Noche de cuento reivindicativo para el cine español en la edición número 27 de los Premios Goya
Un año más, la familia del cine español se reunía para premiar y publicitar sus logros con una fábula televisiva conducida, por segundo año consecutivo, por la mordaz e ingeniosa actriz cómica Eva Hache.
La ceremonia, como era de esperar, tuvo sus altibajos, pero eso sí, fue reivindicativa en su justa medida, desde el sarcasmo bien fino de la propia presentadora, al discurso directo de los galardonados. De hecho, las palabras de Maribel Verdú, la mala de Blancanieves, resonaron durante días en los telediarios: «Me gustaría dedicar este Goya a toda esa gente en este país que ha perdido sus casas, sus ilusiones, sus esperanzas, su futuro e incluso sus vidas por culpa de un sistema quebrado, injusto, obsoleto, que permite robar a los pobres para dárselo a los ricos». Candela Peña fue aún más radical y verdadera en su discurso como ganadora a Mejor actriz de Reparto por «Una pistola en cada mano»: «Hace tres años que no trabajaba. En estos tres años he visto morir a mi padre en un hospital público donde no había mantas para taparlo y le teníamos que llevar el agua».
Los españoles, del cine o no, no están para cuentos. Quizás porque en este país ya no creemos en los finales felices pero sí en el trabajo bien hecho y con puro arte, los Académicos laurearon la simpleza del arte con un 10. El 10 del Blancanieves de Pablo Berger.
La recreación castiza, moderna y a lo torero de la historia de los hermanos Grimm trasladada a una pantalla muda y en blanco y negro por Pablo Berger fue la absoluta triunfadora de la noche del cine español. Por algo era la película favorita de este año a pesar de sus fuertes competidores: la taquillera Lo imposible de J.A. Bayona, el thriller policiaco Grupo 7 y El artista y la modelo, el regreso del mejor Trueba.
Además del premio de Guión Original, Dirección Artística, Fotografía, dos premios en el apartado de Sonido, Maquillaje y Peluquería y Vestuario, este último para Paco Delgado, que también está nominado al Oscar por Los Miserables, sus dos actrices protagonistas fueron las triunfadoras de esta vigésimo séptima edición. La madrastra más bella de España, Maribel Verdú, se alzó con el segundo Goya de su carrera por su papel protagonista. Asimismo, Macarena García, que ya tuvo su reconocimiento en el pasado Festival de San Sebastián, triunfó como Mejor Actriz Revelación. Dos embrujados rostros que dieron alma a este cuento trágico y oscuro. Blancanieves no necesitaba palabras ni final feliz, porque los Goya le dieron la fairytale que se merecía.
La segunda alegría de la gala vino por El muerto y ser feliz, cuando el señor con mayúsculas, José Sacristán, con 50 años de profesión y cien títulos en su haber, fue galardonado por primera vez con un premio que él mismo ayudó a crear en los orígenes de la Academia.
Luces y sombras
Tal como es nuestro cine, y fiel reflejo de él esta 27ª edición, todo fueron luces y sombras.
Hubo innumerables y sorpresivos momentos de felicidad: Joaquín Núñez, de Grupo 7, se hizo con el mismo galardón en la categoría masculina mientras que Candela Peña y Julián Villagrán se alzaron como los mejores secundarios por Una pistola en cada mano y Grupo 7, respectivamente.
El film de animación Tadeo Jones maravilló a la Academia con su largometraje como ya hiciese en otras ediciones con sus cortos: Mejor Guión Adaptado, Mejor Película de Animación y Mejor Dirección Novel.
Y los momentazos continuaban sin cesar. El primero el «Todo alegría y puro teatro» de la mano de la también señora con mayúsculas, Concha Velasco, cuando, al recibir el Goya de Honor de manos de su sobrina Manuela Velasco, interpretó un extracto de su última obra teatral Concha. Yo lo que quiero es bailar, recordando cuando perdió el Goya en 1994.
Algunas de las sombras… los grandes perdedores: Antonio de la Torre, doblemente nominado por Grupo 7 e Invasor, y la familia León, cuya propuesta low-cost no acabó de convencer. Ni Paco León fue recompensado por asumir tantos riesgos con el premio al Mejor Director Novel por Carmina o revienta, ni su hermana María León pudo repetir el éxito del año pasado.
El patinazo corrió a cargo de Adriana Ugarte y Carlos Santos equivocándose incomprensiblemente al dar el premio a la Mejor Canción Original.
Volviendo a las luces, es destacable la ilusión de los responsables de Juan de los muertos al ganar el premio a la Mejor cinta iberoamericana. Los Goya siguen provocando emoción y si no, que se lo digan a Juan Antonio Bayona, cuyos ojos humedecidos se enrojecieron a lo largo de la noche, de pura tensión. Su Lo imposible, sobre el tsunami en el sureste asiático en 2004, fue el segundo largometraje más premiado de la noche con cinco Goyas: Mejor Director, Montaje, Sonido, Dirección de Producción y Efectos Especiales.
Bayona elevó el medidor de las emociones un poco más al regalar su Goya a María Belón, la protagonista real que inspiró al director de El orfanato.
En total, 27 años de Goya en 27 categorías que nos dejaron vivir un bonito cuento, el del cine, al menos por una noche.