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La ciudad a dos ruedas

El periódico The Times crea una campaña para mejorar la seguridad vial de los ciclistas tras la muerte de un periodista británico

La bicicleta se ha convertido en un medio de transporte económico y ecológico para los miles de londinenses que lo eligen para su commuting o desplazamiento al trabajo cada mañana. Según datos del organismo gubernamental Transport for London (TFL), en los últimos 10 años se ha producido un ascenso de más del 110% en el número de ciclistas en la capital británica, aumento que tiene mucho que agradecer al proyecto Barclays Cycle Hire, impulsado por el carismático alcalde Boris Johnson en julio de 2010, y que cuenta en la actualidad con más de 6.000 bicicletas de alquiler y 400 estaciones de aparcamiento repartidas por todo el centro de Londres. El alto precio del transporte público, el costoso congestion charge (tarifa para poder conducir por el centro de la capital), y el efecto beneficioso para la salud (disminución de obesidad o enfermedades derivadas de la falta de ejercicio físico) y para el medio ambiente influyen a que cada vez más gente decida subirse a una de ellas.

El número de ciclistas fallecidos o gravemente heridos en el Reino Unido ha ascendido de forma continuada en los 10 últimos
años hasta alcanzar los 27.000

Sin embargo, montar en bicicleta puede suponer echarle un pulso a la vida. Los ghost bikes, esas bicicletas blancas atadas a un poste o farola y que representan un homenaje in situ a la vida perdida por algún ciclista, son un recordatorio doloroso pero ineludible de los riesgos del ciclismo. El número de ciclistas fallecidos o gravemente heridos en el Reino Unido ha ascendido de forma continuada en los 10 últimos años hasta alcanzar los 27.000. Y ha sido precisamente uno de estos accidentes el que ha dado el pistoletazo de salida a la campaña del periódico británico The Times, Cities Fit for Cycling (Ciudades aptas para el uso de las bicicletas). Mary Bowers, de 27 años y periodista del citado periódico, permanece en estado de coma desde que el pasado 4 de noviembre sufriera un terrible accidente tras ser arrollada en su bicicleta por un camión a tan solo unos metros de su trabajo. Conmocionados por la tragedia, The Times decidió lanzar una campaña reivindicando una mejora en la seguridad de los ciclistas en las ciudades británicas, contando a día de hoy con el apoyo del grupo All-Party Parliamentary Cycling Group, y de numerosas personalidades como el primer ministro británico David Cameron, el empresario Lord Alan Sugar, el remero James Cracknell, ciclistas de la talla de Sir Chris Hoy o Mark Cavendish, y como era de esperar el alcalde Boris Johnson.

Los pioneros de la campaña toman como modelo la ciudad de Copenhague, también conocida como la «ciudad de los bicicletas»

El manifiesto de Cities fit for cycling exige, entre otras medidas, una inversión de 100 millones de libras para mejorar la infraestructura de los carriles bici, seguridad en los cruces más peligrosos, señalización prioritaria para las bicicletas, legislación que obligue a los camiones y furgonetas a tomar medidas de seguridad para aumentar la visibilidad de los ciclistas, límites máximos de 20 millas por hora en zonas de carriles bici y una mayor formación en seguridad vial y concienciación tanto en ciclistas como en motoristas. Los pioneros de esta campaña toman como modelo la ciudad de Copenhague, también conocida como la «ciudad de las bicicletas», donde el 50% de los trabajadores del centro de la ciudad se desplaza al trabajo en bicicleta y un 80% de la población se sube a la bicicleta por lo menos una vez a la semana, sin que las inclemencias del tiempo se interpongan en el camino. La falta de colinas y cuestas en la ciudad danesa facilita el uso de la bicicleta, pero las razones geográficas no parecen ser la única explicación de su extendido uso en Copenhague. La capital de Dinamarca ha invertido en los últimos años más de 70 millones de libras en la creación de una extensa infraestructura de carriles bicis, mejoras en la seguridad vial y un servicio de bicicletas gratuito.

Queda camino por recorrer y son muchas las dificultades que las ciudades como Londres tendrán que sortear para garantizar la seguridad de los ciclistas. A diferencia de Copenhague, la capital londinense es a día de hoy una especie de batalla urbana donde los vulnerables ciclistas, en su mayoría hombres en pantalón de licra, con un estilo de ciclismo defensivo cuando no agresivo, parecen dirigirse a una batalla no acordada en la que se enfrentan a esas masas de metal motorizadas de casi una tonelada de peso que todavía no se han concienciado de la existencia de sus adversarios. Y para los que consideren excesiva esta comparación con un campo de batalla, una escalofriante estadística: en los últimos 10 años se han producido más del doble de muertes de ciclistas en carreteras británicas que de soldados británicos en acción en Afganistán e Iraq. Mientras no se realice una inversión adecuada en infraestructuras y no se produzca una concienciación de ciclistas y motoristas, y sea más seguro estar destinado en Afganistán que subirse a una bicicleta, la capital londinense seguirá abarrotada de bicicletas fantasmas en homenaje a esos valientes héroes en pantalones de licra, y desde luego algunos seguiremos sin subir a la bicicleta. Para valientes los ciclistas.

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