Ha recorrido el mundo de la mano de la Halterofilia. Italia, Polonia, Republica Checa, Perú, Tailandia, Israel y ahora como última parada, a la espera de la siguiente, los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Lo que empezó como lo que se podría calificar de casualidad se ha convertido para Carla Ruano, juez-árbitro de halterofilia, en una parte importante de su vida. Con el paso de los años «que ya son casi 30», -como indica Ruano sorprendida por el rápido paso del tiempo-, la española llega a Londres con un extenso background en uno de lo deportes «más minoritarios», tal y como apuntilla la juez.
A las puertas del recinto Excel London Exhibition Center, donde se han realizado las competiciones olímpicas de halterofilia, entre el ir y venir de los espectadores y las recomendaciones de los voluntarios de Londres 2012, Ruano explica cómo se inició en este deporte que le ha hecho cumplir uno de sus sueños: participar de unas Olimpiadas.
La española, procedente de Benirredrá -municipio situado en la provincia de Valencia-, fue el primer juez-árbitro mujer de España. Todo comenzó «cuando un amigo me apuntó al primer curso de árbitros que se hacía en Valencia». Según cuenta Clara, en esos momentos este deporte olímpico necesitaba de mujeres que tomaran parte ya que fue «cuando empezó la promoción de las atletas femeninas y se necesitaban mujeres, sobre todo para el pesaje, donde habían problemas». Tal y como indica la española, «a la hora del pesaje de los atletas, cuando menos ropa lleves mejor», un hecho que puede cambiar los resultados de los campeonatos en el levantamiento de peso. «Si yo peso 100 gramos más que tú, y levantamos el mismo peso, la ganadora vas a ser tú», ejemplifica Ruano ante la importancia de un pesaje preciso.
«Empecé cuando era muy joven», comenta Ruano, de vuelta a sus inicios en el levantamiento de peso. «Comencé con competiciones entre colegios, pequeños torneos a nivel de club, de barrio y poco a poco me di cuenta que era Cullera contra Gandía, Gandía contra Tabernes…luego Valencia, Ibi…». Una cosa llevó a la otra y «empiezas a examinarte como juez regional, juez nacional de primera,… y luego vas recorriendo España con los campeonatos nacionales», dice con orgullo ante este trabajo que por su dedicación le llevó a niveles internacionales. «Me conocían por ser la primera juez femenina, necesitaban árbitros mujeres, y la Federación de Halterofilia de Valencia me presentó para estar presente en estas competiciones», indica Ruano. Al igual, la federación valenciana la presentó como la candidata idónea para Londres 2012, presencia que comparte con otra española de Madrid.
Su experiencia le ha hecho alcanzar «la categoría de juez nacional que soy ahora, hasta que puedes decir que has hecho campeonatos del mundo y varios europeos a los que solo me faltaban unos juegos del Mediterráneo y unas Olimpiadas, que ya me han tocado», dice feliz, tras uno de sus arbitrajes en los Juegos Olímpicos de Londres.
La recompensa en forma de noticia sorpresa llegó el pasado mes de febrero, «algo que no me esperaba», confiesa: «hay tantas personas más mayores que yo, y con más experiencia, que creía que iban a ser ellos primero, pero por lo visto estoy bien considerada por ser bastante imparcial». Ruano, quién es apreciada como una buena observadora, cambia de tercio y muestra la importancia de la precisión en este deporte que recae tanto en los atletas como en los árbitros.
Según cuenta Clara, los aspectos que determinan el perfil de un árbitro en las competiciones de halterofilia, es tener precisión y «ser muy ajustado a las reglas de este deporte, estar atento y no equivocarte, ya que si pulsas mal y das por nulo un movimiento, en un campeonato del mundo te estas cargando a un atleta para que vaya o no a las Olimpiadas», explica. El veredicto -por parte de los tres jueces-, sobre cada movimiento se expresa con un código de luces: Tres luces rojas (nulo), dos rojas y una blanca (nulo), dos blancas y una roja (nulo) y tres blancas (válido). Señales luminosas que se acompañan de una acústica. Decisiones tomadas por los jueces que pueden ser revocadas por un jurado, compuesto por cinco personas.
La perfección se intenta alcanzar no solo por parte de los atletas, quienes conocen perfectamente la técnica y deben tener un estilo depurado: «sin ella, los atletas no podrían levantar tantos quilos, se romperían los codos o las rodillas», explica Clara. Como juez, tiene que poner esmero en «juzgar bien, tengo que ser imparcial -y tampoco llevar ningún símbolo o bandera-, no favorecer a ningún país y estar muy atento a las reglas».
Ella fue la primera mujer árbitro, a la que le han seguido otras muchas pero ella ha marcado la diferencia aplicando la máxima de la constancia, una labor que en ocasiones «no es muy remunerada y a veces lo haces por amor al arte, por ayudar un poco», asevera Ruano quién incide en que «hay gente que no llega a nada porque no se sacrifica».
Clara, da un vistazo a su futuro y se ve así misma como juez en este deporte hasta que el cuerpo aguante. Mientras, Ruano ya de vuelta en España donde ejerce el mundo del deporte de manera entusiasta, queda a la espera de las siguientes competiciones entre sus lecciones de natación en la temporada de verano y clases de pilates, bailes de salón y latinos o gimnasia de mantenimiento, y quién sabe sí los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.