Uno de los cafés de la Plaza Plaka, Atenas.El destino ha permitido que este año haya viajado a Grecia varias veces, concretamente a su bella capital, Atenas. Me confunde la delgada línea que separa la realidad ateniense y la que venden los medios. Lo cierto es que el pasado 31 de octubre, supimos que ahora Grecia votará en un referéndum el plan de rescate europeo. Yorgos Papandreu, primer ministro griego, quiere que sean los ciudadanos los que tomen la decisión mediante voto de si se condona la deuda al país a cambio de más recortes.
Las bolsas cayeron y dicen que Merkel está molesta. Y yo me pregunto, ¿Qué piensan los griegos? Cada vez que me siento en alguno de los cafés de Plaka intento mirar a los ojos a alguno de los griegos que por allí pasan. Intento cazar alguno de los sentimientos que les azotan en estos tiempos. No se les ve tan mal como uno podría pensar después de leer este o aquel periódico. Precisamente porque los griegos ya están de vuelta de todo, y lo mismo que ocurre allí pasa en España, Portugal, etc… Ellos lo único que piden es que se les deje en paz, que los bancos y políticos dejen de enviar globos sonda y que la vida, con más o con menos, puede ser igual de maravillosa en Grecia.