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¿Deudas?

Owain Thomas.Cuando en una familia o institución desaparece el que se encarga de las finanzas son muchos los que se ofrecen para ocupar su puesto, en la creencia de que es una posición de poder antes que de responsabilidad. Todos hemos sido testigos de hundimientos catastróficos, en general por la escasez de conocimientos de los responsables, haciendo verdad aquel dicho: «Un tonto y su dinero se separan pronto». Cuando arrastrados por la necesidad se recurre al endeudamiento aparecen básicamente dos figuras: El banquero y el prestamista.

La banca despierta en el ser humano una mezcla de sentimientos encontrados, pero su objetivo es vivir de un sistema financiero, con el fin de cobrar intereses. Los prestamistas, conocidos vulgarmente como ‘tiburones’, tienen otro objetivo: Apropiarse de los bienes que sirven como garantía. Shylock es un ejemplo de estos últimos. Reclama la vida de Antonio, incapaz de devolver la deuda, y fracasa en su empeño vengativo, con gran regocijo de la audiencia, seguramente víctima de los desalmados prestamistas de la época.

Interesante que los pobres estén obligados a pagar intereses muy elevados por deudas muy pequeñas, lo que es consecuencia de escasa actividad bancaria y la presencia depredadora de los prestamistas. El desarrollo de los famosos microcréditos no es sino una mendicidad organizada, unas muletas para gente que no las necesitaría si su sociedad tendiera a la justicia en lugar de la depredación de las masas.

La corrupción parece ir asociada a la deuda de los países, que pueden llegar a caer en las feroces garras de los prestamistas, insaciables parásitos del sistema, mientras los sistemas bancarios y el dinero que tienen en depósito buscan lugares más seguros y menos corruptos.

Pero los países serios, como el nuestro, aún en tiempos muy difíciles, nunca dejaron de pagar sus deudas, como proponían a su gobierno las masas desaforadas en las calles de Buenos Aires, por lo que no tenemos razones para recurrir a prestamistas.

La falta de capacidad de nuestros líderes se refleja en una pérdida de credibilidad, en gran parte orquestada con el fin de que tengamos que recurrir a los ‘tiburones’ para intentar ‘salir del paso’ en lugar de buscar un saneamiento de las finanzas.

¡Suerte, Mariano, valor y ‘al toro’!

Alfonso Posada
Prof. de bachillerato
alfons.inn@gmail.com

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