Obama y Romney caracterizados por Owain Thomas. / Owain Thomas. A menos de una semana de las elecciones presidenciales de EEUU, las encuestas todavía arrojan 12 millones de ciudadanos norteamericanos que no saben a quién votar
Para algunos, Obama ha decepcionado en estos cuatros años de gobierno y no ha cumplido las expectativas de cambio que prometía en 2008. Por su parte, Romney no termina de convencer y sus congresistas tampoco ayudan con comentarios ultra conservadores de los que el propio Romney se ha tenido que desmarcar.
En estos últimos días de campaña, los candidatos a presidentes de una de las mayores potencias mundiales se la juegan en ocho estados, los llamados swing states. Porque cualquier cosa puede pasar en un momento en que las encuestas arrojan un empate entre los dos oponentes en intención de voto, con discursos a medida según la audiencia que les escucha y recorriendo miles de kilómetros en tiempo récord.
El discurso de Obama del pasado 25 de octubre en unos de los estados fluctuantes por excelencia, Florida, donde se congregan hispanos de distintos orígenes, jubilados, judíos, familias, etc… no ha podido ser más alusivo a las propuestas y deslices de los republicanos. Obama, que agotaba ya los últimos cartuchos de la campaña, además de destacar en su discurso los avances en la economía norteamericana en los últimos cuatro años, apostaba por el progreso social y apuntaba que un país como EEUU no se puede permitir «retrasar el reloj 50 años para las mujeres, para los inmigrantes, para los gays». De esta forma, el actual presidente de los EEUU apuntaba claramente a las polémicas declaraciones del candidato a senador por Indiana, Richard Mourdock, en las que proclamaba que los embarazos por violación eran providencia de Dios, «porque Dios quiere que sucedan» y contraatacaba la política de Romney que no aprueba el matrimonio gay ni las uniones civiles. Esta es la primera vez en la historia de los EEUU en que un presidente aprueba la uniones de parejas del mismo sexo en un país donde más de un 3 por ciento de la población se declara gay, lesbiana, bisexual o transexual según la encuesta llevada a cabo por Gallup, consultores estratégicos, en el tercer trimestre del presente año.
Es la primera vez en la historia de los EEUU en que un presidente aprueba las uniones de parejas del mismo sexo, en un país donde más de un 3 por ciento de la población se declara gay
Por el contrario, Obama tiene en contra el voto judío por no haberle bailado las aguas a Israel en su mandato, voto que se convierte en prioridad para Romney. Según el diario catalán El Periódico, el republicano cuenta con importantes apoyos en la búsqueda del voto judío. Sheldon Adelson, magnate de casinos activamente implicado en la política israelí, es el principal donante de su campaña y grupos como la Coalición Judía Republicana han destinado un presupuesto de 6,5 millones de dólares a hacer campaña contra Obama (un tercio de ese dinero lo han invertido en Florida).
Pero la mayoría de los estadounidenses no consideran la política exterior uno de los temas a tener en cuenta en el programa electoral, solo un 4 por ciento lo considera un asunto importante en un país acostumbrado a ser omnipotente en ese aspecto y campar a sus anchas por donde su economía le dicta. No olvidemos la invasión de Irak bajo la creencia de que el país albergaba armas de destrucción masiva saltándose a la ONU, o el apoyo a Libia para derrocar al tirano Gadafi, ayuda que, por el contrario, no han recibido países como Siria. Incluso Romney, en el cara a cara con el presidente Obama sobre política exterior, pretendió culparle del fracaso de la Primavera Árabe. Un Romney que se mostró discreto y cauto, afirmando que no quiere otro Irak u otro Afganistán. «Ese no es el camino correcto para nosotros», aseguraba.
Mientras tanto, Obama pone a España como ejemplo de lo que no se debe hacer para resolver una situación de crisis económica y Europa, ocupada intentando resolver su desastre económico, mira de reojo a la campaña presidencial de una potencia que históricamente ha estado acostumbrada a dominar la política exterior con sus decisiones y buscar aliados para conseguir sus objetivos. La Historia confirmará si Obama ha conseguido invertir la tendencia.