo de los últimos meses numerosas huelgas y manifestaciones para expresar su enfado. Un desacuerdo de las masas debido sobre todo a la reducción de miles de trabajos en el sector público, entre otras medidas ya mencionadas y relacionados con la disminución del Estado de bienestar. El pueblo exige sus derechos al Estado, a la vez que el FMI exige a ese mismo gobierno las garantías políticas y económicas suficientes para continuar facilitando créditos. Una pescadilla que se muerde la cola y con la que los ciudadanos griegos deberán tener paciencia.
Es momento de que los ministros de Finanzas de la zona euro hagan real lo antes posible la ayuda para el país heleno, al que posiblemente se le entregará un segundo rescate en un futuro. Una segunda ayuda económica que podría acercarse a la cantidad correspondiente al primer rescate y a la que, con toda seguridad, responderá el pueblo en las calles.
La preocupación de la prensa británica
Grecia está dispuesta a cumplir a rajatabla las medidas de austeridad necesarias, sin embargo entre las publicaciones británicas no crece más que la preocupación de que aún así el país se vaya a la bancarrota y arrastre a toda Europa.
Prospect Magazine considera, a través del escritor Wolfang Münchau, que la eurozona se basa en tres pilares: «lagunas jurídicas, chapuzas y mentiras». «Los políticos son propensos a hacer apaños hasta que alcancen el punto de no poder seguir haciéndolos», añade entre otros comentarios similares.
Por su parte, la reputada revista The Economist publicó en uno de sus portadas que si Grecia va a la bancarrota, «sería un desastre para Europa». Sin embargo, «la Unión Europea parece haber adoptado una nueva regla: si un plan no funciona, seguir con él».