El actor estadounidense Walter Matthau comentó una vez que si no hubiera estado en el cine, le habría gustado ser un farmacéutico. ¿Por qué? En su juventud, había admirado la forma en que el farmacéutico local iba siempre vestido con una «impecable bata blanca y parecía muy tranquilo». Sin embargo, de acuerdo al periodista Nick Cohen, (en The Observer, el 2 de marzo), ningún niño hoy en día sueña con ejercer esa profesión.
Los farmacéuticos, señala, «nunca son los protagonistas románticos o los héroes de acción en películas o novelas». Convertirse en un químico, sugiere, es «elegir un cómodo (quizás un poco aburrido) estilo de vida». No sorprende tampoco el hecho de que «casi una quinta parte de los farmacéuticos en el Reino Unido son asiáticos» ya que parece, según él, «una buena carrera para los inmigrantes de segunda generación».
Datos proporcionados por el sitio web de evaluación de carrera www.alec.co.uk indican que «en la actualidad hay alrededor de 31.000 farmacéuticos activos en el Reino Unido» y que trabajan un promedio de 37 a 39 horas a la semana, aunque si se basan en un hospital o una farmacia, su rotación incluirá las noches y los fines de semana. Por su parte, la Oficina Nacional de Estadística (ONS) afirma que hay más de 10.000 farmacias en Inglaterra, que «dispensan sobre 886 millones de recetas», y también «ofrecen una gama de servicios adicionales». Además, el NHS (Servicio Nacional de Salud) gasta «cerca de £3.800 millones en medicamentos que se usan en los hospitales».
Si Walter Matthau fuera un residente del Reino Unido en 2014, ¿Querría aún ser un farmacéutico? John Murphy, director de la Asociación de Defensa de Farmacéuticos (PDA) duda al respecto. A principios del siglo XX, indica Murphy, el 95% de los farmacéuticos eran también propietarios de farmacias; ahora esa situación se ha invertido completamente. La cifra actual es de tan sólo el 5%. Supermercados o empresas como Boots, Lloyds, Co-Op, o Phoenix han ido «engullendo a los independientes y a las cadenas más pequeñas». Estas organizaciones, como afirma Murphy, «siempre hablan el lenguaje apropiado sobre la protección y seguridad del paciente, pero los beneficios son su prioridad». Como ejemplo, basta nombrar el «3 x 2» en analgésicos que comercializa Boots.
Boots, el minorista aventajado
Murphy se muestra especialmente escéptico con Boots con respecto a su política actual de los e-cigarrillos. Esta poderosa cadena, que cuenta con 2.500 tiendas alrededor del país, está según Murphy, «confabulada con una filial de plena propiedad de Imperial Tobacco». Boots «prohíbe fumar los cigarrillos electrónicos en sus instalaciones, pero los quieren vender al público con el argumento de que les ayudará a dejar de fumar».
Murphy reconoce que Boots es un «minorista consumado, que ofrece una gran cantidad de golosinas y se beneficia enormemente de la cantidad de clientes que pasan a través de sus tiendas». Como parte del grupo internacional de salud y belleza, Alliance Boots puede fabricar y comerciar al por mayor y al por menor sus propios medicamentos de marca, lo que «evidentemente, le pone en una posición muy ventajosa». Al menos, explica Murphy, Boots tiene sus raíces en la farmacia, a diferencia de sus competidores, tales como Tesco y Sainsbury, para quienes proporcionar un servicio de recetas «significa una útil actividad adicional que puede producir un beneficio razonable».
La PDA fue fundada en 2003 como una «asociación de defensa y sindical, sin fines de lucro, para los farmacéuticos», explica Murphy y su objetivo principal es «apoyar las necesidades de los farmacéuticos individuales, mediante la representación de sus intereses y, en caso de necesitarlo, defender su reputación». Por otro lado, John Murphy ve a la Asociación de Compañías de Químicos como representantes de «los grandes comerciantes que poseen masivos fondos y una amplia influencia política», y dominan el sector en detrimento de los farmacéuticos independientes. La PDA lucha para «detener la marea, donde la comercialización (venta de medicamentos como si fueran equivalentes a una lata de frijoles) ha suplantado la autonomía de los farmacéuticos y lo que mejor le conviene al paciente».
Lo qué ha salido mal en el sector farmacéutico, enfatiza Murphy, es que todos los miembros del Parlamento y ministros del Gobierno creen que Boots, Lloyds, Phoenix y los otros puntos de venta más importantes simbolizan la profesión. La Hoja de Ruta de la PDA refleja su opinión de que los farmacéuticos deben encargarse de los pacientes con enfermedades de larga duración, que pueden estar en prescripciones repetidas de 13 a 15 medicamentos al día. «Una proporción muy elevada de los ingresos hospitalarios de gente en edad avanzada se debe a los problemas con los medicamentos que está tomando. Este grupo demográfico aumentará en los próximos 15 a 20 años», explica Murphy.
Como Nick Cohen escribió en The Observer el pasado 2 de marzo, la PDA está envuelta, desde 2012, en una «batalla legal prolongada» con Boots, para su reconocimiento como sindicato. La empresa se ha negado a aceptar esta petición, prefiriendo, en su lugar, hacer frente a su propia Asociación de Personal, al cual PDA considera como «no independiente, sin ningún poder de negociar sobre las condiciones de trabajo». No obstante, en febrero, un juez del Tribunal Superior decidió que, en virtud de la ley inglesa, Boots no tenía que reconocer a la PDA, añadiendo que ésta «bien podría ser incompatible con la Comunidad Europea» e invitó, como Cohen reportó, a que el sindicato fuera a otro tribunal para pedir una «declaración de incompatibilidad».
El año pasado, The Guardian reveló que Boots «tiene 4.000 funcionarios con los controvertidos contratos de cero horas (según los cuales, el empleado no sabe cuántas horas, ni en qué momento o en qué días estará obligados a trabajar)». Su aparentemente despectiva actitud hacia la PDA muestra, concluye Cohen, que trata a sus boticarios como «revolucionarios rojos sólo por querer negociar con su empleador como hombres y mujeres libres».
El papel de la Asociación Nacional de Farmacias (NPA), la Royal Pharmaceutical Society (RPS) y el Consejo General de Farmacéuticos (GPHC ) en esta industria será evaluado, junto con otros temas claves, en la segunda parte de este análisis.