¿En quién confía más? ¿En su médico o su farmacéutico? En su columna del Sunday Times del 30 de marzo, la editora asociada Camilla Cavendish, fue muy directa acerca de sus preferencias: su farmacéutico, escribió, está «altamente capacitado, es confiable y siempre está disponible.
Él no se esconde detrás de una recepcionista y de una línea de teléfono premium. Trabaja con tenacidad seis días a la semana, dispensando medicamentos y dando buenos consejos». Cuando Cavendish va a ver a su GP (médico de cabecera) se siente incómoda por «molestarlo» y además no cree que él sea capaz de «diagnosticar cualquier síntoma preocupante en una cita de tan sólo10 minutos». También se refirió a un estudio realizado en Essex el año pasado, en el cual se indicaba que los encuestados desearían que muchos servicios fueran transferidos de los «médicos indiferentes» a los farmacéuticos de más confianza.
La página web del NHS (Servicio Nacional de Salud) describe a los farmacéuticos como «expertos en medicinas» que garantizan al público el suministro y el uso seguro de los medicamentos. Deben estar registrados en el GPHC (Consejo General de Farmacéuticos)
-cuya función es (entre otras) aprobar las calificaciones para los farmacéuticos- y además, el NHS también estipula que deben haber hecho unas prácticas «durante al menos un año bajo la supervisión de un farmacéutico experimentado, ya sea en un hospital o en una farmacia comunitaria».
Si después de haber cumplido con todos estos criterios un farmacéutico decide entonces establecerse como independiente, ¿cuáles son las posibilidades de que su negocio sea económicamente viable? Como se destacó en la primera parte de este análisis, se enfrentará de inmediato a la feroz competencia de los minoristas como Boots y la mayoría de las cadenas de supermercados. De acuerdo con IDP (el indignado y desencantado farmacéutico citado en la primera parte del artículo) entre el 70 % y el 80 % de los ingresos del farmacéutico independiente se deriva de dispensar recetas del NHS. Pero la cuota que reciben de éste es muy baja: alrededor de 70 peniques por artículo.
El Gobierno parece estar acercándose a un sistema en el que los pacientes tienen que escoger una farmacia y registrarse, igual que pasa con su GP. Así, será obligatorio que el GP tramite la receta electrónicamente a la farmacia elegida. Por el momento, esta opción sólo es voluntaria. Una vez que entre en vigor, todas las farmacias estarán peleando entre sí por su «clientela».
Otra fuente importante de ingresos -especialmente para los independientes- es el Medicamento Bajo Revisión (MUR). Se trata de un régimen establecido bajo el anterior Gobierno laborista a traves de cual (dice IDP), su farmacéutico puede «averiguar si usted está contento con sus medicamentos o si los está tomando con regularidad».
Quizás no sea sorprendente (afirma IDP) que algunos farmacéuticos recurren a tácticas menos escrupulosas para aumentar sus ingresos. Un método consiste en pedir más medicamentos de los que necesitan y luego exportarlos a Europa. Lo mismo se aplica a la inversa cuando los medicamentos son más baratos en el extranjero. A los fabricantes de drogas no les gustas estas importaciones paralelas porque se les hace más difícil seguir a nivel mundial la distribucion y las ventas de sus productos.
En Reino Unido, la seguridad, la calidad y la eficacia de los fármacos se supervisa por la MHRA (Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos para la Salud). Ellos evalúan el contenido de un medicamento, la forma en que se promociona y para qué condiciones se utilizará. Esto requiere especialmente control de los productos genéricos que llegan desde el extranjero. En opinión de IDP, las normas de aquellos fabricados en países tales como la India, Sudáfrica, China o Brasil «no son necesariamente tan altas como en Europa o los EEUU».
Además de la PDA (Asociación de Defensa de Farmacéuticos), la industria está representada por otros órganos como la Asociación Nacional de Farmacias (NPA) la Royal Pharmaceutical Society (fundada el 15 de abril 1841) o la Federación de Farmacias Independientes (IPF) que se inauguró en septiembre de 2006.
La periodista Julia Kollewe informó en The Guardian el pasado 28 de marzo que los medicamentos más vendidos en el mundo ganaron 46 billones de libras en 2013. Las cinco primeras posiciones las ocupan: Humira (anti- reumática, fabricado por AbbVie), Embrel (anti- reumática, fabricado por Pfizer / Amgen), Remicade (anti- reumática, fabricado por Johnson & Johnson / Merck ), Seritade / Advair (asma, fabricado por GlaxoSmithKline) y Lantus (diabetes, fabricado por Sanofi). «Ninguno de ellos, no obstante, alcanzan todavía a las 141billones de dólares generados por Liptor, el fármaco contra el colesterol manufacturado por la multinacional Pfizer». Sigue siendo el medicamento más lucrativo de todos los tiempos.